Los incas construyeron imponentes monumentos líticos gracias a su ingenio y organización. Utilizaban grandes bloques de piedra que tallaban con gran precisión, de manera que encajaban perfectamente unos con otros, lo que hacía innecesario el uso de cemento. Debido a la gran cantidad de trabajadores disponibles en la época prehispánica, organizados según sus habilidades, las obras avanzaban con rapidez.
Si se desea apreciar las construcciones más conocidas de las culturas precolombinas, basta con visitar Cusco, una región donde se encuentra Machu Picchu. Como es sabido, esta ciudadela combina la belleza natural con estructuras de piedra perfectamente alineadas. Sacsayhuamán, ubicado en el mismo departamento, es admirado por sus enormes bloques que se ensamblan con precisión.
Con la llegada de los españoles, esta tradición constructiva no se extinguió. Un claro ejemplo de ello se encuentra en diferentes localidades de los Andes peruanos, donde se pueden observar terrazas y muros de piedra. Aunque estas obras no poseen la monumentalidad de las antiguas edificaciones incas, mantienen la esencia de su técnica arquitectónica.
Ahora bien, esta práctica no es exclusiva de la sierra. En la década de 1950, durante el fenómeno social de la migración del campo a la ciudad, comenzaron a formarse asentamientos humanos (AA. HH.) donde se aplicó esta técnica ancestral; es decir, construían muros y terrazas para levantar sus viviendas de esteras o madera.
La técnica inca empleada por los peruanos en los AA. HH.
En los asentamientos humanos de Comas o Villa María del Triunfo, por dar algunos ejemplos, se pueden observar paisajes de lucha y resistencia, donde las terrazas de piedra sostienen las casas de esteras, madera y adobe. Estas estructuras cuentan historias de familias que, en medio de la adversidad, han buscado construir un hogar.
Más de un vecino del primer distrito mencionado suele referirse a las acumulaciones de piedras apiladas una tras otra como “pircas”. Pero, ¿qué significa este término? La palabra es una derivación de “perqa”, que en español se traduce como “pared”.
El vocablo en cuestión fue abordado por la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), una asociación civil sin fines de lucro que cuenta con representación en 28 países. “Desde niños, a los nativos de Perú se les enseña a hacer ‘canchas’ para el ganado o pequeñas ‘perqas’ para protegerse del viento o de la lluvia, por lo que armarlas es algo muy natural y parte de su cultura. Su técnica se aprende en la práctica”, se lee en su portal web.
La FFHI también presentó el testimonio de Evaristo Pfuturi Consa, quien, desde hace décadas, incorpora piedras en sus construcciones. Según relató, los nativos edificaban las “perqas” por dos motivos principales: para crear terrazas de cultivo y para proteger los caminos.
Es importante destacar que la pirca no era la única técnica empleada en el Tahuantinsuyo. El arquitecto Santiago Agurto Calvo, en su libro “Estudios acerca de la construcción, arquitectura y planeamiento incas”, estableció cinco tipos de aparejos de muros incas, de acuerdo a la forma en que quedan colocadas las piedras en una construcción.
De estos cinco métodos, es importante resaltar aquel que se pone en práctica en los asentamientos humanos de Lima Metropolitana. Se trata del aparejo rústico, que, según el ingeniero Félix Ortiz Molin, es comúnmente conocido como “pircas”.
En el libro se explica que el aparejo rústico se construye utilizando piedras sin labrar, ya sean de campo o de cantera, colocadas unas sobre otras sin un acomodo preciso. Los vacíos que quedan entre ellas se rellenan con tierra o pequeños cantos rodados. Los elementos líticos empleados en este tipo de muro son de diversas formas y tamaños.
Aunque no se utiliza cemento en este método, eso no implica que los peruanos no lo empleen hoy en día para mejorar la estabilidad de terrazas y muros que, sin duda, podrían sorprender a los turistas. Dicho esto, es pertinente citar al cronista Pedro Sarmiento de Gamboa, quien en el siglo XVI tuvo una impresión al ver los monumentos precolombinos.
“Y es tanto que a los que la hemos visto y sabemos que no tienen instrumentos de hierro ni acero para labrarlas, nos pone admiración ver la igualdad y primor de ellas y las junturas y betumen con que lo ligan, el cual es tan delgado que ninguna parte se echa de ver si hay mezcla o no y con todo esto es tan fuerte liga que plomo no traba más que ella y la piedra tosca es aun mucho más de ver el modo de su trabazón y compostura (...)”, escribió.
Ventajas y desventajas de la construcción de pircas en los AA. HH.
En los asentamientos humanos (AA. HH.) de la capital del Perú, las pircas se levantan por pura necesidad. Los terrenos empinados y precarios de los cerros obligan a las familias a buscar soluciones rápidas y económicas para poder construir un espacio donde vivir. Sin acceso a recursos más modernos, apilan piedras una sobre otra para crear muros que retengan la tierra y nivelen el terreno.
Estas paredes de roca no son un lujo, sino una herramienta básica que les permite construir sus hogares en medio de una lucha constante por un espacio seguro y estable en el que puedan asentarse.
Habiendo señalado esto, es menester mencionar una tesis de la Pontificia Universidad Católica del Perú, titulada “Estado del arte en el cálculo y construcción de pircas. Aplicación en viviendas de asentamiento humano del distrito de Carabayllo”.
En el resumen del trabajo de investigación, se señala lo siguiente: “El estudio determina que las actuales pircas tienen algunas características ventajosas pues son amigables con el medio ambiente y económicas. No obstante, son producto de un proceso de deterioro de la técnica tradicional ancestral utilizada en los andenes incas y preincas y, por lo tanto, no es posible asegurar su buen desempeño ante sismos o sobrecargas importantes”.
En otro apartado del texto del ingeniero civil Elliot Quispe Atausinchi, se menciona que el uso de las pircas con la técnica actual no es aceptable, a menos que estas sean mejoradas y se sigan ciertos estándares. Además, se sugiere implementar programas de capacitación adecuados para que el método pueda ser replicado correctamente y supervisado por las autoridades locales.