En un rincón de los Andes peruanos, el pueblo de Chacas se alza como un ejemplo de superación y emprendimiento gracias al incansable trabajo del sacerdote italiano Ugo de Censi.
Su compromiso con el desarrollo social y la formación de los más vulnerables ha dejado una huella indeleble en esta comunidad, convirtiéndola en un modelo a seguir en la lucha contra la pobreza. Esta es la historia de cómo el religioso europeo logró este ‘milagro’.
Vocación de servicio
Ugo de Censi Scarafoni nació el 26 de enero de 1924 en Polaggia, un pequeño pueblo de Lombardía, Italia. Desde muy chico, dio muestras de servicio a los demás. A los nueve años, ingresó a un colegio salesiano, donde cultivó su vocación religiosa.
Tras ser ordenado sacerdote, permaneció en su país natal hasta 1965, cuando se enteró de las penurias que enfrentaban los habitantes de Poroxeo, en el estado de Mato Grosso, Brasil.
Motivado por su deseo de ayudar, De Censi viajó a Sudamérica junto a otros voluntarios, donde estableció la “Operación Mato Grosso”, un movimiento destinado a apoyar a las comunidades más necesitadas.
Arte como arma
Durante una década, el sacerdote y su equipo llevaron a cabo diversas iniciativas en diferentes países de la región.
Su enfoque se centró en promover el arte del tallado en madera, la escultura en piedra y la textilería, ofreciendo a los jóvenes la oportunidad de aprender oficios que les permitieran ganarse la vida de manera digna.
Este esfuerzo no solo contribuyó al desarrollo económico de las comunidades, sino que también revitalizó tradiciones culturales que amenazaban con desaparecer.
Arribó al Perú
En 1976, Ugo de Censi llegó a Perú, estableciéndose en Chacas, un pintoresco pueblo ubicado a 3.400 metros sobre el nivel del mar, en la Cordillera Blanca. Al llegar, se encontró con una realidad dura: la pobreza y el abandono afectaban a la mayoría de sus habitantes. Muchos jóvenes abandonaban sus tierras en busca de mejores oportunidades en las ciudades, dejando atrás su hogar y su cultura.
Determinado a cambiar esta situación, De Censi se asoció con un restaurador de Cusco y comenzó a restaurar las obras de arte colonial de la iglesia de Chacas.
Además, fundó la Escuela de Tallado en Madera San Juan Bosco, un lugar donde los jóvenes podían aprender el oficio del tallado, desarrollando habilidades que les abrirían puertas hacia un futuro más prometedor.
Con el tiempo, esta escuela se convirtió en un motor de desarrollo económico para la comunidad. Los artesanos de Chacas comenzaron a recibir encargos de todo el país, lo que permitió que el talento artístico de los jóvenes floreciera.
A medida que los encargos aumentaban, la población de Chacas creció significativamente. En un periodo de 20 años, se triplicó, y se lograron reducciones notables en la pobreza extrema, la desnutrición y el analfabetismo en la región.
La dedicación de De Censi no solo impactó a Chacas, sino que también inspiró la creación de otros centros de formación en distintas áreas. Su visión abarcó no solo el arte del tallado, sino también la educación y el desarrollo sostenible.
Los frutos de su trabajo son evidentes: Chacas ha sido reconocida como uno de los destinos turísticos más destacados del mundo por la Organización Mundial del Turismo, y su labor artesanal es muy valorada tanto en Europa como en Estados Unidos.
Por siempre recordado
A lo largo de su vida, el padre Ugo De Censi dejó un legado tangible en Chacas y más allá. Falleció en 2018 a los 94 años, después de 42 años al servicio de la comunidad.
Su obra incluye seminarios, conventos, casas para niños con discapacidades, albergues para ancianos, escuelas, talleres de tejido y tallado, así como granjas y viveros.
Estos proyectos abarcan no solo Chacas, sino también las regiones más desfavorecidas de Ancash, Apurímac, Cusco, Cajamarca y Lima.
La visión y el compromiso de Ugo de Censi han transformado la vida de miles de personas en Perú. Su ejemplo de generosidad y dedicación ha dejado una marca profunda en el corazón de los habitantes de Chacas, quienes continúan cultivando los valores que él promovió.
Hoy, este pueblo es un testimonio viviente de cómo el amor y el esfuerzo pueden cambiar el destino de una comunidad, convirtiendo la adversidad en oportunidades de crecimiento y desarrollo.
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