Carlos Páez, sobreviviente de la tragedia que inspiró ‘La sociedad de la nieve’: “Volvería a subir a ese avión”

‘Carlitos’ conversó con Infobae Perú antes de su llegada a Lima, donde contará al detalle lo que vivió en la cordillera y las enseñanzas que le dejó esta experiencia

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Carlos Páez viajaba junto con sus compañeros del equipo de rugby Old Christians Club. Fue interpretado por el actor Felipe Otaño (derecha) en 'La sociedad de la nieve'. (Composición Infobae)
Carlos Páez viajaba junto con sus compañeros del equipo de rugby Old Christians Club. Fue interpretado por el actor Felipe Otaño (derecha) en 'La sociedad de la nieve'. (Composición Infobae)

Carlos Miguel Páez Rodríguez, mejor conocido como Carlitos Páez, es una de las 16 personas que sobrevivieron más de 70 días en la cordillera de los Andes después de que su avión, donde viajaba junto con sus compañeros del equipo de rugby Old Christians Club, cayera el 13 de octubre de 1972.

De las 45 personas que volaban desde Montevideo con destino a Santiago de Chile, 33 seguían con vida tras el accidente. Muchos fueron pereciendo por la gravedad de sus heridas, el frío, la deshidratación o la desnutrición. En ese entorno de adversidad y enterados por radio desde el día 10 que ya no los buscaban más, los que quedaban tuvieron que comer cadáveres y trabajar en conjunto para aprovechar los pocos recursos de los que disponían. Finalmente, dos de ellos cruzaron la cordillera para buscar ayuda. Y lo consiguieron.

La historia fue representada magistralmente por el director Juan Antonio Bayona en la película ‘La sociedad de la nieve’ (2023). En ella, Carlitos interpreta a su padre, Carlos Páez Vilaró, quien leyó conmovido la lista de sobrevivientes tras más de dos meses sin renunciar a la búsqueda de su hijo.

Infobae Perú conversó recientemente con Carlitos, en un preámbulo de lo que será su visita a Lima el 17 de octubre para narrar en una conferencia (Jockey Club) aquella invaluable experiencia impregnada en su memoria.

Carlitos Páez y su padre, Carlos Páez Vilaró, tras el rescate en la cordillera en diciembre de 1972. (Archivo)
Carlitos Páez y su padre, Carlos Páez Vilaró, tras el rescate en la cordillera en diciembre de 1972. (Archivo)

—¿Cuál es la primera imagen que surge de tu memoria cuando te mencionan aquel episodio de tu vida en el 72?

—Bueno, la primera imagen que me viene es el accidente, pero inmediatamente me viene la del rescate. Es como que estás buscando la parte mala y la parte buena al mismo tiempo. De hecho tengo grabada acá (muestra su antebrazo derecho) una cruz roja, que normalmente se ve como algo que tacha, que elimina, pero yo la veo como las aspas del helicóptero que vino por nosotros, como un símbolo de libertad, lo que terminó por sacarnos de la cordillera. Por eso creo que las cosas se pueden ver de los dos lados. Esta es una historia que si bien es dramática, también es muy positiva, porque al final triunfó la vida. Nuestra lucha fue por la vida.

—¿Te sientes más afortunado por haber sobrevivido al accidente aéreo o por haber soportado 70 días en la cordillera en esas condiciones?

Haber soportado los 70 días. Yo creo que nací el 13 de octubre de 1972, cuando se cayó el avión, porque ahí me di cuenta de las capacidades que yo tenía y que no me daba cuenta que las tenía. Yo era un chico que venía malcriado, consentido, caprichoso, que no servía para nada y de pronto me di cuenta que si no me ponía las pilas, si no empezaba a encontrar mis propios recursos, no sobreviviría. Es más, me volvería a subir a ese avión siempre y cuando no muera nadie. Lo digo porque para mí fue un aprendizaje. También para la gente: te asombrarías si vieras los miles y miles de correos que recibo todos los días de personas que están peleando por diferentes cosas y se sienten inspirados por esta historia.

—¿Sentiste en algún momento que ese fuego interno de la esperanza se apagaba?

Eso fue un tema netamente grupal. El grupo no solo sirve para cosas materiales, sino también para cosas espirituales. En los Andes, compartir el dolor hacía que sea menos intenso, y cuando uno compartía la alegría, esta era mayor. No pudo haber sido una historia individual. Es una historia de trabajo en equipo, de toma de decisiones, de tolerancia a la frustración, de adaptación al cambio.

—Entonces eran como un organismo colectivo. Si alguien decaía, el otro tenía que levantarlo.

Exactamente. Muchas veces yo decaí y otros me levantaron, y viceversa. Funcionaba maravillosamente así.

—Y eso es lo que se ve en la Sociedad de la Nieve…

Así es. ‘La sociedad de la nieve’ es un concepto de unidad. Además, el director le da voz a los muertos, cosa que es importante porque fueron parte de la historia tanto como los vivos. Recuerda que quien narra la película (Numa Turcatti) es uno de los que muere. Me parece que está bueno buscar ese concepto de unidad en un mundo dividido, por ejemplo, entre palestinos e israelíes o entre ucranianos y rusos.

Fotografía tomada por uno de los sobrevivientes durante la dura estancia en la cordillera. (Antonio Vizintín)
Fotografía tomada por uno de los sobrevivientes durante la dura estancia en la cordillera. (Antonio Vizintín)

—¿Cómo ha influido ese episodio de tu vida en tus posteriores decisiones como adulto y en lo que haces hasta hoy?

Influyó tanto que no me puedo desprender de la historia. Así como los Beatles están condenados a cantar ‘Yesterday’ todos los días, yo estoy condenado a contar esta historia, y la cuento con pasión. La gente la recibe con pasión y creo que ayuda. He dado más de mil conferencias en mi vida y te aseguro que la cuento como si fuera la primera, con la misma pasión porque es una historia apasionante. Por supuesto que también es dramática y trágica, pero maravillosa por la lucha del ser humano.

—En realidad uno puede dar más de lo que creía que podía.

Mucho más. Es esta historia la que dice que el ser humano común puede. Es una realidad contundente y eso es lo que tiene de importancia. Cuando yo te hablo de trabajo en equipo es porque realmente lo hubo, y cuando te digo que se puede, no es el “se puede” de los políticos. Nosotros pudimos y salimos adelante. Fueron 70 días, son más de dos meses a 25 grados bajo cero constantes. No hubo un momento de calorcito. Sin embargo, se pudo gracias a un grupo con un solo objetivo.

—Después de haber relatado tantas veces tu experiencia, ¿sientes que han madurado las emociones que te despiertan estos recuerdos?

Bueno, lo que pasa es que las emociones van cambiando de acuerdo al estado de ánimo que uno tenga. Hay veces que me emociono en alguna parte (de la historia) y a veces me emociono en otra parte, pero yo la cuento desde el corazón.

—¿Si alguien enfrenta hoy una situación similar a la que viviste, le darías algún consejo para mejorar esas posibilidades de supervivencia?

A mí no me gusta dar consejos. Me parece muy arrogante. Nosotros vivimos esa experiencia como grupo. Y creo que es la historia la que aporta cosas positivas.

Fuselaje del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que cayó en la cordillera de los Andes. (Archivo)
Fuselaje del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que cayó en la cordillera de los Andes. (Archivo)

—Volviendo al momento de la caída del avión, ¿por qué crees que sobrevivieron tantas personas?

Ni hablar de la suerte que tuvimos, también porque el avión se partió y quedó en la parte delantera que se desplazó como un trineo. Y bueno, quedamos los que estábamos ahí y la peleamos todos juntos. Es más, yo había cambiado el asiento un minuto antes y el que me cambió se murió. Por tanto, el que yo esté aquí vivo y él no también es una cuestión de casualidades. Y cuando veo hacia atrás, no puedo creer que sobreviviera un chico de 18 años que tenía niñera, que tomaba el desayuno en la cama, y que de repente se encontraba a 25 bajo cero, a 4200 metros de altura, sin recursos y sabiendo que no te buscan más.

—Dos miembros del grupo (Roberto Canessa y Fernando Parrado) van en busca de ayuda en el día 61. ¿Cómo fue esa espera hasta el rescate?

Debíamos mantener la esperanza. Si uno la perdía, el otro te levantaba. Justo hace poco me preguntaron “¿No tenían un plan B?” ¿Cuál plan B? Teníamos un solo plan. Eran ellos o nada más. Porque los preparamos a ellos. Les dimos lo mejores recursos que teníamos. Ellos sentían la responsabilidad sobre sus hombros.

—¿Hubo otro momento en tu vida más feliz que el rescate?

Sin duda ese (el rescate) fue el más feliz (vuelve a mostrar la cruz de su brazo). Era por lo que habíamos peleado. No por llegar a Hollywood, no por que me entrevisten, no por escribir libros, no por fama. Luché por volver a casa con mi mamá, mi papá y mi perro, que son las pequeñas grandes cosas, las que le dan el verdadero sentido a la vida. Eso es de lo que me agarré y de lo que me agarro ahora.

La conferencia de Carlitos Páez tendrá lugar el 17 de octubre en el Jockey Club como parte del evento People Day by Buk.

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