La Guerra del Pacífico fue un capítulo que dejó una profunda huella en la historia del Perú. Y es que, además de ser derrotados, el hecho de perder a uno de los máximos símbolos de la resistencia contra el enemigo significó un duro golpe para el orgullo nacional.
Ocurre que el 8 de octubre de 1879, la captura del monitor peruano Huáscar y la muerte de su comandante, el almirante Miguel Grau, marcaron un punto de inflexión en este conflicto bélico. Este evento, conocido como el Combate de Angamos, tuvo repercusiones significativas tanto en Chile como en Perú y Bolivia.
Cara y sello
En Chile, la noticia de la captura del Huáscar fue recibida con euforia y alivio. Según el historiador venezolano Jacinto López en su libro “Historia de la guerra del guano y el salitre” (1930), diversas crónicas de la prensa chilena de la época resaltan la alegría popular y el alivio gubernamental y militar por haber eliminado el principal obstáculo para la invasión terrestre.
Las declaraciones de los líderes del gobierno y del ejército chileno, así como de escritores e historiadores, subrayan la importancia decisiva del Huáscar en la guerra. La captura del monitor fue celebrada con una serie de festividades y peregrinaciones populares para ver los restos del buque en las aguas de Valparaíso.
En contraste, en Perú y Bolivia, la pérdida del Huáscar fue vista como una terrible desgracia nacional. El duelo público y las declaraciones oficiales reflejaron la magnitud de las consecuencias de esta pérdida.
El Congreso del Perú decretó la construcción de un monumento en honor a Miguel Grau, y sus restos fueron depositados en un mausoleo construido por la nación. El general Juan Buendía, jefe del ejército aliado en Tarapacá, destacó el heroísmo de los combatientes del Huáscar en una proclama al ejército.
Les salvó la vida
El impacto económico de la guerra también fue significativo para Chile. Según el ministro de Hacienda, Antonio Matte, el mantenimiento y pago de un fuerte ejército y una escuadra en campaña superaban la capacidad económica de la república.
La captura del Huáscar permitió al gobierno chileno movilizar su ejército y aliviar la presión económica. El presidente Aníbal Pinto y otros miembros del gobierno consideraban que la subsistencia del Huáscar era un gran estorbo para las operaciones militares chilenas.
La victoria en Angamos resolvió varios problemas para Chile, incluyendo la cuestión económica y la amenaza de una revolución interna. Santa María, un alto funcionario chileno, expresó que la inacción podría llevar a conflictos serios que pondrían en peligro la existencia del gobierno. La captura del Huáscar permitió a Chile proceder con la ocupación de puertos en el departamento de Tarapacá y avanzar en sus operaciones militares.
Fiesta nacional
En Valparaíso, la llegada del Huáscar capturado fue un evento de gran celebración. La ciudad se engalanó con banderas y se realizaron desfiles y ceremonias en honor a la victoria. La bandera peruana del Huáscar fue entregada en una ceremonia solemne en la iglesia del Espíritu Santo, donde se cantó un Te Deum en agradecimiento por la victoria.
En Santiago, la noticia de la captura del Huáscar también fue recibida con gran entusiasmo. Se realizaron desfiles, discursos y celebraciones en toda la ciudad. El presidente de la república y otros altos funcionarios participaron en las festividades, que incluyeron un Te Deum en la catedral de la ciudad.
La captura del Huáscar y la muerte de Miguel Grau tuvieron un impacto duradero en la Guerra del Pacífico y en la historia de los países involucrados. La victoria en Angamos permitió a Chile avanzar en sus objetivos militares y consolidar su posición en el conflicto, mientras que Perú y Bolivia enfrentaron las consecuencias de la pérdida de uno de sus principales activos navales.