La educación superior en el Perú se encuentra en un punto de inflexión. La demanda de profesionales cada vez más cualificados y adaptados a las exigencias del mercado laboral global contrasta con una realidad preocupante: una significativa porción de nuestros egresados universitarios no encuentra empleo en el campo para el que se formaron. Esta brecha entre la academia y el mundo laboral es un desafío que requiere una respuesta urgente y transformadora.
Según datos del INEI, en 2023, el 44% de los jóvenes que contaban con un título universitario no estaban trabajando en el campo para el que estudiaron, lo que evidencia una crisis de empleabilidad. Paralelamente, un estudio de PwC Perú señala que el 68% de los empleadores locales identifica una brecha significativa en competencias digitales y creativas entre los egresados. Estos hallazgos nos alertan sobre la necesidad de repensar nuestros modelos educativos y alinearlos con las demandas actuales del mercado laboral.
A nivel global, el Foro Económico Mundial advierte que el 50% de los empleados necesitarán nuevas habilidades para 2025 debido a la automatización, el avance de la inteligencia artificial y la transformación digital. Este escenario nos plantea un desafío aún mayor: formar profesionales no solo con conocimientos sólidos en su área de estudio, sino también con habilidades transversales que les permitan adaptarse a un mundo laboral en constante evolución.
Carreras no están alineadas a las demandas actuales
En este contexto, las universidades peruanas enfrentan el reto de actualizar sus currículos con la rapidez necesaria para cerrar esta brecha. La mayoría de las carreras en nuestro país no están alineadas con las demandas actuales y futuras del mercado laboral, y solo el 24% de las empresas locales reportan que los egresados universitarios llegan preparados para enfrentar desafíos del mundo real.
¿Cómo podemos revertir esta situación y formar profesionales que sean agentes de cambio y generen un impacto positivo en la sociedad? La respuesta radica en una transformación profunda de nuestros modelos educativos, que ponga en el centro al estudiante y el proceso de formación de esas habilidades específicas que requiere el mundo de trabajo, y que integre de manera efectiva el conocimiento teórico con la práctica profesional temprana.
En ese sentido, se debe buscar desarrollar en los estudiantes un conjunto de habilidades y competencias clave:
- Colaboración auténtica, los estudiantes deben estar preparados para trabajar en conjunto con otros, de manera proactiva y comprometida, revisando los objetivos planteados en equipo y demostrando apertura a nuevas ideas.
- Creatividad para alcanzar metas, los alumnos deben producir ideas creativas desde distintas perspectivas y diversas alternativas para afrontar situaciones demostrando flexibilidad cognitiva, sensibilidad a los detalles y habilidad para reestructurar escenarios, innovando enfoques y paradigmas.
- Adaptación al entorno, los jóvenes deben tener la capacidad de adaptar sus comportamientos, estrategias o enfoques a las demandas y tendencias del entorno local y global, sin perder de vista el objetivo de aportar al bienestar común y al desarrollo sostenible.
- Pensamiento crítico, necesitan también evaluar la información utilizando de manera responsable y ética nuevos enfoques y tecnologías para tomar decisiones informadas, manteniendo una actitud de curiosidad intelectual.
- Investigación, los estudiantes pueden desarrollar investigaciones de manera sistemática, definiendo conceptualmente las variables y conceptos, y realizando una búsqueda exhaustiva de fuentes de información, integrando múltiples paradigmas y enfoques metodológicos, y analizando fuentes de información de primer orden.
Todo esto empleando instrumentos válidos, confiables, y procesando los datos para contrastarlos con los marcos teóricos, aplicando métodos y técnicas de investigación adecuadas que les permitan defender su postura paradigmática en relación con otras. Estas son precisamente las competencias que desarrollamos a través del modelo educativo brindado en nuestra universidad.
Además, hemos implementado diversas estrategias para fortalecer la vinculación con el sector productivo, la más importante es el desarrollo de una red de aliados, mediante la cual cada período académico diversas instituciones presentan a nuestros estudiantes retos reales a ser resueltos como parte del desarrollo de los cursos. A través del desarrollo permanente de estos retos, nuestros estudiantes tienen la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos y desarrollar habilidades profesionales en entornos reales.
Estamos convencidos de que, al formar profesionales con estas competencias, estaremos contribuyendo a la construcción de un país más competitivo y sostenible. Sin embargo, este es un desafío que requiere un esfuerzo conjunto de todas las instituciones educativas, públicas y privadas, el sector productivo y el Estado.