Pronósticos inciertos frente al cambio climático

¿Estamos subestimando la capacidad de pago de clientes que podrían estar más propensos a disrupciones en sus negocios producto de eventos climáticos adversos?

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Tres ciudades peruanas registran 171, 163 y 157 en el índice de calidad del aire (ICA), niveles que se consideran perjudiciales para la salud, según IQAir | Foto composición: Infobae Perú
Tres ciudades peruanas registran 171, 163 y 157 en el índice de calidad del aire (ICA), niveles que se consideran perjudiciales para la salud, según IQAir | Foto composición: Infobae Perú

Por muchos años, me dediqué a enseñar sobre el uso de métodos econométricos como una herramienta para entender la manera cómo se toman las decisiones económicas. Uno de los conceptos que más me gustaba introducir en mis alumnos era que el pasado no siempre es un buen predictor del futuro. Este concepto lo vemos con mucha más frecuencia de lo que uno podría imaginar, sobre todo en estos últimos años de transformación exponencial, donde la aceleración de los cambios debido a innovaciones tecnológicas o eventos sin precedentes alteran por completo las predicciones de muchos. Y lo más importante es que cambian la realidad de muchos más. Pensemos en ejemplos tan tangibles como el número de trabajadores que hoy hacen trabajo híbrido, un término que no significaba nada hace solo cinco años. También, la enorme reducción en viajes de negocio, ya que se ha hecho evidente la conveniencia del uso de reuniones virtuales sobre un gran rango de reuniones que antes eran necesariamente presenciales.

De igual forma, para las empresas del sector financiero, siempre ha sido complejo hacer una correcta evaluación de los riesgos, y uno de esos elementos que ahora lo hace aún más desafiante es el cambio climático. Los especialistas en el tema han señalado que lo que estamos viviendo, el progresivo calentamiento de la Tierra, va a tener consecuencias de carácter catastrófico. No nos referimos a un escenario de extinción, sino a una mayor recurrencia de eventos climáticos extremos, como ya lo venimos observando. Hoy en día son más frecuentes los episodios de sequías prolongadas, fríos extremos, olas de calor, oleajes anómalos, y un largo etcétera que provocan disrupciones muy significativas en los planes y presupuestos de los negocios.

Dado esto, lo lógico es cuestionar si las instituciones del sector financiero están considerando de manera correcta los posibles escenarios. Cuando una institución financiera subestima un riesgo, puede verse afectada por sus decisiones. Por ejemplo, ¿estamos subestimando la capacidad de pago de clientes que podrían estar más propensos a disrupciones en sus negocios producto de eventos climáticos adversos? Quienes compramos bonos de dichas instituciones podríamos enfrentar interrupciones en los pagos.

Las instituciones financieras tienen un rol fundamental en ayudar a sus países a reducir el potencial impacto del cambio climático. Por un lado, poniendo el precio correcto a los riesgos se estará fomentando que las empresas no financieras actúen en consecuencia. Si me va a costar más un crédito o un seguro para mis operaciones porque no tengo ningún plan frente a los riesgos climáticos, seguramente voy a estar interesado en escuchar posibles acciones de mitigación. Si la banca y los seguros están dispuestos a ayudar a los negocios a transitar la elevación de los riesgos climáticos, tendremos una economía más resiliente. La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP ha presentado su visión sobre cómo bosquejar la regulación de las finanzas sostenibles. Ahora es turno de las empresas no financieras de repensar qué tan preparadas están para escenarios más desafiantes.

Eduardo Morón, presidente de Apeseg
Eduardo Morón, presidente de Apeseg
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