Cuando una start-up se plantea la posibilidad de levantar capital, uno de los primeros aspectos que debe considerar es la proyección financiera. Para los inversionistas, esta no solo es una hoja de ruta hacia el crecimiento, sino también una señal de la seriedad y realismo de los fundadores respecto al futuro de su empresa. Las proyecciones financieras creíbles parten de una sólida comprensión de los unit economics (UE), un concepto que permite descomponer las operaciones de la empresa en sus componentes más básicos y evaluar su rentabilidad de manera detallada. Desde hace algunos años, los inversionistas prestan atención a estos cálculos porque los ayudan a medir si el negocio tiene el potencial de escalar de manera sostenible.
En su versión más simple, los UE analizan los ingresos y costos por unidad de producto o servicio, lo que proporciona una visión clara de cuán eficiente es la operación a nivel unitario. El objetivo es entender cuánto cuesta producir una unidad y cuánto genera en ingresos. A partir de esta base, puede construirse una proyección que incluya los estados financieros tradicionales (estado de resultados, balance y flujo de caja). Si los UE son sólidos, permiten definir premisas más creíbles sobre el crecimiento futuro, la expansión del mercado y la escalabilidad del negocio.
El establecimiento de estas premisas es limitado porque los emprendimientos no siempre cuentan con datos históricos suficientes para respaldar sus proyecciones. Aquí entra en juego el arte de plantear supuestos razonables. Una proyección creíble no se basa en el optimismo, sino en una cuidadosa consideración de variables que afectan el negocio. Los supuestos deben girar en torno a la capacidad de adquirir clientes, el coste de retención, la eficiencia operativa y las dinámicas del mercado en las que compiten. Es esencial entender a profundidad estos aspectos al construir el modelo financiero, ya que cualquier inconsistencia o exceso de optimismo será detectado con rapidez por los inversionistas, sobre todo aquellos más experimentados, y con un deal flow abundante y constante.
Entre los aspectos a los que prestan más atención los inversionistas, destacan la tasa de crecimiento de los ingresos y la proyección de gastos. Aquí, las start-ups pueden caer en la trampa de sobrestimar sus ingresos o subestimar sus costos. El uso de datos de mercado, benchmarks y ejemplos de empresas similares puede crear un marco más realista. Por ejemplo, los costos de adquisición de clientes (CAC) y el valor de por vida del cliente (LTV, por sus siglas en inglés) son dos métricas fundamentales para respaldar la credibilidad de una proyección. Un inversionista buscará señales de que el negocio puede lograr un LTV significativo, en comparación con CAC, lo que constituye un indicador de la eficiencia y rentabilidad futuras.
La proyección del estado de resultados debe basarse en el análisis de cuántos clientes se espera adquirir y retener, la evolución de los ingresos por cliente y el comportamiento de los costos a medida que la empresa crece. Los costos fijos también son clave. Si la empresa los mantiene bajo control mientras escala, su margen operativo mejorará, lo que resulta atractivo para los inversionistas.
Además de los UE, los inversionistas suelen pedir información sobre el entorno competitivo, las barreras de entrada y la capacidad del equipo para ejecutar el plan de negocio. Aunque las cifras son importantes, el equipo fundador debe ser capaz de defender sus proyecciones con números y una narrativa sólida que demuestre cómo llegarán a esas metas. Una buena señal de que esto ha merecido suficiente análisis consiste en la presentación en formato mensual del estimado de ingresos, al menos para el primer año, y proyecciones financieras a tres o cinco años.
Un error común es ignorar contratiempos o escenarios negativos. Los inversionistas experimentados saben que pocas empresas cumplen sus proyecciones de crecimiento iniciales. El hecho de incluir análisis de sensibilidad que muestren el impacto de variaciones en costos o ingresos demuestra que los fundadores están preparados para distintos escenarios.
Mientras el ecosistema de start-ups se vuelve más competitivo, las proyecciones financieras ya no son solo un trámite, sino un elemento diferenciador clave a la hora de captar inversión. Los fundadores deben entender que, aunque los números pueden cambiar a medida que el negocio avanza, los inversionistas buscan una demostración clara de que la empresa puede generar valor de manera sostenible y que tiene el control de sus métricas clave. ¿Qué otros consejos brindarías a los encargados de elaborar proyecciones financieras en las start-ups?