En nuestra frenética cotidianidad, es fácil pasar por alto las dificultades que enfrentan muchas mujeres embarazadas y niños en diversas partes del mundo. En Latinoamérica y el Caribe, cada día se pierden 255 vidas de recién nacidos debido a la falta de acceso a atención médica adecuada durante el periodo neonatal. Esta alarmante realidad nos recuerda la necesidad urgente de combatir las desigualdades en el acceso a la salud.
He tenido la oportunidad de presenciar de primera mano las condiciones difíciles que enfrentan las mujeres embarazadas y familias en poblaciones remotas y vulnerables en mi visita a Loreto, donde la distancia geográfica, la falta de recursos económicos y las condiciones de precariedad complican el acceso a la atención médica, especialmente para las mujeres embarazadas y los recién nacidos.
En la comunidad de Zungaracocha, pude presenciar la notable labor que se realiza para mejorar los cuidados de la primera infancia. Desde capacitaciones a profesionales de salud hasta la promoción de políticas públicas más inclusivas. Recorrimos postas y centros de cuidados y fuimos parte de las intervenciones que se realizan para ayudar a que más pequeños crezcan sanos.
La concientización y educación del Método Mamá Canguro juega un papel importante en esta labor. Esta acción que fomenta el contacto piel con piel entre el bebé y su madre o padre, este simple pero poderoso gesto ayuda a regular la temperatura del recién nacido, estabilizar su frecuencia cardíaca y respiratoria, y fortalecer su sistema inmune, reduciendo significativamente las tasas de mortalidad infantil, especialmente en bebés prematuros.
La experiencia de conocer de cerca estas iniciativas ha sido profundamente reveladora y motivadora. Más allá de la gratitud y el orgullo que siento por ser testigo de esta labor, reafirmo mi compromiso de seguir compartiendo estas historias, sumada a los diversos esfuerzos de esta alianza, que ha logrado un impacto tangible en la vida de más de 70 mil infantes a nivel nacional, y en los próximos tres años, tiene como objetivo llegar a 46 mil más. Porque la primera infancia debe ser protegida con el mayor de los cuidados.
En un país donde el acceso a la salud es un desafío diario para miles de familias, la alianza entre UNICEF y Kimberly Clark es un ejemplo de cómo la colaboración puede transformar vidas, brindando esperanza a aquellos que más lo necesitan. Estas acciones permiten que más bebés puedan sobrevivir a sus primeros 100 días de vida, un periodo crítico donde los cuidados adecuados marcan la diferencia para el futuro desarrollo del bebé.