La seguridad del paciente es fundamental en cualquier sistema de atención médica. Se trata de seguir un conjunto de prácticas, procesos y protocolos que ayuden a prevenir errores, reducir riesgos y evitar daños innecesarios durante la prestación de servicios de salud. Al garantizar una atención segura y de calidad, se minimiza los posibles problemas que pueden surgir con los diagnósticos, tratamientos o procedimientos, protegiendo el bienestar de los pacientes.
La atención médica, ya sea ambulatoria u hospitalaria, implica altos riesgos. En el año 2000, el libro Errar es humano reveló que en Estados Unidos la mortalidad por errores médicos superaba a la causada por accidentes de tránsito, cáncer de mama y SIDA. Ante esta situación, la OMS lanzó en 2004 la Alianza por la Seguridad del Paciente, promoviendo prácticas como la correcta identificación de pacientes, la cirugía en el lugar adecuado y la higiene de manos para prevenir infecciones. Los centros de salud deben centrar su atención en evitar daños en los pacientes durante su tratamiento.
Este año, el Día Mundial de la Seguridad del Paciente, se centra en el lema “Diagnósticos correctos, pacientes seguros”, destacando la importancia de un diagnóstico preciso para evitar errores médicos. “Uno de los principales desafíos en la atención sanitaria es el diagnóstico incorrecto, siendo responsable del 16% de los daños prevenibles. Esto subraya la necesidad de mejorar este proceso”, sostiene el Dr. Javier Villalobos Arellano, médico auditor de Oftálmica Clínica de la Visión.
Los principales riesgos asociados a la seguridad en la atención médica pueden surgir debido a la falta de información completa sobre el historial del paciente, diagnósticos incorrectos o fallos en la interpretación de los resultados. Otros riesgos comunes incluyen la administración incorrecta de medicamentos y la falta del seguimiento adecuado de los tratamientos. En el caso de la atención oftalmológica, debido a la delicadeza de los ojos, estos errores pueden derivar en infecciones, pérdida de visión o daños irreversibles, con consecuencias graves para la salud del paciente.
Protocolos para garantizar una atención médica segura
Ante este contexto, los centros de salud deben implementar prácticas y protocolos clave para garantizar una atención médica segura y de calidad:
- Identificación precisa del paciente (nombre, apellidos y número de documento de identidad).
- Comunicación clara entre los profesionales de la salud, evitando indicaciones verbales y entregando un consentimiento informado para respetar la autonomía del paciente.
- Administración de medicamentos con indicaciones detalladas por escrito.
- Cirugía segura y en el lugar correcto.
- Higiene de manos rigurosa entre paciente y paciente, y antes de cualquier procedimiento invasivo para reducir el riesgo de infecciones.
- Entorno seguro, con equipamiento en buen estado, áreas limpias y libres de obstáculos para evitar caídas.
El dr. Villalobos, afirma que la capacitación en seguridad del paciente es fundamental, pero destaca que los profesionales de la salud deben ofrecer atención con calidez y en conformidad con normas establecidas a nivel nacional e internacional, como guías clínicas. La capacitación debe enfocarse no solo en procedimientos, sino también en la implementación de buenas prácticas y en el trato respetuoso y personalizado según la especialidad de cada profesional.
Primera Carta de Derechos de Seguridad de Paciente, a nivel mundial
La Carta de Derechos para la Seguridad del Paciente, emitida por la OMS, establece que tanto pacientes como familias tienen el derecho a participar activamente en la toma de decisiones, comprender y gestionar riesgos, y contribuir a la planificación y seguimiento del tratamiento. Los pacientes pueden elegir su opción preferida de atención, el profesional de salud y el establecimiento, así como rechazar la atención si así lo desean.
Según la OMS, el Plan de Acción para la Seguridad del Paciente 2021-2030 busca eliminar los daños evitables en la salud. Para alcanzar esta meta, es esencial la colaboración entre gobiernos, sociedades científicas, establecimientos de salud, profesionales y pacientes, asegurando el uso adecuado de los conocimientos y recursos disponibles en cada contexto.