El escritor peruano Jaime Bayly reflexionó sobre la muerte del exmandatario Alberto Fujimori, a través de un video publicado en su cuenta oficial de Youtube.El también presentador de televisión asegura que el autogolpe de Estado que cometió el entonces presidente, el 4 de abril de 1992, fue “una grosería, una obscenidad, un daño muy grande”.
Además, afirma que el exdictador cometió tres “errores capitales en su vida”, sin dejar de recordar que él se opuso a su candidatura en 1990. En ese momento, recuerda, apoyó a su contrincante, Mario Vargas Llosa.
El autogolpe de Estado
De acuerdo con el galardonado escritor, la primera gran equivocación de Fujimori fue perpetuar el autogolpe de Estado. En ello coincide con el periodista César Hildebrandt, quien también pensaba que podía haber llevado adelante su Gobierno sin recurrir al autoritarismo.
“Demostró además su falta de cultura histórica, no su falta de compromiso con los valores de la libertad y su incomprensión de que la democracia es un sistema que reparte el poder entre distintas instituciones”, explica.
Luego, indica que a pesar de que muchas personas justifican este acto, bajo la excusa de que “el Perú estaba mejor que cuando él entró”, no está de acuerdo con la decisión que tomó el entonces mandatario.
“Él podría haber hecho un Gobierno mucho mejor sin dar un golpe de Estado (...) Destruir la democracia, dar un golpe de Estado desde adentro, desde las entrañas mismas del poder es desde el punto de vista ético, desde el punto de vista legal, desde el punto de vista institucional, es una grosería, es una obscenidad, es un daño muy grande que se le hace al país y a sus futuras generaciones”, precisa.
“En abril de 1992, en ese momento, se convirtió en un dictador. Es verdad, era un dictador muy popular. O sea, 7 u 8 de cada diez peruanos amaba que Fujimori hubiera cerrado el Congreso”, agrega.
En esa misma línea, se reafirma en que, desde su postura, lo que hizo fue algo “impresentable” e “indefendible”, a pesar de que “los peruanos lo aplaudieron masivamente por falta de cultura democrática”.
El fraude electoral del año 2000
El segundo error que cometió el exjefe de Estado, según el escritor, fue cometer fraude electoral para ganar una segunda reelección, teniendo en cuenta que la Constitución de 1993, que él mismo promovió, le prohibía tener un tercer mandato.
“El 2000 se saltó a la garrocha olímpicamente de la Constitución. Se postuló lo que ya era un fraude y además consumó un amaño, perpetró una trampa, se robó la elección. Fue un error gravísimo”, comenta.
Luego de las multitudinarias protestas y de la revelación de los ‘Vladivideos’, donde se veía a su exasesor, Vladimiro Montesinos, sobornar con grandes cantidades de dinero a políticos y otros personajes, el presidente se vio acorralado y renunció desde Tokio por fax.
“Él tendría que haber dicho, ya cumplí, ya fui gobernante, presidente, autócrata, dictador. Ustedes elijan. Durante diez años me retiro, doy un paso al costado. ¡Cómo les cuesta a los políticos tan ensoberbecidos, tan envanecidos, tan envenenados de poder, cómo les cuesta dejar el poder! No, no pueden. No pueden dejar el poder y quieren seguir ahí, atornillados por tiempo indefinido. Y así le fue”, declara.
El regreso al Perú
Finalmente, Bayly apunta a que el último error que cometió Fujimori fue retornar al Perú desde Japón, para volver a la vida política. Recordó que no podía ser extraditado desde el país asiático, por lo que se cuestiona: “¿Por qué no se quedó allí?”.
“El ego, la soberbia, la vanidad, el apetito de poder. ‘Los peruanos me extrañan, los peruanos quieren que yo vuelva a ser presidente’. Entonces, no supo quedarse tranquilo. No supo decir, ya pasó mi hora, ya fui presidente diez años. Ahora me quedo tranquilo acá en Tokio y me lo paso bomba con mi familia, mi esposa, mis amigos están tranquilos. Además, muchos japoneses lo adoraban. ¿Cómo no se quedó allí?”, manifiesta.
En ese sentido, sostiene que Fujimori subestimó a la justicia peruana, ya que en lugar de llegar directamente a Lima, hizo una escala en Chile, donde lo detuvieron.
“Cuando un político ignora la historia, cuando un político se deja envenenar o intoxicar por el apetito insaciable de poder, cuando un político carece de la mínima humildad para saber cuando ha de retirarse, cuando un político no sabe dar un paso al costado por el bien de la patria, cuando ello es imperativo, entonces el político termina, como terminó Fujimori, repudiado por la mayoría de sus compatriotas y casi dos décadas privado de su libertad”, concluye.