Alberto Fujimori, el ingeniero que gobernó el Perú entre los años 1990 y 2000, murió hoy a los 86 años de edad. El también líder del fujimorismo falleció en su vivienda de San Borja rodeado de su familia luego que su salud se agravara en los últimos días. Desde su salida de prisión, donde pasó los últimos 15 años, el exmandatario manifestó su deseo de volver al poder junto a su hija Keiko Fujimori, pero una caída y rompimiento de cadera minó su salud y lo llevó a que se mantuviera en cama los últimos días de su vida.
La repentina e inesperada llegada de Alberto Fujimori a la escena política peruana no anunció que su figura se mantendría vigente por más de 30 años. Durante este largo periodo de tiempo, el ingeniero agrónomo descendiente de migrantes japoneses pasó de ocupar la presidencia de la República a vivir sus últimos días en una celda del penal del Barbadillo cumpliendo una pena por los crímenes cometidos durante su gobierno.
El acercamiento del patriarca de los Fujimori a puestos de poder se dio antes de su participación en las elecciones presidenciales de 1990. Seis años antes, en 1984 logró convertirse en recto de la Universidad Nacional Agraria La Molina, su alma máter. Su cuestionada gestión de la casa de estudios no le impidió presidir la Asamblea Nacional de Rectores desde 1987 hasta el año que decidió postular al más alto cargo público del país.
Por aquellos años, la ley electoral permitía a quien tentara la presidencia postular al mismo tiempo al Senado de la República. Este fue el caso de Alberto Fujimori, quien sin mayores expectativas se lanzó a la carrera entonces liderada por el escritor Mario Vargas Llosa. En sus memorias, “El pez en el agua”, el hoy premio Nobel de Literatura recuerda que no había oído el nombre de su contrincante sino hasta pocas semanas antes de la elección.
El “tsunami Fujimori” fue el nombre que se le dio al veloz respaldo popular que consiguió quien finalmente resultó ganador. Del 29.09% obtenido en la primera vuelta, el representante de Cambio 90 se hizo del 62.32% de los votos, un final aplastante para el laureado literato quien se había mantenido primero en todas las encuestas. En dicho comicio también participaron Henry Pease y Alfonso Barrantes.
Década convulsa
Las acusaciones por corrupción no tardarían en llegar tras el inicio de su mandato proviniendo incluso de su propia esposa. La fallecida Susana Higuchi reveló la presunta mala administración de donaciones del Japón del cual habrían salido beneficiados la familia de su esposo. El distanciamiento entre la pareja los llevaría a ser contrincantes en las siguientes elecciones, saliendo victorioso el entonces presidente.
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1992 es una año clave en la historia del Perú, sería el inicio de una marcada división entre aquellos a favor de las medidas de Alberto Fujimori y aquellos que no. El 5 de abril se quebraría el orden constitucional al disolver el Congreso y tomar el sistema de justicia. Desde aquel momento, el líder del fujimorismo se convertiría en un dictador que contaba con un indiscutible respaldo por parte de la población.
En la actualidad continúa el debate si acaso Alberto Fujimori fue un dictador hasta el final de su gobierno en noviembre del 2000 o si acaso se recuperó la senda democrática en 1995 cuando el 64.42% de la población lo respaldó para su segundo mandato. Lo que sí resulta seguro es que en dicho periodo de gobierno empezaron a ser más visibles los cuestionamientos a su presidencia y a quienes lo rodeaban, sobre todo su asesor.
Huída y retorno
Los opositores del gobierno de Fujimori serían duramente atacados por la prensa controlada por el Ejecutivo y a pesar de las constantes denuncias periodísticas de hombres y mujeres de prensa independientes, el presidente y su asesor Vladimiro Montesinos mantenían su poderío. El panorama cambió tras la presentación de los famosos ‘Vladivideos’, grabaciones donde se comprueban los actos de corrupción del gobierno que llevaba ya una década.
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La crisis generada por dicha revelación llevó a Alberto Fujimori a renunciar a la presidencia desde Japón, país al que había llegado tras participar de una cumbre Apec en Brunei. El gobierno fujimorista acabó, pero no sucedió lo mismo con la herencia política que dejó. Sus más allegados intentarían mantener vivo el capital político cultivado durante los noventa, pero sería la hija mayor del expresidente, Keiko Fujimori, quien tomaría la batuta.
Dicho grupo difundiría la narrativa de que el expresidente es el responsable de la derrota de Sendero Luminoso y de la recuperación de la crisis económica. Ambos temas serían materia de debates muchas veces no alturados y repetidos en diversas campañas electorales. La Constitución Política de 1993, nacida en medio de la dictadura fujimorista, también sería el origen de diversas discusiones que se mantienen vigentes.
Polémico indulto
Tras un intento fallido de convertirse en senador japonés, el expresidente regresó a Latinoamérica, pero esta vez a Chile, país donde fue detenido y desde donde fue extraditado para su posterior juzgamiento. Este recibió cinco sentencias entre ellas por la matanza de Barrios Altos y La Cantuta, el pago de US$ 15 millones a Vladimiro Montesinos por CTS y la compra de líneas editoriales y conciencia de congresistas.
Desde el fujimorismo, hoy bajo el nombre del partido Fuerza Popular, se insiste en que el expresidente es inocente de los crímenes por los cuales ha sido sentenciado. Si bien en varias oportunidades han criticado el autogolpe de 1992, en otras han procurado señalar que la mente detrás de los delitos cometidos en los 90 fue el asesor presidencial y no el hombre que portaba la banda rojiblanca.
Durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, en alianza con Kenji Fujimori, el expresidente le otorgó el indulto humanitario en plena nochebuena, lo que desató una serie de protestas y una crisis política que enfrentó a los hermanos Fujimori y a la política peruana. Posteriormente, este beneficio le fue revocado y tuvo que volver a prisión por otros años más.
En 2023, el Tribunal Constitucional aprobó el habeas corpus que le permitía a Alberto Fujimori recuperar su libertad y fue así que salió de prisión luego de más de 25 años.
“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) rechaza la decisión de Perú que ordenó la libertad al expresidente Alberto Fujimori, quien cumplía una condena por graves violaciones a los derechos humanos. Esto, en contravención de las obligaciones internacionales del Estado y en incumplimiento de las órdenes emitidas por la Corte IDH”, expresó la CIDH.
“El 4 de diciembre, el Tribunal Constitucional del país ordenó la liberación inmediata de Alberto Fujimori, basándose en un indulto presidencial concedido en 2017 “por razones humanitarias”. El exmandatario venía cumpliendo una condena de 25 años desde el 2009 como autor mediato de la masacre de quince personas en Barrios Altos, la desaparición forzada y ejecución de diez estudiantes de la Universidad La Cantuta, así como el secuestro de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer. En 2022, la Corte IDH ordenó al Estado no ejecutar la orden de libertad generada tras dicho indulto, debido a que determinó que no se cumplieron las condiciones determinadas en el marco de la supervisión de cumplimiento de las sentencias de los casos Barrios Altos y La Cantuta”.
La muerte de Alberto Fujimori no confirma el fin de su legado político. A pesar de los cuestionamientos a la carrera política de su hija y su partido, este mantiene representación en el Congreso. Sin embargo, dentro de este grupo se han registrado diversos quiebres. Algunos más allegados a la figura del patriarca han cuestionado la actitud de su hija mayor tras el indulto que recibió su padre en diciembre del 2017. Diversos acontecimientos políticos consiguieron que el exgobernante regrese a prisión donde aguardó el día de su muerte.