Alberto Fujimori murió este miércoles 11 de septiembre a la edad de 86 años. El expresidente peruano no logró recuperarse de la operación a la cadera a la que fue sometido hace unos días y del cáncer que padecía hasta el momento que obtuvo su libertad luego de pasar 15 años en prisión.
Además de haber sido presidente y luego dictador en el Perú, Alberto Fujimori también será recordado por haber intentado postular, sin éxito, al parlamento japonés, esto gracias a su doble nacionalidad y mientras se encontraba en Chile a la espera de la decisión de su extradición al Perú en el año 2007.
El fallecido exmandatario llegó a Santiago de Chile desde de Tokio dos años antes, en 2005, y esperaba poder luego entrar al Perú para volver a la vida política y evitar los juicios en su contra. Sin embargo, fue detenido por orden de un miembro de la Corte Suprema chilena, que emitió un auto de detención previa contra el expresidente, tras un requerimiento de la Embajada de Perú en Chile.
Mientras se llevaban a cabo los trámites de su proceso de extradición, Fujimori estuvo detenido entre el 7 de noviembre de 2005 y hasta el 18 de mayo de 2006, cuando la Corte Suprema chilena le otorgó la libertad bajo fianza, aunque tenía orden de arraigo que le impedía salir de territorio chileno.
Un salvavidas que no funcionó
Atrapado en Chile y con un proceso de extradición avanzado, Fujimori decidió aceptar postular como candidato al Senado de Japón, por la agrupación política de extrema derecha llamada Kokumin Shintō (“Nuevo Partido del Pueblo” en japonés), una bancada menor que entonces tenía solo 4 escaños de 242 de la cámara alta.
Su ausencia física en la campaña era suplida con un vídeo en el que, hablando despacio y en japonés con acento, prometía “jugarse la vida por el país de los samuráis”.
Además, la nueva esposa del ex mandatario, Satomi Kataoka -de quien luego se separaría- se presentó en un mitin del ‘Nuevo Partido de los Ciudadanos’ en representación del entonces candidato al senado Fujimori.
El ex dictador también dijo que iba a solucionar los problemas de Japón haciendo uso de su “experiencia como presidente en el Perú”.
Su campaña tomó el título de la película de Tom Cruise: El último samurái; e iba acompañada de una foto suya con chaleco antibalas y las manos en alto tomada tras el operativo Chavín de Huántar en la residencia de la embajada de Japón en Lima en 1997.
Apoyo insuficiente de los japoneses
Un especialista en Política Latinoamericana de la Facultad de Leyes de la Universidad de Tokio, Kazuo Ogushi, comentó por entonces a la Agencia EFE que la idea generalizada entre los japoneses sobre Fujimori era la de “un hombre muy simpático que nunca ha hecho nada malo”.
“La parte controvertida de Fujimori solo preocupa a los intelectuales japoneses o a los periodistas”, señalaba el profesor Ogushi que además consideraba la candidatura como una patraña para evadir la justicia.
En tanto, el ex titular de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Fernando Tuesta Soldevilla, calificó por entonces como una ‘estrategia salvavidas’, la invitación al expresidente para participar como candidato en las elecciones a la Cámara Alta.
“En el escenario de que (Alberto) Fujimori crea y considere que en realidad la extradición es inevitable, y que a través de un proceso él será juzgado y condenado, quizá la estrategia sería un ‘salvavidas’ de Japón, porque si no tiene impedimentos, postula y sale elegido, ya no sería un súbdito del emperador sino un representante del pueblo. Con esto tendría una protección por parte del Estado japonés, y lo podría hacer en tanto el proceso de extradición demore o el caso judicial no termine”, señalaba Tuesta Soldevilla en declaraciones a El Comercio.
En cambio, para los fujimoristas, como el entonces congresista Carlos Raffo, con la postulación de su líder el fujimorismo tomaba “talla internacional”, ya que “el fenómeno de la globalización también se da en la política”, decían. “Trascenderá sus propias fronteras”, “es una oportunidad que abre múltiples posibilidades de apoyo real al Perú”, “lo estamos dando prestadito nomás al Japón” señalaba para defender a Fujimori de quienes también veían en esa candidatura una forma de traición a la patria.
Rotundo fracaso y cárcel
Las elecciones se realizaron el 29 de julio de 2007 y resultó un fracaso total para el candidato Fujimori, quien no obtuvo representación parlamentaria alguna.
El expresidente logró 51.612 votos y fue el cuarto candidato del NPC con mayor apoyo, según Tokyo Broadcasting System. Estas cifras hicieron imposible que Fujimori logre un escaño en la Cámara alta nipona.
En agosto de 2007 se decretó el arresto domiciliario de Fujimori, tras una petición de las autoridades peruanas. La mañana del 21 de septiembre de 2007, la segunda sala de la Corte Suprema chilena anunció que se había acogido la solicitud de extradición de Fujimori. Siete de las 13 acusaciones por delitos presentados contra Fujimori habían sido aprobadas: cinco por casos de corrupción, y dos por faltas a los derechos humanos (lesa humanidad).
El 22 de septiembre de 2007, Alberto Fujimori fue extraditado al Perú. Luego se darían las numerosas sentencias en su contra. En enero de 2010 fue confirmada la sentencia a 25 años de prisión por violaciones de los derechos humanos por la cual pasó varios años encarcelado en la Diroes, donde permaneció hasta el año 2017, cuando el expresidente Pedro Pablo Kuczynski le otorgó un polémico indulto humanitario que fue discutido hasta diciembre del año 2023, cuando el Tribunal Constitucional ordenó su liberación.