
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, promovido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta fecha tiene como objetivo generar conciencia sobre la prevención del suicidio, reducir el estigma asociado a la ideación y actos suicidas, y fomentar acciones que puedan salvar vidas y proteger a las familias afectadas.
El suicidio es un grave problema de salud pública. Según la OMS, cada año más de 700.000 personas pierden la vida por mano propia, lo que lo convierte en una de las principales causas de muerte a nivel mundial, especialmente entre jóvenes de 15 a 29 años, donde es la cuarta causa de muerte.
En Perú, entre enero y julio de 2024, el Ministerio de Salud reportó 1.320 intentos de suicidio, lo que representa un incremento del 8 % en comparación con el mismo periodo en 2023. Las regiones con más casos reportados son Lima y Arequipa.
Además, el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC), informó que, entre 2018 y 2023, se registraron al menos 7787 intentos de suicidio en el país. De estos casos, el 69 % correspondió a mujeres, y el 47 % a jóvenes de entre 18 y 29 años.
Cada vida perdida impacta de manera devastadora a las familias y comunidades, subrayando la necesidad de abordar este problema con seriedad y empatía. Es esencial considerar no solo a la persona que decide suicidarse, sino también a sus seres queridos y al entorno social afectado.

El lema del Día Mundial de la Prevención del Suicidio 2024-2026, “Cambiar la narrativa”, busca derribar barreras como el estigma y fomentar una cultura de comprensión y apoyo para todas las personas involucradas en el acto suicida. La prevención de este problema social es una responsabilidad compartida que trasciende al personal de salud, como psicólogos, psiquiatras y médicos, requiriendo un enfoque global y multidisciplinario para abordarlo.
Una estrategia clave en la prevención es la identificación y evaluación temprana del riesgo. Los profesionales de la salud deben estar capacitados para reconocer señales de alerta, como cambios en el comportamiento, expresiones de desesperanza, aislamiento social y cambios repentinos de humor. Evaluar el riesgo implica hacer preguntas directas para ofrecer el soporte emocional necesario o buscar ayuda especializada.
Las intervenciones psicológicas juegan un papel fundamental en la prevención. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser efectiva para reducir los pensamientos y comportamientos suicidas, ayudando a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos. La terapia dialéctico-conductual (TDC) también es útil, especialmente para personas con trastornos de personalidad límite.
En algunos casos, las intervenciones farmacológicas son necesarias para tratar trastornos subyacentes como la depresión y la ansiedad. Los antidepresivos y ansiolíticos pueden ser parte de un plan de tratamiento integral, siempre bajo supervisión médica. Sin embargo, es necesario complementar la medicación con soporte terapéutico especializado, mejorando la calidad de vida y fortaleciendo el vínculo con la vida.
El apoyo social y el seguimiento continuo son esenciales para la recuperación de personas que son proclives a este problema. Las redes de apoyo, que incluyen familiares, amigos y grupos comunitarios, deben estar presentes de manera constante para prevenir recaídas. Las llamadas telefónicas regulares, visitas domiciliarias y citas de seguimiento pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Para pacientes reincidentes, que han intentado suicidarse previamente, es vital desarrollar planes de seguridad personalizados. Estos deben incluir estrategias para manejar crisis, una lista de contactos de emergencia y actividades que puedan calmar al paciente en momentos de angustia. Además, es fundamental abordar factores subyacentes como el abuso de sustancias y los trastornos de salud mental mediante un enfoque integral que combine tratamiento médico, apoyo psicológico y asistencia social.
El Día Mundial de la Prevención del Suicidio nos recuerda la importancia de la acción colectiva para prevenir este problema. A través de la educación, la intervención temprana y el apoyo continuo, es posible salvar vidas. Recordemos que la vida debe ser valorada y protegida al máximo.

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