El Tahuantinsuyo, conocido como uno de los más imponentes imperios precolombinos, no solo sobresale por su vasto territorio, sino también por la organización social, cultural y política que lo cimentó.
Su capital, Qosqo, hoy conocida como Cusco, fue el epicentro de un imperio que en menos de un siglo logró expandirse desde los Andes peruanos hacia gran parte de Sudamérica.
Los soberanos que lideraron este vasto territorio fueron conocidos como los Incas, una dinastía que conjugaba poder terrenal y divino, y cuyas decisiones marcaban el rumbo de millones de personas. Cada Inca no solo era el líder político y militar del Tahuantinsuyo, sino también una figura religiosa, considerado un hijo del Dios Sol, Inti, lo que les otorgaba una posición casi divina, similar a la que los faraones egipcios ocupaban en el antiguo Egipto.
Herederos del dios Inti
Los Incas, también llamados cápac inca o sapa inca, no eran simplemente gobernantes elegidos por sus cualidades físicas o habilidades de liderazgo; su ascenso al poder era un proceso complejo que involucraba rigurosos rituales religiosos y pruebas de aptitud, tanto física como moral.
El primero de estos soberanos, según la leyenda, fue Manco Cápac, mientras que el último fue el desafortunado Atahualpa, quien fue capturado y asesinado por los conquistadores españoles, a pesar de haber pagado un cuantioso rescate.
La selección de un nuevo Inca no dependía exclusivamente de la sucesión hereditaria, sino también de la aprobación divina. Se creía que Inti, a través de rituales sagrados, elegía al nuevo soberano.
Esta profunda conexión entre lo divino y lo humano convertía a los Incas en figuras de inmenso poder, responsables de la prosperidad y la estabilidad del Tahuantinsuyo.
La lista de los poderosos señores
La historia oficial de los Incas, que se encuentra registrada en los escritos de los cronistas coloniales, ha sido aceptada por historiadores contemporáneos, dividiendo a los soberanos en dos grupos: los Incas míticos y los Incas históricos.
Sin embargo, se ha debatido la posibilidad de que ciertos nombres hayan sido omitidos o eliminados de la historia oficial, lo que añade un velo de misterio a esta dinastía.
- Manco Cápac (1150-1178): Fundador del imperio y primer soberano, su nombre significa “Rico señor de los vasallos” o “Fundador poderoso”, según diferentes versiones. Su legado es considerado el cimiento sobre el cual se construyó el Tahuantinsuyo.
- Sinchi Roca (1178-1190): Conocido como el “Guerrero Magnífico” o “Príncipe prudente”, fue un líder fuerte y respetado que consolidó las bases de su predecesor.
- Lloque Yupanqui (1197-1246): Este Inca fue conocido como el “Zurdo Memorable”, destacándose por su carácter singular y su habilidad en la administración del imperio.
- Mayta Cápac (1246-1276): Su nombre, que puede traducirse como “El explorador poderoso” o “Donde está el poderoso”, refleja un gobernante cuya influencia se extendió en múltiples direcciones.
- Cápac Yupanqui (1276-1321): “Poderoso y memorable”, este Inca es recordado tanto por su esplendor en la gestión como por sus capacidades administrativas.
- Inca Roca (1321-1348): Este soberano, conocido como el “Magnífico Inca” o “Soberano valeroso”, fue un líder que destacó tanto en lo militar como en lo espiritual.
- Yawar Huaca (1348-1370): Su apodo, “El que llora sangre”, revela un periodo marcado por conflictos internos y desafíos que pusieron a prueba la solidez del imperio.
- Huiracocha Inca (1370-1430): Este Inca tomó su nombre en honor a una antigua divinidad andina, y su reinado estuvo marcado por su conexión con lo sagrado y lo místico.
- Pachacutec (1430-1478): Considerado “El transformador del mundo”, este soberano cambió el curso del Tahuantinsuyo, ampliando su territorio y estableciendo reformas que perdurarían en la historia.
- Amaru Inca Yupanqui (1478): Este breve gobernante es conocido por su aguda sabiduría, su nombre significa “Memorable soberano sagaz”.
- Túpac Yupanqui (1478-1488): “El memorable que va al encuentro”, fue un Inca cuya campaña expansionista llevó al imperio a su máxima extensión.
- Huayna Cápac (1488-1525): “El joven poderoso” fue un gobernante que consolidó el poder del imperio, preparando el terreno para su sucesor.
- Huáscar (1525-1532): Su apodo “Cadena de oro” refleja la riqueza y el esplendor de su corte, aunque su reinado también estuvo marcado por conflictos que debilitaron al Tahuantinsuyo.
- Atahualpa (1532-1533): “El venturoso en la guerra”, fue el último soberano inca, cuya trágica muerte marcó el fin del imperio. Su nombre, según algunas interpretaciones, también significa “Pájaro de la fortuna”.
La herencia de los incas en la época colonial
Con la llegada de los españoles, la estructura del Tahuantinsuyo fue desmantelada y los títulos y honores tradicionales fueron reemplazados por otros que respondían a los intereses coloniales.
Durante el Virreinato, la corona española otorgó el título de “Inca” como una recompensa a aquellos que colaboraron con la destrucción del imperio o que, como descendientes de los incas, aceptaron el bautismo y se sometieron al rey español.
Sin embargo, estas nuevas denominaciones, como el Alferazgo Real de los Incas, carecían de la profundidad espiritual y cultural que caracterizaba a los antiguos rituales andinos.
Finalmente, con la Constitución de 1826, estos títulos y las instituciones virreinales fueron abolidos, cerrando un capítulo en la historia de una de las civilizaciones más fascinantes de la América precolombina.
Los incas rivales que dividieron el imperio
Antes de la llegada de los españoles al territorio andino, el Imperio inca estaba sumido en una intensa rivalidad entre dos hermanos: Huáscar y Atahualpa. Esta disputa se originó tras la muerte de su padre, el inca Huayna Cápac, quien no dejó claro quién de los dos debía sucederlo. Huáscar se proclamó inca legítimo; mientras que Atahualpa, apoyado por los ejércitos del norte, rechazó esta designación, lo cual devino en un conflicto interno que dividió al Imperio.
La guerra entre los hermanos fue devastadora para el Tahuantinsuyo, en el sentido de que debilitó sus estructuras y dividió a su pueblo. Finalmente, Atahualpa logró capturar a Huáscar, consolidando su poder. Sin embargo, esta victoria fue efímera, ya que justo cuando Atahualpa se encontraba celebrando su triunfo, los españoles liderados por Francisco Pizarro llegaron al territorio incaico. Aprovechando la división interna, los conquistadores lograron someter al imperio con mayor facilidad.