La migración se ha intensificado en los últimos años, con más de la mitad de los peruanos evaluando seriamente la posibilidad de abandonar su país. La situación económica y la inseguridad ciudadana, que afectan la vida diaria, son los principales factores que impulsan esta decisión. A esto se suma la percepción de un futuro incierto y la frustración ante las constantes crisis políticas y sociales, llevando a muchos a buscar un mejor porvenir en el extranjero.
Una encuesta reciente de Ipsos, encargada por el diario Perú21, revela que el 57% de los peruanos encuestados a nivel nacional está dispuesto a dejar el país. Esta cifra, que en otras circunstancias podría parecer alarmante, es un reflejo de la realidad que atraviesa el Perú. No se trata solo de profesionales en busca de mejores oportunidades laborales. Estudiantes, empleados y hasta personas sin formación específica también están pensando en emigrar, impulsados por la misma desesperanza que parece haber calado en todas las capas sociales.
La Superintendencia Nacional de Migraciones reporta que, entre 2022 y junio de 2023, más de 415 mil peruanos dejaron el país. Según la encuesta, los estratos sociales A y B son los que más contemplan la posibilidad de migrar, con cifras de 67% y 72%, respectivamente. Sin embargo, la sensación de que el país ya no ofrece las condiciones mínimas para un desarrollo adecuado también afecta a los sectores más bajos.
Los jóvenes son los principales actores de la migración
Entre los grupos más dispuestos a emigrar, destacan los jóvenes. El segmento de 18 a 25 años lidera esta tendencia con un 76%, seguido de los peruanos de entre 26 y 42 años, que alcanzan un 59%. Para estos jóvenes, las expectativas de encontrar un futuro prometedor en su propio país parecen haber desaparecido. La mayoría de ellos sabe que la emigración implica enfrentar retos en otros países, donde las normas y las exigencias serán aún mayores. Sin embargo, parecen estar dispuestos a asumir estos desafíos, convencidos de que afuera podrán encontrar un camino que les permita desarrollar su potencial.
Un 46% de los encuestados menciona que la principal razón para dejar el país es la búsqueda de mejores oportunidades económicas. A este motivo le sigue la preocupación por la seguridad, con un 16% de las respuestas, y los estudios, con un 8%. Estos últimos factores son particularmente valorados por los estratos A y B, quienes también cuentan con los medios para realizar los planes de emigración. Aun así, solo el 17% de los encuestados tiene un plan concreto para dejar el Perú.
El costo de la fuga de talentos
El impacto de esta tendencia migratoria no es menor. La salida de jóvenes talentosos representa una fuga de capital humano que podría tener consecuencias significativas para el desarrollo del país a largo plazo. A medida que más jóvenes profesionales deciden buscar oportunidades en el extranjero, el país pierde una fuente invaluable de conocimiento y habilidades que podrían haber contribuido al crecimiento de la economía y la sociedad en general.
La educación superior en el país también se enfrenta a desafíos importantes. Mientras las universidades de baja calidad proliferan, aquellas que exigen un mayor nivel de competitividad se ven amenazadas por la disminución en el número de estudiantes dispuestos a enfrentar un ambiente académico riguroso. Este fenómeno genera una espiral descendente en la calidad educativa, lo que a su vez empuja a más jóvenes a buscar en el exterior lo que no encuentran en las instituciones nacionales.
Datos de la emigración peruana
De acuerdo con la Superintendencia Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), a finales de 2023 se estima que más de 3 millones 490 mil peruanos residen en el exterior, cifra que representa el 10,5% de la población total del país en 2022. La mayor parte de estos emigrantes se encuentra en Estados Unidos, España, Argentina y Chile, países que concentran el 86,8% de los peruanos que viven fuera de sus fronteras.
El 20,9% de los peruanos que emigran son estudiantes. Asimismo, el 15,5% de los emigrantes profesionales trabaja en el sector educativo como profesores, mientras que otros se dedican a la ingeniería, la administración de empresas, la enfermería y la contabilidad.