Lima, la capital del Perú, es una ciudad que ha ido experimentado muchos cambios con el paso de los años. Sin embargo, de los más trascendentales están los que realizó Ernesto Aramburú Menchaca, arquitecto de renombre y visionario urbanista, ya que dejó una huella indeleble en la ciudad a través de sus ambiciosos proyectos que transformaron la ciudad.
Entre sus obras más reconocibles están la Vía Expresa y el Circuito de Playas de la Costa Verde. Además, Aramburú también se dedicó a la política y supo dejar su huella en ese rubro. Y esta es su historia
Orígenes y formación
Nacido el 26 de agosto de 1920 en una familia de antigua tradición limeña, Aramburú provenía de un linaje vinculado estrechamente con la historia del Perú.
Su abuelo fundó el Diario La Opinión Nacional, y su bisabuelo fue alcalde de Lima. Esta herencia familiar de servicio público marcó el camino de Aramburú, quien se convirtió en una figura clave en el desarrollo urbano de la capital peruana.
Formado como ingeniero-arquitecto en la Universidad Nacional de Ingeniería, Aramburú se destacó tanto en el ámbito privado como en el público.
En el sector privado, desarrolló proyectos que iban desde edificios comerciales hasta residencias particulares, pasando por iglesias y establecimientos industriales.
Sus diseños no solo le valieron numerosos premios, sino que también contribuyeron significativamente al paisaje arquitectónico de Lima. Entre sus reconocimientos destacan las Medallas de Oro otorgadas por los municipios de San Isidro, Miraflores, Magdalena y Lima.
Visionario de las rutas de Lima
Sin embargo, fue en el ámbito público donde Aramburú dejó su mayor legado. Como alcalde del distrito de Miraflores y como funcionario en diversas municipalidades de Lima, encabezó proyectos que cambiaron el rostro de la ciudad.
Su obra más emblemática es, sin duda, la Vía Expresa del Paseo de la República, una imponente arteria vial que conecta el centro de Lima con los distritos del sur. Iniciada en 1966, esta vía a tajo abierto resolvió problemas de movilidad que, hasta entonces, habían obstaculizado el crecimiento ordenado de la capital.
La construcción de la Vía Expresa fue solo una parte de un plan urbanístico más amplio que Aramburú concibió para Lima. También diseñó y promovió la construcción de los puentes Santa Rosa y Ricardo Palma, que cruzan el río Rímac y mejoraron notablemente la conectividad de la ciudad.
Estos puentes no solo facilitaron el tránsito, sino que también impulsaron el desarrollo urbano en el distrito del Rímac, un área que hasta entonces había sido marginada.
Vamos a la playa
Otro de sus grandes proyectos fue la creación del Circuito de Playas de la Costa Verde, un ambicioso plan que buscaba transformar la franja costera de Lima en un espacio recreativo y turístico.
Este proyecto, que comenzó en 1968, incluyó la construcción de espigones para crear nuevas playas y ganar terreno al mar. Aunque el desarrollo de la Costa Verde ha sido lento y aún está en proceso, la visión de Aramburú sigue siendo fundamental para el futuro de Lima.
En el ámbito del planeamiento urbano, Aramburú también fue responsable del Plan Maestro de la Raqueta Central, un proyecto que tenía como objetivo mejorar la infraestructura vial y facilitar el tráfico en Lima.
Su enfoque visionario se reflejó en todas sus iniciativas, siempre buscando soluciones que no solo atendieran las necesidades inmediatas, sino que también proyectaran un crecimiento ordenado y sostenible para la ciudad.
La dedicación de Aramburú al servicio público fue reconocida con numerosas distinciones, entre ellas la Medalla el Sol de Oro en el grado de Comendador y la Orden al Mérito de la Guardia Civil.
Su labor como arquitecto y urbanista no solo transformó Lima, sino que también dejó un legado duradero que sigue siendo estudiado y valorado por profesionales y académicos en la actualidad.
Pensó en el futuro
El impacto de Aramburú en Lima no se limitó a sus proyectos de infraestructura. También jugó un papel crucial en la recuperación y preservación de espacios históricos y culturales, como el Parque Reducto, que transformó en un símbolo de la peruanidad.
Este parque, ubicado en Miraflores, conmemora la resistencia peruana durante la Guerra del Pacífico y fue restaurado bajo la dirección de Aramburú, quien vio en él una oportunidad para reforzar la identidad nacional.
A lo largo de su vida, Aramburú mantuvo una firme convicción en la importancia de la planificación urbana y la arquitectura como herramientas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Sus proyectos no solo respondieron a las necesidades del momento, sino que también anticiparon los desafíos futuros, buscando siempre integrar la modernidad con la funcionalidad y el respeto por el entorno.