Al conocer la biografía de Santa Rosa de Lima, resulta evidente por qué su figura ha pasado a la historia. Fieles, laicos y aquellos que albergan un toque de religiosidad en sus corazones pueden enumerar numerosas razones que respaldan esta afirmación, repetida en muchas ocasiones. Su legado es claro y ofrece a un sinnúmero de personas un ejemplo de fe y compromiso espiritual.
Pero, ¿cómo puede uno pasar a la historia? Las personas quedan grabadas en el relato histórico cuando sus acciones, ideas o contribuciones dejan una impresión duradera en la sociedad. Esta impronta puede surgir de distintos aspectos: un líder que impulsa un cambio considerable, un pensador cuya obra desafía el pensamiento convencional, o un artista que captura el espíritu de su tiempo. Al ser recordadas y estudiadas por generaciones futuras, estas figuras ofrecen lecciones y reflexiones que siguen siendo importantes.
En el caso de Santa Rosa de Lima, hay múltiples argumentos que respaldan la tesis de que ella ha pasado a la historia. Su vida y sus logros han dejado una impresión en la conciencia de la mayoría de los peruanos. Entre las razones que algunos sectores de la población peruana consideran para explicar por qué Santa Rosa de Lima es tan importante, están su genuina devoción religiosa, el impacto de su trabajo social y los milagros atribuidos a ella.
Habiendo establecido estos puntos, resulta pertinente exponer los hechos que respaldan la afirmación de que Santa Rosa ha pasado a la historia. Comprender estos elementos permitirá obtener una visión más clara de la importancia de esta mujer laica, cuya influencia trascendió fronteras. Como se sabe, durante el virreinato fue proclamada patrona de América y Filipinas, lo que pone de manifiesto aún más su importancia histórica y espiritual.
Santa Rosa de Lima, la laica que pasó a la historia
Isabel Flores de Oliva, más conocida como Santa Rosa de Lima, dejó una impronta en la historia por diversas razones, entre ellas los numerosos milagros que se le atribuyen. En la página del convento Santo Domingo, se resaltan algunos de estos prodigios, como la sanación de enfermos de viruela mediante sus oraciones, el surgimiento de agua de una roca, la liberación de Lima de un inminente ataque pirata, y su intervención en Filipinas, donde se dice que apareció para guiar a los locales que huían de los japoneses.
Independientemente de si el lector cree o no en estos milagros, lo cierto es que su padre sí lo hacía. En el libro “Santa Rosa de Lima” de José Antonio del Busto Duthurburu, el autor da a entender que el progenitor de Isabel Flores de Oliva sí era consciente de los milagros de su hija.
“El 20 de abril de 1618 ―ocho meses después de fallecida su hija Rosa― elevó un escrito al Rey solicitándole mercedes dada su precaria situación económica. Expuso haber servido a la Corona durante 78 años, ser el último sobreviviente de la compañía original de arcabuceros del virreinato, y añade los méritos de su difunta hija Rosa”, escribió.
Con respecto a la última parte de la cita, el investigador Guillermo Lohmann Villena dio a conocer lo que habría escrito Gaspar Flores, padre de Santa Rosa, en la solicitud enviada al Rey: “Por los muchos milagros que hizo en vida y muerte”.
Quien también reconoció los milagros de Santa Rosa de Lima fue el papa Clemente X, quien la canonizó en 1671 y la elevó como la principal patrona del Nuevo Mundo (América). De esto da cuenta la historiadora Ybeth Arias, quien dijo lo siguiente en el programa ‘Sucedió en el Perú’ de TV Perú:
“En el primer estado, que es la beatificación, se aceptan cinco milagros. En la (etapa de) canonización se aceptan cuatro milagros. Lo interesante de estos últimos es que fueron hechos fuera de América, estamos hablando de ciudades de Amberes, Sevilla, entre otros. Muchos están relacionados con curaciones milagrosas”, dijo.
Es menester señalar que tres años antes de que fuera canonizada, el papa Clemente IX la beatificó, y poco tiempo después fue designada como patrona principal de Lima y los reinos del Perú. A esto se suma que el 11 de agosto de 1670, la religiosa fue reconocida como patrona de toda América y Filipinas.
A propósito de los términos técnicos usados en párrafos anteriores, es importante mencionar que en la Iglesia católica, el proceso de beatificación es el primer paso para reconocer a una persona como santo. En esta fase, se investiga la vida del candidato y se verifican milagros atribuidos a su intercesión. Si los resultados son favorables, se le otorga el título de ‘beato’, lo que le confiere su veneración a nivel local. Posteriormente, la canonización representa el siguiente escalón, donde se evalúan más evidencias y milagros. Si se determina que el beato ha demostrado una santidad de alcance universal, se le declara santo, lo que permite su veneración en toda la Iglesia y su inclusión en el calendario litúrgico.
Otra razón destacada por la cual Santa Rosa de Lima permanece en la memoria histórica es su proclamación como patrona de América y Filipinas. Este reconocimiento no solo subraya su impacto y relevancia espiritual en dos continentes, sino que también refleja la importancia de su figura como símbolo de devoción y fortaleza.
En el programa ‘Sucedió en el Perú’ de TV Perú, el historiador Ramón Mujica puso de manifiesto la importancia de la santa peruana. “Santa Rosa significó diferentes cosas para los distintos grupos sociales. Para los españoles, ella era el primer fruto de la santidad americana. La Corona española había cumplido su misión; es decir, la evangelización había sido un éxito. La santidad fue posible en América gracias a la conquista española, ese era el discurso de los españoles”, aseveró.
Motivos de carácter personal
Santa Rosa de Lima también sobresalió por cualidades que, aunque percibidas por un selecto grupo, desempeñaron un papel medular en su trascendencia histórica. Sus virtudes y el impacto de su vida fueron reconocidos por unas pocas personas en su tiempo, quienes vieron en ella una figura de singular devoción y fortaleza. Este reconocimiento limitado, sin embargo, no restó importancia a su legado.
José Antonio del Busto Duthurburu, a través de su libro “Santa Rosa de Lima”, dio a conocer las situaciones en las que Isabel Flores de Oliva destacó. “No en vano mereció la admiración de un gran teólogo de su época, fray Juan de Lorenzana, su confesor y catedrático de la Universidad de San Marcos”, escribió.
Pero, ¿por qué el religioso admiraba a Flores de Oliva? El investigador plasmó en una de sus páginas el testimonio del fraile. “(...) este testigo muchas veces oyendo hablar a la Santa virgen Rosa del misterio de la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo Divino y otros (misterios) de nuestra santa fe católica, se admiraba de que una mujer sin letra alguna, hablase con tanta propiedad e inteligencia. Y alababa a Nuestro Señor, este testigo, que así sabe enseñar a los pequeños y humildes”, mencionó Lorenzana.
Del Busto Duthurburu también destacó las cualidades de Santa Rosa. “No era Rosa una ignorante teológica como la mayor parte de las mujeres de su tiempo que no pasaban de la piedad repetitiva: fue enterada pensadora. Sus conocimientos sobre Dios, fruto de sus meditaciones y reflexiones, conversaciones y lecturas tuvieron un alto grado de aceptación por parte de los entendidos. Causaba admiración su saber teológico, sobre todo, siendo público y notorio que no tenía estudios superiores ni era usuaria de bibliotecas”, apuntó.
Finalmente, Martina Vinatea, directora de Estudios Indianos de la Universidad del Pacífico, señaló lo siguiente en su artículo titulado “Santa Rosa de Lima, beata”: “En suma, Rosa de Lima convirtió a su ciudad en un altar, en una mesa consagrada porque allí están sus reliquias que exhalan fragancias que dan salud, provecho al alma y a todos los lugares de Lima”.
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El santuario de Santa Rosa de Quives
En el corazón del distrito de Santa Rosa de Quives, provincia de Canta, se alza el santuario dedicado a la patrona de América y Filipinas. A solo dos horas de la capital, en el kilómetro 63 de la carretera hacia Canta, este recinto sagrado alberga la piedra donde, según la tradición, la futura santa se postraba en oración, buscando con fervor la cercanía con lo divino.
Gaspar Flores y su hija residieron en el pequeño pueblo que rodea este santuario entre 1596 y 1604. Este vínculo histórico ha convertido el lugar en un destino de peregrinación cada 30 de agosto, cuando peruanos de diversas regiones del país acuden para honrar la memoria de Santa Rosa de Lima.