El gobierno regional de Ayacucho, liderado por Wilfredo Oscorima, enfrenta una de sus mayores crisis desde el inicio de su gestión. Promesas que una vez sirvieron como bandera de su campaña electoral hoy son motivo de descontento y movilización en las calles. La región, que alguna vez fue considerada uno de sus bastiones más firmes, ahora es escenario de protestas, bloqueos y un creciente desencanto que se refleja en cada rincón de la ciudad.
El dominical Cuarto Poder documentó el estado de varias obras públicas que deberían estar en pleno funcionamiento. La carretera Huatatas-Tambillo-Ococro, un proyecto que se extiende a lo largo de 78 kilómetros y que debería conectar con Huanta, es uno de los más importantes. El proyecto, cuyo presupuesto asciende a S/ 300 millones, permanece en un estado de completo abandono. Los pobladores de la zona observan con resignación cómo el polvo y el lodo cubren lo que alguna vez fue presentado como una promesa de progreso.
Otro ejemplo del poco trabajo en la gestión de Oscorima es el Santuario de la Memoria La Ollada. Este proyecto, destinado a rendir homenaje a las víctimas del conflicto armado interno, contaba con un presupuesto de S/ 40 millones. Sin embargo, su ejecución solo tiene un avance del 30%, y la obra se encuentra actualmente paralizada. Según un acta reciente, se necesitarían al menos S/ 3 millones adicionales para continuar con la construcción. La fecha de entrega, inicialmente programada para octubre de este año, se ve cada vez más lejana, sumando otro punto al cúmulo de promesas incumplidas.
El panorama no es diferente en el sector educativo. El colegio Los Libertadores, cuya construcción debería haberse completado en julio, es otro de los proyectos que se vio afectado por la falta de recursos. Con un presupuesto de más de S/ 39 millones, la obra no muestra señales de reanudarse en un futuro cercano. La nueva fecha de entrega se ha postergado para el próximo año, dejando a cientos de estudiantes sin un espacio adecuado para su educación.
De la esperanza a la protesta
Las manifestaciones en Ayacucho no son un fenómeno aislado, sino el resultado de una acumulación de frustraciones y promesas vacías. La población, que en algún momento confió en el ‘wayki’ de la presidenta Dina Boluarte como el líder capaz de llevar desarrollo a la región, salió a las calles para exigir respuestas. El pasado lunes, la situación llegó a un punto álgido cuando el gobernador fue obligado a descender del avión que lo iba a trasladar a Lima, siendo confrontado por un grupo de ciudadanos que le exigían cumplir con sus compromisos.
El lema “Hechos y no palabras”, que Oscorima utilizó durante su campaña, fue retomado por los manifestantes como un recordatorio de las promesas no cumplidas. Las protestas se han intensificado en las últimas semanas, con marchas que recorren el centro de la ciudad y bloqueos en las principales vías de acceso. La población, cansada de esperar, exige acciones concretas y no más discursos.
El consejero regional de Huanta, Julio Valdez, fue uno de los principales críticos de la gestión de Oscorima. Según el experto, más de 20 obras se encuentran paralizadas en toda la región, afectando no solo la infraestructura, sino también la economía local. “Obras con presupuesto desviado para iniciar otras”, señaló, refiriéndose a la falta de planificación y la mala administración de los recursos.
También denunció que muchas de estas obras se encuentran en un estado de abandono, sin un cronograma claro para su reactivación. La falta de transparencia en la gestión y la ausencia de un plan de contingencia generó un clima de incertidumbre que afecta tanto a los trabajadores de la construcción como a los beneficiarios directos de estos proyectos.
Frente a las críticas, Wilfredo Oscorima salió en defensa de su gestión, afirmando que las manifestaciones responden a intereses políticos y no a un verdadero descontento popular. En declaraciones recientes, el gobernador aseguró que los recursos están disponibles y que las obras se reanudarán en breve. “Cuando uno hace obras, siempre habrá críticas. Cuando uno no hace nada, siempre habrá críticas”, mencionó, minimizando la magnitud de las protestas.