El Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo se celebra cada 21 de agosto desde 2018. Esta fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para recordar y honrar a las personas que han sufrido las terribles consecuencias del terrorismo.
La proclamación de este día fue realizada el 19 de diciembre de 2017 con el objetivo de apoyar a las víctimas y a los sobrevivientes del terrorismo. Desde ese entonces hasta la fecha, se busca garantizar que se respeten sus derechos humanos y libertades fundamentales, ya que muchas veces las personas afectadas por la subversión violenta quedan marcadas por el trauma.
Este día no solo es un momento para recordar, sino también para visibilizar a las víctimas, promover la solidaridad y el apoyo internacional. Desde su primera celebración en 2018, cada año se realizan eventos y actividades para mantener viva la memoria de quienes han sido afectados por el terrorismo y para concientizar a la sociedad sobre la importancia de proteger sus derechos.
El terrorismo ha dejado una huella dolorosa en muchos países. Por ejemplo, en Argentina, los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel en Buenos Aires causaron numerosas víctimas y un impacto en la sociedad. Del mismo modo, España sufrió un devastador atentado en Madrid en 2004, y Francia vivió trágicos ataques en París en 2015. Estos ejemplos muestran que el terrorismo afecta a personas en diferentes partes del mundo, incluyendo a Perú, que vivió una época de violencia en las décadas del 80 y 90.
¿Cuántas veces el terrorismo asoló al Perú?
Más de 69,000 peruanos perdieron la vida durante el conflicto armado interno que azotó a Perú entre 1980 y 2000, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). De esas víctimas, al menos 50,000 eran campesinos cuyo primer idioma era el quechua, población históricamente marginada por el Estado y la sociedad urbana. El conflicto, impulsado por el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), buscaba derrocar al gobierno vigente e instaurar un régimen socialista. La CVR también dio a conocer que más de 20,000 personas fueron reportadas como desaparecidas durante las décadas de terror.
En el periodo 1980-2000, se suscitaron actos terroristas que generaron miedo y dolor entre los peruanos. Durante sus acciones, las organizaciones insurgentes realizaron secuestros, asesinatos y atentados, dejando una estela de dolor en cada rincón del país. Uno de los primeros ataques de Sendero Luminoso (SL) ocurrió el 17 de mayo de 1980, cuando incendiaron las oficinas del Registro Electoral en Chuschi, Ayacucho. En estos lugares quemaron ánforas electorales y cédulas de sufragio.
Los atentados no se limitaron a zonas rurales; incluso la capital, Lima, fue escenario de actos extremadamente violentos. Por ejemplo, el 13 de junio de 1980, SL lanzó bombas molotov en la Municipalidad de San Martín de Porres, provocando un incendio devastador. La década del 80 estuvo repleto de amplios episodios de violencia. Por ejemplo, el secuestro y asesinato de un funcionario minero en Huancavelica el 28 de octubre de 1980; así como la tortura y asesinato del propietario de un fundo en Cangallo, Ayacucho, el 24 de diciembre del mismo año.
El impacto de la violencia escaló con el tiempo, evidenciado en eventos como la captura y asesinato de un policía en Lima el 5 de enero de 1981 y el asalto al Centro Penitenciario de Huamanga el 2 de marzo de 1982, donde liberaron a más de 70 senderistas y permitieron la fuga de 254 reclusos.
En 1983, la violencia alcanzó niveles dramáticos con la masacre de Lucanamarca el 3 de abril. 60 militantes de Sendero Luminoso asesinaron a 69 campesinos en diferentes pueblos de Ayacucho. El 11 de julio de 1983, el mismo grupo atacó con metrallas y explosivos el local principal del partido Acción Popular en Lima y mató a dos personas a sangre fría.
Las acciones continuaron a lo largo de la década, con eventos de enorme brutalidad como la masacre de Soras el 16 de julio de 1984, donde 117 personas, incluyendo mujeres y niños, fueron asesinadas. Otra tragedia fue la Masacre de Navidad el 25 de diciembre de 1984, que resultó en 40 muertes, la mayoría de ellos niños.
La década de los ochenta y principios de los noventa estuvieron marcadas por continuos ataques letales, asesinatos de policías y campesinos, y atentados terroristas en diversas partes del país. Las cifras de violencia incluyen el ataque a la fábrica Kansas en Lima el 19 de julio de 1990, donde César Alfredo Picoy Villafuerte fue asesinado por negar el ingreso a miembros de Sendero Luminoso.
La barbarie se extendió incluso hasta 1992, como se documenta en el asesinato de Alejandro Babilonia en Los Olivos el 25 de junio de ese año, en medio de una asamblea comunitaria. Estos continuos ataques perpetrados por PCP-SL y MRTA fueron combatidos por diversas operaciones antisubversivas del Estado peruano. Sin embargo, el costo humano fue altísimo y dejó cicatrices que aún perduran en muchos rincones del país.
Ahora bien, en respuesta a la pregunta planteada, es pertinente señalar que los reportes estiman que, entre 1980 y 2000, se registraron 69 casos. Sin embargo, es importante destacar que esta cifra es una estimación, ya que algunos actos violentos ocurrieron en zonas remotas del Perú, donde las víctimas perdieron la vida y no pudieron dar su testimonio.