El pasado 28 de julio, la escritora argentina Florencia Canale volvió a Lima para presentar uno de sus últimos libros, ‘Bastarda’, el cual retrata la historia de Manuela Sáenz, una de las figuras más importantes de las corrientes libertadoras de esta parte del Perú y de otros países de Sudamérica.
La autora se ha hecho un nombre para sí misma recorriendo la historia de la independencia de esta parte del continente, en el siglo XIX, principalmente.
El retrato de mujeres, como se ve en “Pecadora”, “La Vengadora”, y “La Libertina”; es otro de sus rasgos característicos. Por ello, el ejemplar que expuso en la última Feria de Libro de la capital peruana no es la excepción.
Manuela Sáenz fue una política, espía y prócer, nacida en Quito, en el territorio que hoy conocemos como Ecuador. Su participación en las corrientes liberadoras fue tan importante que José de San Martín le otorgó la orden peruana de ‘caballeresa del Sol’, en 1822, y en la Gran Colombia le reconocieron el rango de coronel gracias a su participación en la batalla de Junín, de 18244.
Incluso, en el distrito limeño de Pueblo Libre, existe hasta hoy la casa donde ella se instaló durante su paso en Lima, en 1818. Es por esta fecha, donde solí visitar los grandes salones junto a su amiga Rosita Campuzano.
Sin embargo, en el texto también se evidencia que, además de su intervención en los conflictos, guarda una conexión bastante fuerte con Simón Bolívar, quien fue su pareja desde 1822.
Manuela, según el libro, fue testigo de importantes hechos históricos que marcaron la gesta emancipadora. Por ejemplo, estuvo presente durante la disolución de la Gran Colombia, el encuentro entre Bolívar y José de San Martín, en Guayaquil, así como de las batallas de Junín y Ayacucho. En un momento se ganó el apodo de ‘La libertadora del libertador’, cuando salvó la vida a Bolívar.
Teniendo en cuentas las grandes aventuras y experiencias que tuvo Manuela Sáenz, Florencia no solo captura su espíritu aguerrido, sino también esa conexión tan personal que tenía con la libertad. En palabras de la escritora, ella quiere ser libre de forma política, humana y amorosa.
“Me parece precisamente que es esto lo que ella persigue, a pesar de todas estas cuestiones de su desmesura a la hora de querer. Es una mujer abismal, es una mujer que está todo el tiempo en el límite”, explica.
Respecto al título de la obra, en las primeras páginas se narra que la protagonista fue concebido durante el tiempo en que su padre, Simón Sáenz Vergara, tenía una relación paralela a la de su esposa.
“Ella era una hija bastarda, como muchos y muchas en aquel entonces. Hay un momento en que yo la hago decir que es hija de nadie, es hija de ella misma (...). Ella encuentra sus atajos para perseguir la libertad. Ella se nombra a sí misma como americana”, cuenta.
“Son conceptos muy fuertes para ese entonces. Ahora nosotros podemos decir livianamente, sí, yo soy libre, sí, soy latinoamericana. Estamos hablando de principios del siglo XIX y. En América del Sur decidir ser libre no era poca cosa, tu vida corría peligro y seguramente acababas muerto”, añade.
¿Cómo es Florencia como escritora?
Las novelas de Florencia Canale demuestran que la historia no solo es un cúmulo de fechas, datos y nombres para memorizar, sino que está compuesta por personas que tienen sentimientos, deseos e historias que necesitaban ser contadas.
Es de esta manera que ella rescata esta etapa de la vida Latinoamérica gracias a lo que describe como “un gen didáctico” y un “gen un poquito de “Sherezade”, la mujer que narra las historias en Las mil y una noches.
“Yo no creo tener esa espada de Damocles sobre mi cabeza, pero seguramente escribo porque eso a mí me da vida, siento que, si no escribo, si no leo, es la muerte. Es mi salvoconducto, es mi salvación, escribir, investigar, irme atrás, irme al pasado y por supuesto que me gusta, me gusta ser leída y para eso lo hago”, confiesa.
“Creo que es una forma de salvataje y buscar allí, buscar en esos restos. No quiero decir como residuo porque me suena a lo que sobra. A mí me parece que no sobra, a mí me parece que todo el tiempo falta y entonces seguramente por eso tengo esta obsesión por el pasado, por la historia, porque ahí estoy yo, ahí estamos todos”, agrega.
La precisión de la investigación
Existe muchas formas de dar a conocer una historia. Por ejemplo, en la serie para televisión de TV Perú, El último bastión, los personajes ficticios son solo una excusa para dar a conocer la historia del movimiento independentista en Perú.
Una situación similar sucede con Outlander, donde los televidentes pueden ver los conflictos entre Inglaterra y Escocia, y entre la colonia americana con el Reino Unido, a través de los personajes de Claire y Jaime, la pareja protagonista.
En la obra de Florencia no sucede lo mismo. Las personalidades históricas cobran vida y a por medio de sus diálogos y escenas que llegamos a acercarnos mucho más.
“No estoy haciendo ciencia ficción, hago novela histórica. Hago todo lo posible por reproducir la cartografía lingüística, de la locación, de las costumbres. Eso está trabajadísimo y es lo primordial para mí. Mis personajes van cobrando vida, sus huesos van siendo cubiertos por carne, toman cuerpo”, aclara.
Para lograr un efecto aún más inmersivo, es importante reflejar la forma de expresarse de las personas de esa época. “Nosotros nos vamos allí. Estamos sentados en esa mesa con Manuela, con José de San Martín, estamos ahí”, sostiene.
¿Ser escritor sigue siendo una opción de carrera?
La última Feriad del Libro de Lima, donde Florencia Canale presentó ‘Bastarda’, marcó un nuevo récord de asistencia con más de 430 mil asistentes. Los visitantes pudieron conocer no solo promociones y novedades de títulos extranjeros, sino también de autores peruanos.
Gracias a esta edición de la FIL se puede observar que la profesión de escribir sigue vigente, pero en palabra de Florencia, no cualquiera puede hacerlo.
“Las redes sociales y la tecnología han colaborado de una manera positiva, porque tenemos los materiales más a la mano. Sin embargo, han inoculado un veneno mortal, tal vez a las jóvenes generaciones, creyendo que todo es fácil, que todo es simplón, que no existe el rigor, la disciplina y el trabajo a largo plazo”, manifiesta.
¿Es rentable escribir? Para la entrevistada la respuesta corta es que sí, pero se necesita disciplina para lograr la estabilidad, ya que el proceso es agotador y con constante frustración. “Es algo que a veces los jóvenes no conciben”, dice.
“Estas nuevas formas de trabajo tienen que ver con el ‘Influencerismo’ y que a veces creen que por tener una buena cantidad de seguidores pueden devenir en escritores. Yo lo pongo en duda. No creo que sea así, creo que fue una explosión y que estamos volviendo de a poco a lo que es el ejercicio de la profesión, el ejercicio de la escritura porque antes que nada para ser escritora, hay que ser lector y si se pretende ser escritor habiendo leído cuatro libritos, les auguro un futuro nefasto”, sentencia.
Florencia empezó a leer a los tres años y a los cinco este hábito ya se había convertido en parte importante de su vida. Para ella, la única forma de evitar ser un ‘one shot’, es decir, una autora de un solo éxito, es tener un bagaje importante de lecturas encima.
¿Cuál será el próximo viaje?
Los seguidores de la obra de Florencia Canale no tendrán que esperar mucho para recibir más historias, ya que el próximo año presentará una novela y aunque no quiere adelantar detalles, parece que viajará más atrás en el tiempo.
“No puedo decir mucho, pero me estoy mudando un poco de siglo y de continente, estoy viajando en tiempo y espacio, porque lo que yo busco es tratar de entender a la humanidad, las decisiones que han tomado, de dónde venimos”, dice.
Sin embargo, afirma que esto no significa que dejará de lado el Siglo XIX, por lo que en algún momento seguiremos teniendo historias que nos ayuden a revelar los inicios de las repúblicas de lo que hoy conocemos como Latinoamérica.
“En este momento hay esta historia que me interesa contar en la que viajamos más al pasado, pero siempre son las mismas cuestiones que a mí me desvelan: la libertad, la independencia, la vida, la muerte, las pasiones en todos los sentidos, en la amplitud del sentido de la pasión, no solamente la pasión en la cama, sino motor tal vez urgente y desmesurado que ha llevado a la humanidad o a las personas a avanzar sin medir consecuencias”, asegura la escritora.