Cuando los turistas peruanos y extranjeros llegan a Arequipa, es insoslayable no percatarse del volcán Misti, que se alza con orgullo. Su imponente figura, cubierta de nieve en su cima, parece custodiar la ciudad con una presencia casi mística. Esta colosal estructura geológica se presenta ante los ojos de los visitantes como un guardián silente de la historia y del flujo de vida que se despliega a sus pies.
Tan pronto como los pies tocan el suelo del terminal aéreo o terrestre, se percibe una sensación de movimiento y destino. Con el paso de los minutos u horas, los viajeros encontrarán una variedad de opciones para explorar la ‘Ciudad Blanca’, que debe su nombre a la piedra volcánica blanca utilizada en la construcción de sus primeras edificaciones.
Mientras recorres los diversos rincones de Arequipa, es posible que en una conversación casual o durante un tour, te encuentres con la frase célebre: “No en vano se nace al pie de un volcán”. Este lema encarna la esencia de una ciudad cuya belleza y riqueza cultural parecen surgir directamente de su entorno volcánico.
Cada tour te invita a descubrir maravillas como el Valle del Colca, la Ruta del Sillar, la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, y el icónico Mirador de Yanahuara. En esta última locación, la famosa frase se ha inmortalizado en uno de sus arcos, convirtiéndose en un testimonio perenne del espíritu de Arequipa.
El espíritu arequipeño se manifiesta con mayor intensidad cuando llega el día del aniversario de la ciudad de Arequipa. En esta fecha festiva, las calles se visten de alegría y color con la Festidanza, donde los ritmos y tradiciones de la región se mezclan en un espectáculo. El Corso de la Amistad avanza por la ciudad como un río de entusiasmo que envuelve a la multitud. No pueden faltar los festivales, que resaltan las riquezas culturales y gastronómicas de la región.
Arequipa, una ciudad que ostenta una distinción por la Unesco y el legendario Menelik
El centro histórico de Arequipa, también conocido como casco antiguo, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco el 2 de diciembre de 2000, en reconocimiento a su valiosa herencia histórica y arquitectónica. Esta ciudad, que en el siglo XX fue hogar de un legendario toro, lleva en su esencia un pasado lleno de singularidades y riqueza cultural. Sus costumbres, gastronomía y tradiciones reflejan la diversidad de su historia, la cual es digna de destacar.
La fundación de Arequipa data del 15 de agosto de 1540, cuando fue nombrada ‘Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunta’ por orden del marqués Francisco Pizarro. Posteriormente, el 22 de septiembre de 1541, el rey Carlos V, mediante una Cédula Real, ordenó que la urbe se llamara ‘Ciudad de Arequipa’. El nombre Arequipa proviene del quechua “Ari-que pay”, que significa “Sí, quedaos”.
La geografía de la ciudad es singular por su posición en la división de las áreas andinas, incorporando los valles situados al sur del río Sihuas. Esta separación se hizo más evidente durante la época del Imperio wari, que ocupó los valles del norte.
La gastronomía arequipeña ha alcanzado renombre por su variedad y sabor, destacándose como una de las más distinguibles de Perú. Entre los platos típicos que se preparan en la mayoría de restaurantes y picanterías se encuentra un menú especial para cada día de la semana.
Por ejemplo, se sirve chaque los lunes, chairo los martes, chochoca los miércoles, chupe colorado o chuño los jueves, chupe de viernes, puchero o timpusca los sábados y adobo arequipeño los domingos. Además, se destacan platillos como chupe de camarones, ocopa arequipeña, solterito, rocoto relleno y picante de camarones, sin olvidar los postres como el tradicional queso helado.
El influjo cultural de Arequipa se extiende también a sus manifestaciones artísticas. El yaraví arequipeño es el género literario-musical típico y originario de la provincia, cultivado desde los inicios de la época colonial en el siglo XVI. Las danzas tradicionales arequipeñas incluyen el carnaval de Arequipa, montonero arequipeño, pampeña arequipeña, wititi, además de otros bailes típicos como camile, danza de chaco, añu tarpuy y cosecha de arroz.
El centro histórico está catalogado como Patrimonio Cultural de la Humanidad
El centro histórico de Arequipa está catalogado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, un reconocimiento que destaca su valor cultural y arquitectónico. Fundado en el siglo XVI, este núcleo urbano combina el esplendor de su arquitectura colonial con la del sillar blanco, una piedra volcánica que define su carácter original. Las calles empedradas, las plazas históricas y los edificios imponentes, como la Catedral y el Monasterio de Santa Catalina, cuentan la historia de una ciudad que ha preservado sus tradiciones y su herencia a lo largo de los siglos.
El 2 de diciembre de 2000, la Unesco otorgó un reconocimiento al casco antiguo de la ciudad, declarándolo Patrimonio Cultural de la Humanidad, un honor que celebra la riqueza histórica y la belleza inigualable de Arequipa. Para obtener esta distinción, tuvo que cumplir una serie de requisitos, los cuales aparecen en la página web del organismo especializado del Sistema de las Naciones Unidas (ONU).
En el portal web, se puede leer que hasta finales de 2004, los sitios del Patrimonio Mundial se seleccionaban sobre la base de seis criterios culturales y cuatro naturales. Con la adopción de las Directrices Operativas revisadas para la implementación de la Convención del Patrimonio Mundial, solo existe un conjunto de diez criterios.
“Para ser incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial, los sitios deben tener un valor universal excepcional y cumplir al menos uno de cada diez criterios de selección”, reza la página de la Unesco.
Arequipa cumplió con dos requisitos: 1) Representa una obra maestra del genio creativo humano. 2) Es un ejemplo destacado de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico o tecnológico o paisaje que ilustra una etapa significativa de la historia de la humanidad.
El legendario toro que impulsó el progreso de Arequipa
El legendario toro Menelik perdurará en la memoria de los arequipeños. Su impacto no solo se limita a las arenas de pelea, sino que sus hazañas y recaudaciones han contribuido al desarrollo de la infraestructura local. Este querido animal, bautizado curiosamente en honor al primer emperador de Etiopía, ha sido motivo de orgullo y leyenda para los lugareños.
Este toro, considerado un verdadero monarca en su ámbito, se presentó ante una audiencia de aproximadamente 15 mil personas en cada pelea. Su imponente porte y mirada desafiante hacían sentir su poder y autoridad. Su fama no solo le valió un lugar en la memoria de los arequipeños, sino también un monumento y un museo en su honor.
En la avenida Socabaya N° 206 se encuentra una escultura conmemorativa de Menelik, un punto de atracción tanto para turistas peruanos como extranjeros. Además, en el pueblo tradicional de Paucarpata, específicamente en la calle Colón N° 180, se sitúa el museo dedicado a este destacable toro. Infobae Perú recogió las declaraciones de Juan Lazo Carpio, primo del dueño de Menelik, quien narró en su museo la historia del toro.
Las peleas de Menelik no solo proporcionaron entretenimiento, sino que también jugaron un papel medular en la financiación de diversas obras comunitarias.
Infobae Perú escuchó de primera mano la historia narrada por Juan Lazo Carpio. En un grupo reducido de personas, el hombre, que llevaba puesto un sombrero típico de Arequipa, comenzó a relatar la historia del toro. En varios pasajes de su relato, los asistentes se sorprendieron. “Lo bueno de la pelea de toros es que todo lo que se recauda es para un bien social. Menelik es el único toro en toda la historia de Arequipa que desarrolló una técnica nunca antes vista”, expresó, visiblemente tranquilo, estado de ánimo que contrastaba con la mayoría de los turistas presentes.
Según Lazo Carpio, con lo recaudado en las peleas de Menelik, se construyeron colegios, iglesias, carreteras y otras infraestructuras necesarias para la comunidad. En cada participación, los arequipeños sabían que el dinero pagado por ver al imponente ejemplar taurino revertiría en beneficio de la población.
En otro momento de su discurso, enfatizó que las peleas de toros en Arequipa no involucran la intervención humana directa ni el derramamiento de sangre, diferenciándolas de otros tipos de peleas animales que enfrentan fuertes críticas. Sin embargo, en 2018, estas peleas estuvieron al borde de desaparecer cuando el Tribunal Constitucional aceptó una demanda presentada por defensores de los derechos animales; ellos solicitaron que las peleas de toros y gallos fueran incluidas bajo la ley de protección animal contra el maltrato.
Ante este desafío, los arequipeños defendieron sus tradiciones con firmeza y recordaron que en 2016, la Municipalidad Provincial de Arequipa declaró mediante resolución municipal a las peleas de toros como Patrimonio Histórico de Arequipa. Este reconocimiento ayudó a proteger y preservar estas prácticas como parte integral de la identidad local.
Es menester señalar que en cada evento, la comunidad sabía que el costo de las entradas no solo les daba la oportunidad de ver a un poderoso toro en acción, sino que también retornaba en forma de mejoras y servicios para la población. Hoy, la leyenda de Menelik sigue viva en cada rincón de Arequipa. Este querido animal representa el legado de una tradición que ha sabido combinar entretenimiento y desarrollo comunitario.
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Lugares para rendir homenaje al toro Menelik
En la avenida Socabaya N° 206 se alza una escultura conmemorativa que atrae tanto a turistas peruanos como a visitantes del extranjero. Este monumento celebra la historia de Menelik, el legendario toro cuyas peleas se convirtieron en un espectáculo popular de Arequipa.
Kilómetros más allá, en el pintoresco pueblo de Paucarpata, en la calle Colón N° 180, se encuentra un museo que ha concitado la atención de los visitantes. Juan Lazo Carpio, primo del dueño del toro Menelik y anfitrión del recinto cultural, comparte con los visitantes anécdotas y relatos que han pasado de generación en generación.