Miles de personas, movidas por la esperanza de un futuro mejor, llegaron un día al árido desierto de Pachacútec, un lugar inhóspito ubicado en el extrarradio de la ciudad. Con la consigna de habitar esta tierra, iniciaron una travesía llena de incertidumbre y sueños por cumplir. El sol abrasador no era el único desafío; la falta de agua potable y alimentos hacían cada día una lucha constante por la supervivencia.
Los primeros meses estuvieron marcados por la precariedad. Familias enteras se refugiaban en chozas improvisadas hechas de estera y plástico, todavía lejos de parecer un hogar. Las noches eran frías, y el viento del desierto se colaba por las grietas de las endebles estructuras, haciendo que cada jornada pareciera una batalla sin fin. Sin embargo, pese a las dificultades, un espíritu de solidaridad emergió entre ellos. Se ayudaban mutuamente y encaraban juntos cada obstáculo, seguros de que, con el tiempo, aquella tierra árida se convertiría en el lugar próspero que todos soñaban.
El tiempo les dio la razón. Los peruanos que buscaban un espacio donde vivir en Villa El Salvador y Villa María del Triunfo vieron como un cerro se llenó de plantas cuando el invierno arreciaba. Ya habían pasado varios meses desde que llegaron cargando sus sueños en bolsas de rafia, y el panorama se tornaba esperanzador. Tras la fundación, el 3 de febrero del año 2000, los nuevos habitantes comenzaron a recibir ayuda del gobierno de turno; sin embargo, los servicios básicos tardaron en llegar.
Unas siete mil familias en situación de extrema pobreza se convirtieron en los primeros habitantes del Proyecto Especial Ciudad Pachacútec, ubicado en el distrito de Ventanilla, al noroeste de la Provincia Constitucional del Callao. La mayoría de ellas fueron testigos de cómo un cerro se transformó en un oasis. Sin embargo, pocos pudieron explorar el lugar debido a la falta de carreteras; solo les quedaba contemplarlo desde una considerable distancia.
Con el pasar del tiempo, este accidente geográfico se convirtió en un atractivo turístico, generalmente visitado por los mismos pachacutanos, quienes vieron en él un símbolo de esperanza.
El cerro Gorila, un atractivo turístico poco conocido
Las lomas del cerro Gorila ofrecen un entorno natural privilegiado para las familias. Este “jardín en el desierto” se destaca por su potencial como recurso turístico. No obstante, en los últimos años, ha habido invasiones en las laderas del cerro. A pesar de ello, es importante dar a conocer las características del ecosistema, que puede apreciarse en ciertos meses del año.
La formación de ecosistemas de lomas en un sector de Pachacútec, Ventanilla, es influenciado por la neblina proveniente del mar, la cual cubre las zonas altas del cerro y se condensa en contacto con las laderas, promoviendo así la aparición de una exuberante vegetación. Este proceso se inicia entre los meses de mayo y octubre y tiene características muy específicas que lo convierten en un tema digno de visibilizar.
Durante el período mencionado, se puede observar una diversidad de vegetación. Un equipo de Ventanilla Digital exploró el cerro y pudo observar plantas con flores de colores. “Entre las plantas más abundantes en estas lomas de suelos arenosos destacan las amarilidáceas, que presentan flores en forma de trompeta de color amarillo. También se pueden encontrar especies similares a las nolanas azules y las stellarias blancas, las cuales son ejemplares representativos de esta biodiversidad”, señaló el explorador.
Un aspecto llamativo, consignado por los vecinos del lugar, es el papel que las paredes rocosas juegan en la formación de la vegetación más densa en estas lomas. Las neblinas se condensan más eficientemente en estas superficies, favoreciendo el desarrollo de una vegetación más tupida. Según el medio de comunicación citado, este proceso de vegetación avanza en fases sucesivas. Inicialmente, aparecen algas y musgos, que necesitan menor cantidad de agua. Posteriormente, surgen plantas con semillas; por ejemplo, arbustos y gramíneas, las cuales florecen con mayor vigor.
En verano, cuando todo está seco, aún pueden observarse ciertas flores distintivas en las lomas. Las plantas adaptadas a estos entornos semiáridos han desarrollado diversos mecanismos para sobrevivir las épocas secas. Algunas poseen bulbos, órganos subterráneos que almacenan nutrientes; otras pierden sus hojas, mientras que algunas perduran mediante sus semillas.
La importancia de los ecosistemas de lomas no debe subestimarse. La humedad oceánica desempeña un papel medular en el mantenimiento de la biodiversidad de estos ecosistemas, que logran desarrollarse en regiones costeras desérticas. Estos microecosistemas están adaptados a las condiciones semiáridas, y la neblina juega un papel esencial en su mantenimiento y proliferación.
Sin embargo, existen desafíos para la conservación de estos ecosistemas. Según el testimonio de pobladores que han invadido áreas de lomas, la alta humedad resultante de este fenómeno también afecta la vida cotidiana de las personas, quienes indican que la ropa tendida tarda semanas en secar, lo que les obliga a colgarla en cordeles dentro de sus casas.
La preservación de estos ecosistemas es de suma importancia no solo por su valor ambiental, sino también como recurso educativo y turístico. Las autoridades y comunidades locales están llamadas a cuidar y mantener limpio este espacio natural para que futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo y aprendiendo de él.
Si quieres visitar el cerro Gorila, toma la línea 41 en los paraderos situados en la Panamericana Norte, que cubren los distritos de San Martín de Porres, Los Olivos y Puente Piedra. El trayecto desde Mega Plaza hasta Pachacútec te tomará aproximadamente 90 minutos. Al bajarte en la calle 21 del sector A4, camina 2 kilómetros por una pendiente asfaltada para llegar al destino turístico.
Ten en cuenta que el paradero donde descenderás del bus se llama ‘Reniec’ y se encuentra a pocos metros del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil de Pachacútec. Finalmente, por la zona hay mototaxistas que te trasladan hasta el cerro Gorila.