Antes de la llegada de los españoles, las casas en lo que hoy es el Perú eran adaptadas a las distintas geografías y climas del vasto territorio. En la región andina, por ejemplo, los incas y otras culturas precolombinas construían viviendas de piedra o adobe, las cuales solían tener techos de paja o ichu (una hierba local) y se caracterizaban por su forma rectangular con una sola entrada, lo que ayudaba a conservar el calor en las frías noches de altura.
En la costa, donde el clima es más templado y seco, predominaban construcciones también de adobe pero con techos planos, y en la selva, las viviendas eran elevadas sobre estacas para protegerse de las inundaciones y animales.
Durante los inicios del virreinato, la llegada de los españoles trajo consigo nuevas técnicas de construcción y materiales. Las casas comenzaron a incorporar elementos de la arquitectura española, como los arcos y las tejas de barro cocido en los techos, y se introdujeron patios interiores, que servían para la ventilación y la iluminación de las viviendas. En las ciudades, las casas de los colonos y las élites locales se adornaban con balcones de madera labrada y fachadas más elaboradas.
Si hablamos de regiones, podemos decir que en Moquegua se construían casas con un diseño peculiar, el cual fue inmortalizado en una moneda de 1 sol. Como es sabido, en 2015, el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) puso en circulación la moneda de un nuevo sol alusiva a la arquitectura de esta región. En el reverso de la moneda, se aprecia la composición de casas con techos de mojinete, característica típica de la arquitectura moqueguana.
El techo mojinete, un estilo arquitectónico usado en Moquegua
Moquegua albergaba muchas casas con un estilo arquitectónico característico que en la actualidad se encuentra en peligro de extinción. Este estilo, que también se extendió a la vecina Tacna, se distingue por sus volúmenes de formas simples y regulares, y techos denominados “en mojinete”. Sin embargo, la falta de mantenimiento y la presión inmobiliaria están llevando a la desaparición de estas edificaciones, señal que la arquitectura republicana de la región podría quedar relegada únicamente a los registros fotográficos.
En un artículo académico escrito por María Angélica Guevara y Liliana Román Chipoco, se señala que “la arquitectura civil del siglo XVIII con techo de mojinete, es representativa de Moquegua”. Las profesionales de la Universidad Ricardo Palma también indican que desde 1625, los pobladores utilizaban el material típico de la zona para edificar sus casas.
Un elemento distintivo de las casas moqueguanas y tacneñas es el “techo en mojinete”. Este tipo de cubierta se caracteriza por tener dos partes laterales inclinadas a un ángulo mayor a 40 grados y una central plana, creando un perfil que asemeja a un triángulo truncado.
La construcción de estos techos involucraba madera de luma, colocada en una estructura comúnmente conocida como tijerales. Sobre esta estructura se fijaban cañas mediante tiras de cuero fresco, que al secarse se endurecían, proporcionando una unión robusta entre los elementos del techo. Luego se aplicaba una capa de barro y en algunos casos, se añadía un acabado de yeso o entablado en la parte interior para un aspecto más refinado.
Las viviendas en Moquegua y Tacna generalmente contaban con muros de adobe, con grosores que oscilaban entre los 60 y 90 centímetros y alturas de 4 a 5 metros. Estas paredes eran robustas y capaces de soportar el peso de los techos en mojinete. Los pisos interiores solían ser de tierra apisonada, empedrados o con baldosas.
La iluminación natural se lograba mediante ventanas situadas en los lados frontal y posterior de la parte superior del muro, o a través de aperturas en los lados inclinados del techo. Este método permitía una distribución más homogénea de la luz dentro de las viviendas.
En cuanto a la temperatura dentro de las viviendas, las arquitectas que escribieron el artículo “El techo de mojinete como parte de la arquitectura vernácula y su connotación térmica, Moquegua, Perú”, señalaron lo siguiente: “El techo de mojinete con inclinación de 50 grados en promedio recibe menor radiación solar que el techo plano. (...) La edificación presenta aberturas bajas para el ingreso de aire fresco y aberturas altas relacionadas al techo para la salida del aire caliente reduciendo la alta temperatura del lugar. El material utilizado en muros y techo no permite su calentamiento en el día y reduce la pérdida de calor en la noche”.
El proceso de modernización y expansión urbana ha afectado negativamente la preservación de estas viviendas históricas. En Moquegua y Tacna, las pocas casas que aún quedan están en estado de deterioro debido a la falta de mantenimiento. Un factor clave en este deterioro es el crecimiento urbano, que ha provocado la demolición de muchas de estas estructuras para dar paso a edificios más altos y modernos.