Un grupo considerable de alumnos y padres de familia se congregó en los exteriores del Centro Preuniversitario de la Universidad Federico Villarreal, conocido como Ceprevi, ubicado en la cuadra 10 del Jirón Camaná, en pleno Centro de Lima en una muestra de descontento que escaló rápidamente de la preocupación a la indignación. Las expectativas académicas de cientos de jóvenes se vieron trastocadas por una serie de eventos que, para muchos, representaron una traición a la confianza depositada en la institución.
El conflicto tiene su origen en una serie de reprogramaciones de exámenes que han afectado directamente a los estudiantes. Las fechas de los exámenes, inicialmente previstas para el 23 de junio, fueron abruptamente modificadas, generando confusión y malestar. Según la programación original, los estudiantes debían someterse a una evaluación tras cinco semanas de preparación, un periodo crucial para asegurar su ingreso a la universidad. Sin embargo, para sorpresa de todos, la fecha del primer examen fue movida al 21 de julio, decisión que dejó a los estudiantes y sus familias en el limbo.
Patricia Quirós, una de las madres de familia presentes en la protesta, explicó que el problema no es solo la reprogramación, sino la manera en que esta fue comunicada. “Nos dieron un cronograma con fechas claras. Pagamos S/ 1.800 confiando en que nuestros hijos estarían bien preparados para su ingreso a la universidad. Ahora, todo eso está en duda”, afirmó. Esta es la queja de una de las progenitoras que, al igual que otros padres, siente que la institución no cumple con sus promesas, y lo que es peor, se mantiene en un silencio que solo incrementa la incertidumbre.
Encierro a los alumnos
El descontento alcanzó su punto crítico cuando un grupo de estudiantes fue literalmente encerrado dentro del local de Ceprevi. Lo que comenzó como una protesta pacífica se transformó en una situación de tensión cuando el personal de seguridad decidió cerrar las puertas del establecimiento, dejando a más de 60 jóvenes atrapados en su interior. Según los testimonios recogidos por el noticiero 24 horas en el lugar, los estudiantes no pudieron salir ni siquiera para continuar con su protesta en la vía pública.
“Estamos aquí desde las 7 de la mañana, buscando una solución. El director no da la cara, y nosotros nos sentimos completamente desamparados”, declaró una de las estudiantes afectados.
Otro de los estudiantes mencionó que fueron amenazados con represalias si continuaban con el plantón. Según el testimonio recogido, las amenazas vinieron de parte del personal de seguridad, quienes intentaron disuadir a los estudiantes de continuar con su protesta. “Nos dijeron que si seguíamos protestando, no nos dejarían entrar a clases”, relató.
La indignación no se limitó a los estudiantes. Los padres, apostados en la entrada del local, se mostraron igualmente consternados por la falta de respuestas. “Nos sentimos estafados. Hemos hecho el depósito correspondiente y ahora no sabemos qué va a pasar con las vacantes de ingreso directo a la universidad”, declaró otro de los padres. La frustración se ve agravada por la ausencia de las autoridades que puedan brindar una solución o, al menos, una explicación.
El rol del director y la ausencia de autoridades
Juan González Correa, director de Ceprevi, se convirtió en el centro de las críticas. Según los manifestantes, esta autoridad se comprometió a asistir a una reunión a las 10:15 a.m., pero no apareció. En su lugar, un miembro del personal de imagen y un profesor de economía se acercaron a los manifestantes, anunciando que la reunión se retrasó para las 2:00 p.m.
“El director no nos da la cara, no nos dice cuántas vacantes hay por carrera ni qué va a pasar con los exámenes”, exclamó uno de los padres. Según estimaciones, son más de mil alumnos los afectados por esta situación, incluyendo aquellos que están llevando el ciclo de manera virtual.
Denuncias y llamados a las autoridades
Ante la falta de respuestas, los padres y estudiantes hicieron un llamado a las autoridades correspondientes, incluyendo al Ministerio Público y a la Fiscalía de la Nación, para que intervengan en la situación. “No sabemos qué está pasando al interior de la universidad, pero necesitamos que alguien investigue”, señaló uno de los familiares.
Además de las denuncias de los retrasos, los padres enviaron quejas al centro administrativo de la universidad, pero hasta el momento no han recibido ninguna respuesta concreta. “Estamos buscando una solución, pero parece que nadie quiere escuchar”, lamentó uno de los padres, quien señaló que la falta de documentación oficial que respalde las decisiones del director solo incrementa la sensación de desamparo entre los afectados.