La hepatitis B continúa siendo una preocupación significativa en el nuestro país. Según datos del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud del Perú (MINSA), se han notificado 874 nuevos casos en el primer semestre del año. Los departamentos más afectados incluyen Ucayali, Cusco, Junín, Lima y Ayacucho, que concentran el 75% de los casos nuevos a nivel nacional. Estos datos, aunque alarmante, solo son una parte de este panorama.
Más allá de las cifras, debemos reflexionar sobre las implicancias de la enfermedad en nuestra sociedad. El principal grupo de edad afectado son los adultos entre 30 y 59 años, representando el 74% del total de casos, seguidos por adultos jóvenes entre 18 y 29 años (16.8%). Además, el 43.4% de las mujeres infectadas entre 2019 y 2024 eran gestantes, lo que resalta un área crítica de preocupación para la salud pública.
No podemos ignorar que detrás de cada número hay vidas impactadas, familias afectadas y un sistema de salud cargado. En el Perú, las principales vías de transmisión de esta enfermedad son el contacto sexual no protegido y la transmisión desde una madre infectada a hijo durante el parto. El personal de salud también está en riesgo debido a posibles pinchazos accidentales con agujas.
Dentro de los grupos vulnerables están los bebés infectados al nacer, y no son vacunados, quienes tienen un 90% de probabilidad de desarrollar una infección crónica. Los niños menores de 5 años no vacunados también tienen un alto riesgo de desarrollar hepatitis crónica si se infectan. Aunque la mayoría de los adultos sanos pueden superar la infección sin problemas, aquellos que reciben tratamientos que comprometen el sistema inmunitario, como la quimioterapia, están en mayor riesgo de una infectarse y desarrollar una infección crónica o sufrir una reactivación de una hepatitis B silente.
Como medida más efectiva para reducir la incidencia de hepatitis B, la vacunación universal, especialmente en recién nacidos y niños, se presenta como la solución más directa. La vacunación también debería extenderse a grupos de alto riesgo como trabajadores de salud, personas con múltiples parejas sexuales, usuarios de drogas intravenosas y pacientes que reciben transfusiones frecuentes o hemodiálisis.
Sin embargo, la realidad nos muestra que todavía hay brechas importantes en la cobertura de vacunación, en especial en zonas rurales.
Vacunas y detección de nuevos casos: un imperativo para prevenir la enfermedad
La vacuna contra la hepatitis B es parte del programa de vacunación del Perú desde 1991 y se administra generalmente en 3 dosis. La primera dosis, administrada dentro de las primeras 24 horas de nacido, es esencial para prevenir la transmisión de madre a hijo. Mientras la Organización Mundial de la Salud establece como objetivo que más del 95% de la población esté vacunada, la cobertura de vacunación en el Perú en recién nacidos en 2023 se estimó en un 82.9%.
A pesar de que ha habido importante avances en los últimos años en cuanto a cobertura de vacunación y detección de casos nuevos, aún resta mucho por hacer. Es fundamental intensificar la detección de casos nuevos, especialmente en áreas en el Perú y es necesario garantizar la accesibilidad universal a la vacuna, especialmente en recién nacidos y niños, además de asegurar un buen control prenatal para detectar casos de gestantes portadoras de hepatitis B.
Sumado a ello, es crucial combatir la falta de información entre la población sobre la enfermedad y mejorar la concienciación sobre la importancia de la vacunación. Finalmente, implementar un sistema de vigilancia epidemiológica continua para realizar intervenciones correctivas focalizadas de salud pública.
En conclusión, la lucha contra la hepatitis B requiere una combinación de esfuerzos en infraestructura, educación y políticas públicas. Solo mediante un enfoque integral y sostenido se podrá reducir la incidencia de esta enfermedad y sus graves complicaciones. La hepatitis B es prevenible con la vacuna y, con las medidas adecuadas, podemos proteger a las futuras generaciones de esta amenaza persistente.
Es vital que cada paciente tome conciencia de la importancia de la prevención y el tratamiento temprano. Por ello, es recomendable visitar a especialistas para una adecuada evaluación y diagnóstico.