El 28 de julio de 1821 es celebrado como el día de la independencia del Perú, pero la realidad tras ese acto simbólico es más compleja de lo que parece. Aunque la proclamación se convirtió en un hito cívico, en esencia, no generó un cambio inmediato en la situación del país. Los españoles mantuvieron su control sobre la economía y la política, por lo que se impidió una emancipación efectiva.
No fue hasta la Batalla de Ayacucho, en 1824, que se logró la verdadera independencia del Perú. Este enfrentamiento decisivo terminó con el dominio colonial español, tres años después de la proclamación inicial. ¿Qué acontecimientos y estrategias marcaron esos años de lucha antes de alcanzar la liberación definitiva? La respuesta a esta pregunta nos lleva a explorar un periodo crucial y, a menudo, pasado por alto de la historia peruana.
¿Qué sucedió el 28 de julio de 1821?
La historia del Perú está llena de eventos variados: algunos marcados por el dolor que han dejado una impresión duradera en la memoria colectiva, y otros más alegres que se celebran con orgullo y entusiasmo. Un caso emblemático es la Independencia del Perú, que representó un cambio decisivo en la lucha contra la opresión española.
La proclamación de nuestra libertad se dio un 28 de julio de 1821, es la razón por la cual este mes se celebran Fiestas Patrias. La declaratoria de independencia fue encabezada por el libertador argentino, Don José de San Martín, quien llevó a cabo una larga campaña que culminó con su ingreso a Lima acompañado del ejército libertador en ese año.
San Martín invitó al Cabildo y a la sociedad limeña de la época a congregarse en la Plaza Mayor, donde se llevó a cabo una ceremonia solemne. Allí pronunció el famoso discurso que marcó una nueva era para el país: “Desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que dios defiende. ¡Viva la Patria!, ¡Viva la libertad!, ¡Viva la independencia!”.
¿Por qué continuó la lucha por la Independencia?
Aunque el 28 de julio de 1821 se declaró la independencia del Perú, esta proclamación tuvo mayormente un valor simbólico. El camino hacia una emancipación completa estaba lleno de obstáculos y desafíos significativos.
Después de la proclamación, Lima se convirtió en la capital de la naciente República del Perú. No obstante, el desarrollo urbano de la ciudad se vio frenado por la inestabilidad económica y el caos político que prevalecían.
Según el historiador Hugo Vallenas, entrevistado por la página ‘nexos’ de la Universidad de Lima, la única zona verdaderamente libre del control español era la intendencia de Trujillo, que abarcaba territorios como Tumbes, Piura, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca, San Martín, Amazonas y parte de Ancash. Esta región logró su independencia en 1820 gracias a José Torre Tagle, aliado del libertador
La situación social también era preocupante. De acuerdo con el diario El Peruano, la estructura social no cambió significativamente. Aunque la proclamación de independencia promovía la igualdad liberal, en la práctica solo beneficiaba a las clases dominantes, herederas de las élites criollas y de nuevos grupos de poder, con los militares en la cima.
Los indios pagaban un tributo y los negros seguían siendo esclavos, excluidos de las decisiones políticas y de los planes de gobierno. El Estado que se formó favorecía principalmente a la aristocracia limeña y, en segundo lugar, a la provincial.
Aunque existía un fuerte sentimiento pro independencia, las condiciones de expresión y libertad eran inexistentes. La dictadura española era aún más opresiva en el interior del país. Este contexto, señalado por el historiador Hugo Vallenas, explica por qué la lucha por una independencia real continuó, incluso después de la proclamación de 1821.
¿Cuándo se logró la emancipación real?
La verdadera liberación del dominio español no se concretó hasta la Batalla de Ayacucho, en 1824, un enfrentamiento decisivo que selló la independencia peruana. Esta batalla, considerada uno de los eventos más trascendentales de la historia del Perú, marcó el fin del dominio colonial y permitió al país comenzar a construir su soberanía plena.
La Batalla de Ayacucho tuvo lugar el 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de Quinua, cercana a la ciudad de Ayacucho. Lideradas por Antonio José de Sucre bajo las órdenes de Simón Bolívar, las fuerzas independentistas se enfrentaron a las tropas realistas comandadas por el virrey José de la Serna. La estrategia y determinación de los patriotas lograron desestabilizar a las fuerzas españolas, y así se culminó en una victoria decisiva que garantizó la independencia del Perú y de gran parte de Sudamérica.
El enfrentamiento no solo selló la independencia peruana sino que simbolizó el fin de la dominación española en la región. La rendición de los realistas y la firma de la Capitulación de Ayacucho marcaron un punto de inflexión, esto permitió que el Perú y otros territorios comenzaran a construir su soberanía y desarrollarse como naciones libres e independientes.