Hugo Coya revela la fascinante historia de Jacobo Hurwitz en ‘El espía continental’: “Fue coherente con sus ideas, equivocadas o no”

El periodista entrevistó, por lo menos, a 90 personas para escribir esta novela sobre un Hurwitz, quien es más reconocido en México que en Perú, la tierra donde nació. Tuvo vínculos con José Carlos Mariátegui, José Revueltas, Diego Rivera, Frida Kahlo y otros personajes históricos.

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La vida de Jacobo Hurwitz supera la ficción. Video: Planeta Perú

Todo empezó con Ludovico Hurwitz, ese comerciante peruano de ascendencia judía, nacido en el Callao, que fue condenado a muerte en 1916 por la justicia inglesa por espiar para Alemania en la Primera Guerra Mundial. Gracias a ese personaje, Hugo Coya escribió El último en la torre. Cuando el periodista se acercó a la sobrina de Ludovico, Anita, para continuar la investigación —que pasaría a la historia por ser el último hombre ejecutado en la Torre de Londres—, ella le hizo una infidencia: “Creo que la historia de mi papá es más interesante”.

En un comienzo, el escritor fue escéptico porque “siempre pensamos que nuestros padres son extraordinarios, que han hecho actos heroicos”. Sin embargo, mientras más escuchaba acerca de Jacobo Hurwitz se percató que tenía el caldo de cultivo para iniciar un nuevo libro, el cual demoró cuatro años en publicarlo: El espía continental.

“Para demostrar lo que me decía, Anita me mostró recortes y fotos del tío y del papá. Tenía muchísima información. Esa fue la base que me llevó a iniciar esta investigación, que me ha tomado prácticamente cuatro años de reconstrucción”, explicó Coya a Infobae Perú.

Hurwitz fue de todo un poco: poeta, periodista, activista y revolucionario. Su vida tenía una relación muy estrecha con México, sobre todo, cuando en 1930 fue acusado de formar parte de una conspiración para intentar asesinar al presidente Pascual Ortiz Rubio.

Coya reveló a este medio que la primera semana de agosto El espía continental se podrá adquirir en las librerías mexicanas. El escritor también estará los primeros días de setiembre en el país norteamericano para hacer una pequeña gira por varios lugares para hablar acerca de esta figura que ha dejado su huella en la historia, pero de quien se habla muy poco en el Perú.

Pese a la escasa bibliografía de Jacobo Hurwitz, Hugo Coya logró sacar adelante "El espía continental", una investigación que le tomó cuatro años. (Planeta Perú/Wikipedia)
Pese a la escasa bibliografía de Jacobo Hurwitz, Hugo Coya logró sacar adelante "El espía continental", una investigación que le tomó cuatro años. (Planeta Perú/Wikipedia)

—A Jacobo Hurwitz le ponen el apodo de Martillo sobre hierro que, además, es un poema que le dedica a José Carlos Mariátegui, con quien tiene un vínculo especial.

Jacobo tiene mucho vínculo con la Revolución Rusa, ya que uno de los símbolos de esta y de los soviéticos fue el martillo; y allí proviene ese vínculo con José Carlos Mariátegui. También estuvo en esta prisión horrible en las Islas Marías, donde tuvo que soportar la tortura. Y allí conoció a alguien que después se volvió muy importante para la literatura mexicana: José Revueltas, que es un personaje mayor en en México. Imagínate esta relación.

—Y Revueltas es más conocido por su literatura que por su actividad política en algunos países latinoamericanos...

—Jacobo tenía 29 años y Revueltas tenía 16. Allí, Revueltas, que comenzaba su camino literario y político, recibió parte de su formación al conocer a Jacobo, encontrarse con él y desarrollar una amistad en la cárcel. Revueltas también fue acusado de ser el instigador de la protesta social de estudiantes del 68 en México que desató la matanza de Tlatelolco.

—Así como Jacobo Hurwitz desarrolló esta amistad con José Revueltas, también sucedió lo mismo con la madre Conchita, un personaje muy singular en El espía continental.

—Es una figura extraordinaria. Merecería no uno, sino varios libros. En México ya se ha escrito varios libros sobre la madre Conchita.

El escritor mexicano José Revueltas tuvo un acercamiento amical muy fuerte con Jacobo Hurwitz cuando estuvieron presos en las islas Marías. (Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México - INEHRM)
El escritor mexicano José Revueltas tuvo un acercamiento amical muy fuerte con Jacobo Hurwitz cuando estuvieron presos en las islas Marías. (Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México - INEHRM)

—Algo que llama la atención es que Jacobo Hurwitz nunca cambió su línea política, era un hombre muy convencido de sus ideas. Eso es muy complicado actualmente si vemos nuestra política nacional.

—Definitivamente. Ese es el gran mensaje hacia la posteridad que nos deja Jacobo Hurwitz: un hombre coherente con sus ideas, equivocadas o no. Uno puede discrepar y, ahora, a la luz del análisis de la historia, uno puede conocer todas las barbaridades que Stalin cometió. Sin embargo, él no abandonó esas banderas ni su causa.

Cuando ya había acabado la época en la que se conocían muchas de las atrocidades que Stalin había cometido, él tiene una especie de reflexión, sobre todo en este encuentro en México: “He cometido muchos errores en mi vida”, dice. Eso también es una especie de acto de contrición, de entender o reconocer que, de repente, esta forma de ver las cosas lo obligó a hacer muchas de las cosas que hizo.

Pero lo importante, volviendo a la raíz de tu pregunta, es que él es un reflejo de su época, pero también una muestra de coherencia política que ahora lamentablemente no existe. Era un hombre con una posición en la que creía, luchó y murió por ella.

—Jacobo tenía una estrecha amistad con Diego Rivera y Frida Kahlo. Sin embargo, Trotsky, quien estaba en desacuerdo con la Revolución Rusa, también mantenía una relación cercana con la pareja.

—Esa es una de las preguntas que le hice a los mexicanos que conocieron a quienes mencionas. Trotsky era enemigo de la Revolución Rusa. Diego Rivera y Frida Kahlo acogen a Jacobo Hurwitz. Es más, lo albergan en sus primeros meses en México en su casa, le consiguen trabajo, lo ayudan más allá de las diferencias que posteriormente surgen por esta discrepancia. Y sí, había una relación estrecha, casi familiar, que se desarrolla más allá de la amistad. Entonces, Trotsky no es que fuera amigo de Hurwitz ni que tuviera una relación, y por eso no es mencionado precisamente en el libro. No es forzar ni lanzar ideas, simplemente para decir que todos estaban por allí y, por lo tanto, tenía que aparecer. No tenía una relación, entonces por eso no se le menciona expresamente.

Hay una escasa bibliografía de Jacobo Hurwitz, reconoce Hugo Coya, autor de "El espía continental". (Planeta Perú)
Hay una escasa bibliografía de Jacobo Hurwitz, reconoce Hugo Coya, autor de "El espía continental". (Planeta Perú)

—¿Por qué Jacobo Hurwitz no ha tenido la atención merecida en Perú, un hombre que intentó cambiar el mundo desde su mirada? Muchas veces, la vida de Hurwitz supera la ficción en El espía continental.

—En México hay mucho más reconocimiento, pero es cierto que hay una escasa bibliografía. Precisamente, esa fue una de las motivaciones para mí, como la mayoría de mis libros, intentar llenar esas páginas en blanco, esos vacíos en la historia. Y eso es lo importante. El libro no solo es una novela; yo lo llamo novela, pero no porque los hechos narrados sean necesariamente falsos o una invención, sino porque algunos elementos que he incluido, si tuviéramos que hablar en porcentaje, un 95% son hechos reales sobre los cuales todas las personas mencionadas, principalmente Jacobo, estuvieron involucradas.

—¿Fue difícil construir esos textos?

—Sí, porque al no contar con una bibliografía o con fuentes documentales inmediatas, la reconstrucción me demoró muchísimo más. Estamos hablando de cuatro años. Entre fuentes de Perú, de México, de Nicaragua, de El Salvador, de España, y de Argentina, hubo muchísimas entrevistas. No tengo un número exacto ahora, pero calculo que debo haber entrevistado, por lo menos, a unas 90 personas.

Una gran ventaja que se dio, con toda honestidad, fue la pandemia. Teníamos la virtualidad, y entonces las distancias se acortaban. No había necesidad de viajar o estar físicamente presentes, y la gente estaba más dispuesta a tener reuniones sin ningún problema.

También debo agradecer a los archivos de México. Es un país que conserva su memoria y se preocupa por ella. Esto me ayudó mucho, ya que tienen mucha información, no solo sobre la historia mexicana, de la cual se enorgullecen, sino también sobre la historia latinoamericana.

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