Se equivoca, señor ministro

En lo que va de 2024, si bien los resultados de la actividad económica en los meses de abril y mayo últimos fueron positivos, con tasas de crecimiento de 5.3% y 5%, respectivamente, estos aún reflejan un efecto rebote

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Economía peruana registra crecimiento de
Economía peruana registra crecimiento de 2,85% en febrero 2024. Foto: composición Infobae/Andina

Entendemos bonanza económica como un período de tiempo en el que un país presenta señales de crecimiento y estabilidad macroeconómica sostenidas. Es en dicho periodo donde se generan los recursos necesarios para que el Estado cumpla con sus obligaciones primigenias de brindar servicios públicos de calidad, que propicien el desarrollo y bienestar de la población en su conjunto, con sentido de urgencia y de la manera más técnica y responsable posible.

Lo anterior, no sería el caso de nuestro país. Ante el más mínimo signo de dinamismo económico, el Ejecutivo, particularmente el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, manifestó en los últimos días que viene trabajando para aumentar el salario mínimo en el Perú. Esto, debido a que la economía estaría en una senda de crecimiento favorable para tal fin. ¿Es así? ¿El desempeño económico de los últimos meses sustentaría un incremento del salario mínimo?

En 2023, la economía peruana se contrajo un 0.6%. Fue un año en el que las condiciones climáticas adversas, protestas sociales y disminución de la confianza empresarial, a propósito de la inestabilidad política, nos condujeron a un periodo de recesión, luego de 25 años, sin contar el período de pandemia. En lo que va de 2024, si bien los resultados de la actividad económica en los meses de abril y mayo últimos fueron positivos, con tasas de crecimiento de 5.3% y 5%, respectivamente, estos aún reflejan un efecto rebote.

Sectores como el agropecuario, construcción y manufactura la pasaron muy mal en la primera mitad del año pasado. La actividad agropecuaria retrocedió un 14.2% y un 6.2% en los meses de abril y mayo, respectivamente, con respecto a los mismos meses de 2022. La construcción cayó un 5.1% y un 11% en los mismos meses. Mientras que la manufactura registró caídas de 3.8% y 15.6%.

FOTO DE ARCHIVO. Un cambista
FOTO DE ARCHIVO. Un cambista informal muestra billetes de soles en el centro de Lima. REUTERS/Mariana Bazo

A lo anterior, sumémosle que la generación de empleo formal aún no se ha recuperado. En Lima el crecimiento es de apenas un 1%; mientras que en el resto del país aún sigue disminuyendo desde la segunda mitad del año pasado. En lo que respecta al crédito, este aún no se recupera, sobre todo en el segmento de familias y micro y pequeñas empresas. Esto, de acuerdo con Apoyo Consultoría, debido a que las familias vienen priorizando gastos más esenciales; existe cautela en los bancos por el incremento de la morosidad; y las tasas de interés se mantienen altas.

Independientemente de lo anterior, tomar una decisión de aumento del salario mínimo, poco o nada tendría que ver con la “senda de crecimiento” o la bonanza de una economía. Un análisis técnico y riguroso sobre el ajuste del salario mínimo debería obedecer a criterios de productividad. Así, mientras más productiva sea una economía, mayor salario mínimo puede establecerse sin perjudicar severamente la competitividad, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Adicionalmente, hablar de una eventual alza del salario mínimo es jugar con las expectativas de la población. No sólo por la magnitud del incremento, sino también porque, con una tasa de informalidad por encima del 70%, la decisión de aumentarlo no alcanzaría a un gran número de trabajadores en tal condición. En la informalidad, por lo general, se incumplen todo tipo de leyes, más aún las que generan costos adicionales para el trabajo.

Se equivoca, señor ministro. No existe evidencia alguna que sustente un incremento del salario mínimo, tal como se plantea.

Rafael Zacnich
Rafael Zacnich
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