Pocas personas han tenido una influencia casi capital sobre la música peruana, como la ha tenido Felipe Pinglo Alva, quien con sus composiciones dejó una huella imborrable en la música criolla. Acaso su obra más célebre, el vals “El plebeyo”, es un testimonio de su legado, y su influencia perdura en la cultura popular del país.
Y es a finales del siglo XIX que la música criolla, compuesta principalmente por valses y polkas, comenzó a resonar en los barrios populares de Lima.
Inspirada en las danzas europeas y ritmos españoles como la Zarzuela y la jota aragonesa, esta música fue desplazada en los años 20 por nuevos géneros como el foxtrot y el one-step, ganando popularidad en América Latina. En este contexto, surgió el “Inmortal Bardo”, marcando un hito en el desarrollo de la música criolla.
Infancia y Educación
El famoso autor nació en los Barrios Altos, en la cuadra 14 del Jr. Junín. Hijo del profesor Felipe Pinglo Meneses y María Florinda Alva, perdió a su madre poco después de nacer.
Criado en la pobreza, recibió una sólida educación de su padre y tías. Estudió en la Escuela Fiscal de los Naranjos y en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe.
Desde joven mostró talento musical, aprendiendo a tocar el rondín de manera autodidacta, inspirado por las bandas militares en las plazas de su barrio.
Comenzando su juventud, el futuro artista trabajó en la imprenta El Gráfico y en una compañía de gas. También fue un apasionado del fútbol, participando en varios clubes limeños y escribiendo artículos deportivos. Hincha del club Alianza Lima, dedicó composiciones al equipo, como la marinera “Alianza Lima”.
El talento
El insigne compositor, siendo zurdo, tocaba la guitarra de manera inversa sin cambiar la encordadura, descubriendo nuevas tonalidades. Su primera composición, el vals “Amelia”, surgió en 1917.
A lo largo de su carrera, creó aproximadamente 300 composiciones, muchas autobiográficas y de crítica social.
Su música se popularizó en los barrios limeños de Rímac, Monserrate y La Victoria, donde improvisaba melodías en pocos minutos. Al llegar 1925, el talentoso músico conoció y se enamoró de Hermelinda Rivera Urrutia, con quien finalmente se casó al año siguiente. El matrimonio tuvo y tuvo dos hijos.
Últimos años y fallecimiento
En 1935, el célebre autor enfermó debido a una lesión en la rodilla y una bronquitis mal curada. Tres días antes de su muerte, escribió su última canción, el vals “Hermelinda”, dedicada a su esposa.
Falleció el 13 de mayo de 1936 a los 36 años. Su funeral fue acompañado por cerca de mil personas, y sus restos descansan en el Cementerio Presbítero Maestro, donde se erigió un mausoleo en su honor.
La obra del creador abarca temáticas diversas, desde el amor y la naturaleza hasta la crítica social. Composiciones como “Llegó el invierno” y “De vuelta al barrio” reflejan la vida en los barrios populares de Lima y las injusticias sociales de su tiempo.
Su estilo musical fusionó el vals limeño con armonías de otros géneros, como el tango y el one-step, y sus letras a menudo abordaban temas de reivindicación social.
El distinguido músico también se inspiró en la modernidad de su época, dedicando canciones a elementos como el ferrocarril y los automóviles, y adoptando ritmos de moda como el foxtrot. Entre sus obras más conocidas se encuentran “El plebeyo”, “El canillita”, “La oración del labriego” y “Sueños de opio”.
Difusión y reconocimiento
El gran compositor fue fundamental en la difusión y evolución de la música criolla. Su legado se mantiene vivo a través de sus composiciones, que siguen siendo interpretadas y celebradas en el Perú y otros países.
Su obra, rica en contenido social y emocional, ha dejado una marca indeleble en la música criolla peruana, transformando el género y elevándolo a nuevas alturas de expresión artística.
La figura del prolífico autor se volvió familiar en los barrios limeños y su música continúa siendo un símbolo de la identidad y cultura peruana. Su influencia es evidente en generaciones posteriores de músicos, que siguen encontrando inspiración en su vasto repertorio de composiciones.
El maestro Felipe Pinglo Alva, con su talento y dedicación, se consagró como una leyenda de la música criolla peruana, y su legado sigue vivo en el corazón de todos los peruanos.