El embajador del Perú en Estados Unidos, Alfredo Ferrero Diez-Canseco, recibió dos valiosos bienes pertenecientes a la cultura Chimú, que fueron entregados de forma voluntaria por Russell MacNellis y Jane Riley, nieto e hija de Russell McNellis, un importante general del Ejército de Norteamérica.
La entrega de estas invaluables piezas se realizó a puertas de la celebración de Fiestas Patrias y los 203 años de la independencia del Perú, próximo a celebrarse este 28 de julio.
La historia de estos preciados bienes se remonta a los inicios de 1940, cuando el general McNellis estuvo en misión militar en Perú. Durante su servicio como asesor de la Escuela Militar de Ciencias Veterinarias (de 1942 a 1945) recibió estos objetos de manos del exvicepresidente del Perú, Rafael Larco Herrera.
La historia revela que McNellis jugó un papel crucial en la consolidación de las relaciones entre ambos países durante la Segunda Guerra Mundial, destacándose por establecer la primera Escuela Nacional de Veterinaria en nuestro país, allá por 1944.
Fortalece vínculos bilaterales
En su alocución, el embajador peruano subrayó que este acto fortalece los vínculos bilaterales y ratifica el compromiso del Perú de combatir el tráfico ilegal de patrimonio cultural.
Además, agradeció al FBI y al Departamento de Justicia de los Estados Unidos, representado por el asesor legal Norman Quilichini, por su dedicación en estos esfuerzos y hacer posible que ambas piezas regresen al Perú.
Durante la ceremonia, Quilichini destacó la importancia del evento para los esfuerzos conjuntos de recuperación y devolución del patrimonio cultural peruano en Estados Unidos.
Asimismo, el asesor resaltó la relevancia del cumplimiento del acuerdo bilateral sobre Patrimonio Cultural y el fuerte vínculo entre ambos países, cementado desde la Segunda Guerra Mundial.
La cultura Chimú, a la que pertenecen los bienes devueltos, se desarrolló en la costa norte peruana entre 1000 y 1476 después de Cristo (d.C.). La devolución de estos no solo es un gesto simbólico, sino también un paso importante en la protección y preservación del patrimonio cultural peruano a nivel internacional, remarcaron las autoridades diplomáticas.
Pintura robada en 2008
A inicios de mayo de este año, se informó que, gracias a las gestiones del Ministerio de Cultura (Mincul), se logró iniciar con la repatriación de una obra de arte, que dataría de la época virreinal, aproximadamente del siglo XVII.
Según datos oficiales, esta fue sustraída del territorio peruano junto a otras diez pinturas, en 2008, del Templo Parroquial Virgen del Carmen, del Centro Poblado Menor de Surimana, ubicado en el distrito de Túpac Amaru, provincia de Canas, en la región Cusco.
El lienzo pudo ser ubicado tras la emisión y difusión, en el año 2011, de la Alerta Virtual de Bienes Culturales Sustraídos. Debido a esto, el Mincul pudo trabajar junto a entidades nacionales e internacionales que luchan contra el tráfico ilícito de bienes culturales.
Ante una alerta difundida por la Interpol en Lima, los agentes del FBI ubicaron a la obra de arte en el estado de Nuevo México, al suroeste del país norteamericano.
Después de su recuperación, la Embajada de Estados Unidos, en marzo de 2023, solicitó documentos que certificaran la condición de la pintura como parte del Patrimonio Cultural de la Nación. En respuesta, el Mincul, en coordinación con el Arzobispado del Cusco, envió dichas acreditaciones a la representación diplomática en Lima.
En ese momento, Leslie Urteaga, titular de ese sector, señaló: “El Ministerio de Cultura, a través de la Dirección de Recuperaciones —Unidad de la Dirección General de Defensa del Patrimonio Cultural—, continuará con las gestiones conjuntas con la Cancillería del Perú, para la pronta repatriación de la pintura y posterior retorno a su recinto de origen en el Cusco”.
Iban a sacar cuatro pinturas
El Ministerio de Cultura del Perú anunció a finales de abril que logró impedir la salida ilícita de cuatro pinturas de posible origen virreinal hacia Estados Unidos. Las obras, de temática religiosa, fueron detectadas por oficiales de Sunat – Aduanas en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en una inspección rutinaria de envíos.
Las pinturas, consideradas parte del Patrimonio Cultural de la Nación, fueron encontradas en una caja de cartón junto a otros cinco objetos y cubiertas con plástico de burbujas en un área cercana a la empresa de envíos DHL, en el Callao. Según un comunicado del Ministerio de Cultura, las autoridades aduaneras alertaron a los especialistas en cuanto descubrieron las piezas.
Al ser evaluadas por expertos en arte, se identificó que una de las pinturas es una representación de San Juan Bautista con Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís y la Virgen María. Esta intervención subraya la importancia de las inspecciones para proteger el patrimonio cultural del Perú.
Mincul destacó la colaboración entre las autoridades aduaneras y su personal especializado para evitar que estas piezas de significativo valor histórico abandonen el país de manera ilegal.
¿Qué es el tráfico ilícito de bienes culturales?
En Perú, el tráfico ilícito de bienes culturales muebles ha sido una actividad ilegal que persiste desde hace mucho tiempo. Este comercio organizado abarca diferentes niveles y afecta principalmente a piezas arqueológicas. El proceso inicia con los huaqueros, quienes venden sus hallazgos a intermediarios. Estos intermediarios compran las piezas a precios muy bajos para luego venderlas en Lima y otras ciudades, donde poseen una extensa cartera de clientes interesados.
Las piezas arqueológicas obtenidas a través de estos canales terminan frecuentemente en salas y otros ambientes de casas limeñas. Sin embargo, cuando se trata de piezas de gran importancia, estas pronto son adquiridas por grandes coleccionistas-traficantes, que tienen acceso a mercados internacionales donde los precios son significativamente más altos.
Los coleccionistas-traficantes resultan ser los principales beneficiarios de este tráfico ilegal, logrando vender las piezas a valores mucho más altos que los pagados originalmente. La legislación peruana ha facilitado que algunos de estos personajes mantengan una imagen pública respetable, autodenominándose como defensores de la cultura peruana. Afirman que preservan estos bienes arqueológicos de la degradación en almacenes de museos, a pesar de que este tráfico implica una pérdida irreparable del valor científico de los objetos.