El caso Soras es uno de los atentados más atroces realizados por la organización terrorista PCP-Sendero Luminoso, destacándose por la cantidad de víctimas: 117 muertos y varios heridos de Soras y comunidades vecinas durante el recorrido en el transporte Cabanino, luego conocido como el “expreso de la muerte”.
Todo ocurrió el 16 de julio de 1984, en la provincia de Sucre, en Ayacucho, cuando el país se convirtió en testigo de uno de los episodios más atroces de la violencia terrorista.
En un solo día, entre 109 y 117 personas fueron asesinadas por el grupo insurgente como represalia a la organización de la comunidad para defenderse de sus incursiones.
El “Expreso de la Muerte”
La matanza, conocida también como el “expreso de la muerte” o la “caravana de la muerte”, comenzó cuando un grupo de entre 30 y 40 senderistas, disfrazados de militares, interceptó un autobús de la empresa Expreso Cabanino en Sontococha.
Durante el recorrido habitual del autobús, los terroristas torturaron y asesinaron a autoridades comunales y campesinos en cada una de las siete paradas, hasta llegar a su destino final en Soras.
Ya desde 1980, Sendero Luminoso, un grupo subversivo que había declarado la guerra al Estado peruano, utilizaba tácticas de captura y “juicio popular” para imponer su control en Ayacucho, lugar donde inició su lucha armada.
En noviembre de 1983, una columna senderista, liderada por Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”, ingresó a Soras y ejecutó a tres dirigentes locales, acusándolos de ser informantes.
En respuesta, un destacamento de sinchis, unidad de contrainsurgencia de la policía, se enfrentó a la columna subversiva, resultando en la muerte de un senderista. Las autoridades policiales instaron a las comunidades de Sucre y Lucanas a organizar rondas campesinas para resistir futuros ataques.
El día del ataque
El 16 de julio de 1984, el autobús interprovincial de la Empresa de Transportes Expreso Cabanino S.A. que cubría la ruta que iba desde la capital Lima hasta Soras fue secuestrado a la altura de Sontococha.
Los terroristas asesinaron a 22 pasajeros varones en ese momento. A lo largo del recorrido, que incluyó paradas en los pueblos de Challapuquio, Badopampa, Doce Corral, Chaupihuasi y Tranca, los senderistas perpetraron actos de tortura y asesinatos.
En Doce Corral, mataron a 30 personas, incluidos comerciantes cusqueños. En Chaupihuasi, masacraron a 40 personas que acudieron a recibir el autobús. Finalmente, abandonaron el vehículo en Tranca y continuaron a pie hacia Soras.
El horror llegó a Soras
Al llegar a Soras, los senderistas tomaron la plaza de armas sin resistencia y asesinaron a 18 personas más. En las paredes del local municipal, escribieron con sangre “Así mueren los soplones”.
Las cifras de víctimas varían: la Comisión Nacional de Derechos Humanos (COMISEDH) estima 109 muertos, mientras que la Fiscalía del Perú llegó a contabilizar hasta 117.
Tras la masacre, la ronda de Chaupihuasi logró capturar a cuatro senderistas, los mismo que que fueron ejecutados extrajudicialmente por el comando de los sinchis. Además, la población formó una fuerza de 500 hombres y mujeres armados de Soras, San Pedro de Larcay y Paico para realizar una contraofensiva, que tuvo escaso éxito.
Lo que pasó despúes
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), en sus investigaciones iniciadas en 2003, recogió información sobre la masacre, aunque no la investigó en profundidad.
En 2012, ante la posible excarcelación de los líderes senderistas Osmán Morote y Margot Liendo, la Fiscalía de Ayacucho inició un proceso contra la cúpula de Sendero Luminoso y Víctor Quispe Palomino, presunto líder de la columna responsable de la masacre.
Este proceso judicial continúa, a pesar de que Quispe Palomino, sigue prófugo y vinculado al narcotráfico en el VRAEM
Por otro lado, la muerte de Abimael Guzmán en septiembre del 2021 sin ser condenado por este caso deja una sensación de impunidad entre los familiares y sobrevivientes.
A pesar de las exhumaciones iniciadas en 2001, solo 39 de las más de 100 víctimas han sido identificadas y restituidas. Se requiere una orden judicial para exhumar cerca de 50 cuerpos restantes, y es urgente acelerar las medidas de reparación, especialmente para los familiares de avanzada edad que buscan justicia y un cierre a esta historia de horror.