El escudo nacional del Perú es uno de los símbolos más importantes, aunque a menudo menos reconocidos. Dentro de este emblema se encuentra el árbol de la quina, también conocido como cinchona. Este árbol, que crece en los bosques tropicales de los Andes occidentales de América del Sur, particularmente en Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia. Además, tuvo un papel crucial en la historia de la medicina.
La Quina pertenece a la familia de las Rubiáceas. Este árbol, que puede alcanzar hasta 30 metros de altura y prospera en altitudes de entre 1 mil 300 y 2 mil 900 metros sobre el nivel del mar, posee una corteza rica en quinina, un compuesto con propiedades antipiréticas y analgésicas.
Durante muchos años, la quinina se usó para tratar la malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos que afecta principalmente a regiones tropicales. También se utiliza en el manejo de la babesiosis, una enfermedad transmitida por garrapatas que puede ser grave o poner en riesgo la vida de las personas. La babesiosis es una infección parasitaria que afecta a los glóbulos rojos y puede provocar síntomas que varían desde fiebre y escalofríos hasta complicaciones más severas.
La quinina se extrae mediante el procesamiento la corteza del árbol, y aunque hoy en día es más común encontrar este compuesto en bares como parte del agua tónica, su importancia médica sigue siendo reconocida.
Un símbolo Nacional
El árbol de la Quina aparece en el escudo nacional del Perú, situado en el lado superior derecho sobre un fondo blanco. Este símbolo representa la riqueza vegetal del país. El escudo nacional, declarado oficial el 25 de febrero de 1825, incorpora elementos que reflejan la diversidad y los recursos naturales del Perú. Durante la independencia, se eligió al árbol de la Quina para representar el reino vegetal. Así se reemplazó el término “cascarilla” por “árbol de la Quina”.
La historia detrás del nombre Cinchona está relacionada con la condesa de Chinchón, esposa del virrey del Perú, Luis Jerónimo de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón. La condesa, que sufría de fiebre, encontró alivio en la quinina, lo que llevó a la planta a ser conocida como Cinchona. Según la tradición peruana, el escritor Ricardo Palma narró que el indio Pedro de Leyva, tras beber agua de un remanso donde crecían raíces de quina, se curó de fiebres. Esta cura fue observada por el virrey, quien decidió probar el remedio en su esposa, quien logró recuperarse posteriormente.
Fue así que, al cabo de un tiempo, tras la continua toma del agua de quina, la condesa de Chinchón se curó y dejó de presentar estas fiebres recurrentes. Por eso ella mandó a preparar grandes cantidades de corteza molida para repartir gratuitamente entre los pobladores. Así, el remedio se conoció con el nombre “Los polvos de la condesa de Chinchón”.
En los términos de la ciudad de Loja, diócesis de Quito, crece una especie de árboles grandes cuya corteza, similar a la canela pero un poco más gruesa y muy amarga, se muele en polvo y se administra a quienes padecen de fiebres, eliminándolas solo con este remedio, narra el cronista español Bernabé Cobo.
¿Cómo se relaciona el árbol de la quina y el Gin tonic?
La relación entre el árbol de la Quina y el Gin tonic se remonta al período colonial británico en la India. En el siglo XVI, los colonizadores británicos encontraron que la quinina era efectiva para tratar la malaria, aunque su sabor amargo era difícil de tolerar. Para mejorar su sabor, comenzaron a mezclarla con agua carbonatada, azúcar y lima, creando una bebida conocida como “tonic water”. Esta mezcla se popularizó y eventualmente dio lugar al Gin tonic. La primera combinación se realizó en 1858 por William Bucham.
Además de sus propiedades medicinales, el árbol de la Quina tiene un valor ambiental significativo. Contribuye a la mitigación de gases de efecto invernadero, regula los ciclos hidrológico y climático, y ayuda a la preservación de las cabeceras de cuenca y la recuperación de ecosistemas montañosos. Sin embargo, la sobreexplotación casi llevó al elemento del escudo peruano a la extinción. En respuesta, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), como parte del Plan Bicentenario del Perú, trabaja en la producción genética de 20 mill plantones adicionales para preservar la especie.