Explosión en Tarata: el atentado terrorista que dejó una huella imborrable en toda Lima

El violento ataque terrorista en una zona concurrida de Miraflores dejó una estela de muerte, destrucción y pánico que hasta hoy se recuerda.

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Ese día, una explosión en la calle Tarata dejó huellas imborrables en la memoria de los limeños y marcó un punto crítico en la lucha antiterrorista. (El Peruano)
Ese día, una explosión en la calle Tarata dejó huellas imborrables en la memoria de los limeños y marcó un punto crítico en la lucha antiterrorista. (El Peruano)

Hay días en la historia del Perú que pasarán a la posteridad no precisamente por haberle regalado al país una alegría sino, todo lo contrario, por convertirse en sinónimo de lo que la barbarie y la insania puede llegar a causar en los demás.

Uno de esos días fue el 16 de julio de 1992, cuando Lima se convirtió en escenario de uno de los ataques terroristas más devastadores en su historia. Un coche bomba explotó en la cuadra dos de la calle Tarata, ubicada en el distrito de Miraflores, una zona conocida por su actividad comercial y su estatus de clase alta.

Este atentado, perpetrado por el grupo terrorista Sendero Luminoso, dejó 25 muertos y 250 heridos, además de causar significativos daños materiales. La explosión formaba parte de una serie de ataques que buscaban desestabilizar al Estado peruano durante un periodo de intensa violencia terrorista.

¿Qué pasaba en el Perú?

El atentado en Tarata fue uno de los momentos más oscuros de la violencia perpetrada por Sendero Luminoso en Lima durante 1992. (El Peruano)
El atentado en Tarata fue uno de los momentos más oscuros de la violencia perpetrada por Sendero Luminoso en Lima durante 1992. (El Peruano)

En 1992, Perú vivía una crisis de seguridad interna debido a la escalada de actos terroristas, principalmente cometidos por Sendero Luminoso. Este grupo, conocido por su radicalismo y tácticas violentas, había realizado diversos atentados en el país.

Un evento previo significativo fue el asesinato de María Elena Moyano, dirigente vecinal de Villa El Salvador, el 15 de febrero de 1992. Moyano, reconocida por su oposición a las acciones de Sendero Luminoso, fue ejecutada brutalmente en una fiesta comunal, donde los atacantes detonaron dinamita en su cuerpo tras dispararle.

Otro atentado notable ocurrió el 5 de junio de 1992, cuando un coche bomba explotó cerca de las instalaciones del canal de televisión Frecuencia Latina, dejando como saldo la muerte del periodista Alejandro Pérez. Entre enero y julio de 1992, Lima sufrió 37 ataques con coches bomba que resultaron en 50 muertos, en una creciente ola de violencia.

El atentado en Tarata

La explosión de un coche bomba en Tarata devastó Miraflores y dejó una marca duradera en la historia de la capital y de sus ciudadanos. (El Peruano)
La explosión de un coche bomba en Tarata devastó Miraflores y dejó una marca duradera en la historia de la capital y de sus ciudadanos. (El Peruano)

El blanco inicial del atentado del 16 de julio era una agencia del Banco de Crédito del Perú en la avenida José Larco. Durante esa tarde, Sendero Luminoso realizó ataques menores en diversas comisarías y entidades financieras para distraer a las fuerzas de seguridad.

El destacamento número doce de Sendero Luminoso, liderado por el Camarada Daniel, cuyo nombre real era Carlos Mora La Madrid, fue el encargado de ejecutar el ataque en Tarata.

Según testimonios recogidos por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el plan consistía en estacionar dos vehículos cargados con explosivos frente a la entidad bancaria.

El trágico atentado dejó profundas cicatrices en la comunidad y afectó a cientos de familias que aún recuerdan aquella noche trágica. (El Peruano)
El trágico atentado dejó profundas cicatrices en la comunidad y afectó a cientos de familias que aún recuerdan aquella noche trágica. (El Peruano)

Sin embargo, la intervención de un vigilante armado impidió el estacionamiento, obligando a los terroristas a dejar los coches en la intersección de la calle Tarata. A las 21:15, los explosivos, que contenían entre 400 y 500 kilogramos de ANFO (nitrato de amonio con petróleo) mezclado con dinamita, detonaron.

La explosión causó una onda expansiva que alcanzó casi 400 metros a la redonda, destruyendo o dañando 183 casas, 400 negocios y 63 vehículos estacionados.

Edificios como El Condado, San Pedro, Tarata, Residencial Central y San Carlos se vieron gravemente afectados. El motor de uno de los vehículos utilizados en el ataque fue hallado sobre el techo de un aparcamiento a 320 metros del epicentro.

Reacciones y consecuencias

La intervención de un vigilante obligó a los terroristas a cambiar el objetivo inicial. (El Peruano)
La intervención de un vigilante obligó a los terroristas a cambiar el objetivo inicial. (El Peruano)

El impacto del atentado en Tarata fue devastador, no solo por las pérdidas humanas y materiales, sino también por el golpe psicológico a una ciudad ya acostumbrada a la violencia.

Las condenas internacionales no se hicieron esperar, y muchas naciones expresaron su solidaridad con el pueblo peruano. Este ataque, dirigido a un área civil densamente poblada, marcó un punto de inflexión en la percepción de la amenaza terrorista en Perú.

Dentro de Sendero Luminoso, el ataque fue posteriormente considerado un error por sus líderes, quienes admitieron que el objetivo inicial no era causar tanto daño colateral.

La reacción internacional y la condena generalizada subrayaron la brutalidad del acto, que buscaba sembrar el terror y debilitar la moral del pueblo peruano.

Niña símbolo

Vanesa Quiroga, quien perdió una pierna a los 12 años en el atentado de Tarata, se convirtió en un emblema de la resistencia y la paz. (El Peruano)
Vanesa Quiroga, quien perdió una pierna a los 12 años en el atentado de Tarata, se convirtió en un emblema de la resistencia y la paz. (El Peruano)

Las víctimas fatales tenían entre 2 y 78 años, siendo la mayoría personas entre 21 y 45 años. Entre ellas, Vanesa Quiroga Carvajal, de 12 años, acompañaba a su madre, una vendedora ambulante en la calle Tarata.

Vanesa perdió una pierna por la explosión y se convirtió en símbolo de la marcha por la paz liderada por el fallecido alcalde Alberto Andrade Carmona.

De igual manera, la Municipalidad de Miraflores propuso una iniciativa legislativa en 2009 para condonar los intereses y moras derivados del endeudamiento contraído por los afectados del atentado.

Este gesto buscaba aliviar la carga financiera de las víctimas y sus familias, quienes aún sufrían las consecuencias del ataque.

El atentado en Tarata permanece en la memoria colectiva de los limeños como un recordatorio de los años oscuros del terrorismo en Perú y el precio de la lucha por la paz y la seguridad en la nación.

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