‘El asesino del martillo’: Clímaco Basombrío, el adolescente cuyo crimen conmocionó a la sociedad limeña

La tarde del sábado 7 de julio del 2001, Clímaco Basombrío Pendavis y dos amigos se reunieron para disfrutar de unos tragos y buena música. Lo que comenzó como una velada tranquila y amena, se convirtió repentinamente en un escenario de horror. Una joven perdió la vida de manera trágica, una trabajadora del hogar fue atacada brutalmente y dos amigos del agresor resultaron heridos.

Hasta el día de hoy, el motivo que llevó a Clímaco Basombrío a cometer un crimen tan atroz sigue siendo un misterio.

Criado en los exclusivos entornos del colegio Santa María en Lima, Clímaco Basombrío siempre fue un joven inquieto con una marcada inclinación hacia la vida pastoral.

Desde temprana edad, mostró una excepcional dedicación a sus estudios, ganándose el respeto de sus compañeros. Lejos de ser un estudiante problemático, su naturaleza tranquila y su habilidad para ser un buen amigo lo convirtieron en una figura admirada en su círculo social.

La vida de Clímaco Basombrío cambió drásticamente cuando apenas tenía once años. La muerte de su padre, su compañero de aventuras y héroe personal, llegó de manera abrupta y desgarradora.

La ausencia de su padre se transformó en un abismo de desolación y angustia, sumiéndolo en una tristeza profunda que ninguna palabra ni abrazo podían aliviar. Este trágico suceso cambió irrevocablemente su rumbo, proyectando sombras lúgubres sobre su visión del mundo y dejando cicatrices emocionales difíciles de sanar.

Después de algunos años de haber dejado atrás los días de colegio, Clímaco Basombrío y Sebastián Brenes Hagues mantenían una sólida amistad. Así, el sábado 7 de julio del 2001, Basombrío se dirigió a la casa de su amigo, situada en la calle Las Trinitarias en Chacarilla. Su objetivo era claro: felicitar a Sebastián por su reciente ingreso a la prestigiosa Universidad San Ignacio de Loyola, un logro que merecía ser celebrado.

La bienvenida fue cálida y llena de alegría. La amistad entre ellos había perdurado y se fortalecía con cada encuentro. Decidieron subir a la azotea de la casa, y su amigo en común, Carlos Lescano, se unió a la reunión.

Carlos y Sebastián aprovecharon el momento para practicar algunas canciones de su banda de rock llamada “Canchita Serrana”. Mientras dedicaban tiempo a su pasión por la música, Clímaco, que no tenía habilidades musicales, optó por quedarse y disfrutar de los acordes que resonaban en la azotea.

Fue en ese preciso instante cuando empezó el comportamiento extraño de Clímaco. Primero, descendió al piso inferior en busca de un vaso de agua, para luego regresar minutos después. Sorprendentemente, volvió a bajar una vez más, esta vez para buscar una corbata perteneciente a Sebastián. Nunca se supo para qué. Hasta ese momento, nadie sospechaba nada fuera de lo común, y todo parecía transcurrir con aparente normalidad.

En un momento crucial, Clímaco, sin razón aparente, decidió descender una vez más. Esta vez, solicitó a Alexandra Brenes Hagues, la hermana menor de su amigo Sebastián, que le prestara el teléfono de su habitación, pues necesitaba hacer una llamada importante.

Tras terminar la llamada, Alexandra le pidió que contactara a Ida Merino, la empleada del hogar, para solicitar su ayuda. Mientras se acercaba a la trabajadora del hogar, Clímaco vio un martillo en uno de los escalones que llevaban a la azotea. Sin detenerse a reflexionar, actuó impulsivamente. Agarró a Ida por detrás y la atacó sin contemplaciones, sumiéndola en el terror.

Según su propia confesión, Clímaco golpeó a la víctima en la parte posterior de la cabeza sin provocación alguna. Después, arrastró a la mujer hasta su dormitorio y la golpeó repetidamente, dejándola inconsciente. Esto marcó solo el inicio de una espantosa pesadilla.

Impulsada por los gritos desesperados de Ida, Alexandra corrió hacia el origen del ruido. Al llegar, encontró a la empleada del hogar inconsciente en el suelo. Clímaco, intentando ocultar su culpabilidad, aseguró que se trataba de una caída accidental. Sin embargo, sus manos manchadas de sangre delataban la verdad.

El terror invadió a la joven Alexandra. A pesar del miedo, su instinto de supervivencia la hizo reaccionar. Gritó desesperadamente para atraer la atención de los amigos en la azotea.

Desenmascarado y sin escapatoria, Clímaco se abalanzó sobre Alexandra. Golpeó la nuca de la joven con un martillo, causando un impacto brutal. Aunque caída, Alexandra seguía clamando por ayuda.

Clímaco la arrastró hasta su habitación, golpeándola repetidamente. Pese a las heridas, Alexandra luchaba por liberarse. En un intento final por silenciarla, Clímaco colocó un cojín sobre su boca, sofocando sus gritos.

Luego, la volteó bruscamente, colocándola boca abajo, y continuó golpeándola en la cabeza con el martillo más de 20 veces. Finalmente, la vida abandonó a Alexandra, apagando su voz para siempre.

Sumido en su locura, Clímaco llamó a su amigo Sebastián. Al bajar al segundo piso, Sebastián recibió un brutal martillazo en la cabeza. Afortunadamente, no perdió el conocimiento y pidió ayuda a Carlos, quien al acudir también fue golpeado violentamente en la cara con un adorno.

En medio del caos, el hermano mayor de los Brenes logró escapar para pedir auxilio. Justo a tiempo, Sebastián regresó con el encargado de seguridad del vecindario y juntos consiguieron someter a un furioso Clímaco.

En cuestión de minutos, el personal de seguridad de la zona y la Policía Nacional llegaron al lugar, incrédulos ante la escena que se desplegaba ante sus ojos. La sangre estaba por todas partes: en las paredes, en el suelo, en la escalera, y las ropas de los presentes eran una evidencia clara del violento suceso.

Hasta el último momento, Clímaco Basombrío, apodado por los medios de comunicación como el “Loco del martillo”, insistía en que no estaba loco, aunque nadie le creyó. A pesar de los esfuerzos de su abogado por declararlo inimputable, las evaluaciones psicológicas demostraron lo contrario.

El juicio en su contra comenzó el 9 de julio de 2001 y el 12 de febrero de 2003 fue condenado a 20 años de prisión. La sentencia dictaminó que era plenamente responsable de sus acciones, consciente de la naturaleza delictiva de su conducta.

Actualmente, Clímaco Basombrío Pendavis está en libertad, ya que cumplió su condena el 8 de julio de 2021. A pesar de la atención mediática que el caso generó en su momento, hay poca información sobre su vida actual. Se sabe únicamente que, a sus 40 años, aprovechó la oportunidad para abandonar el país.

Por otro lado, la familia de Alexandra Brenes Hagues reside en Estados Unidos. En cuanto a Ida Merino, aunque ha logrado recuperarse físicamente de los terribles eventos que vivió—dando a luz prematuramente en 2014 debido a una crisis de epilepsia causada por el ataque—su vida está marcada por secuelas emocionales y cicatrices difíciles de sanar. Nunca recibió ni un sol de los 400 mil que el Poder Judicial impuso como reparación civil. A pesar de todas estas adversidades, esta mujer afirmó en un programa de televisión hace 10 años que había perdonado a Clímaco Basombrío.