Las temperaturas en Perú durante la temporada de invierno 2024 están teniendo un impacto significativo en la salud de la población y en la producción agrícola del país. Frente a este panorama, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) ha informado que, entre los meses de mayo y setiembre, se han detectado registros inusualmente bajos en la costa, sierra y selva, una situación que genera preocupación.
De acuerdo con la entidad, diversos factores climáticos provocarían estas anomalías, desde la influencia de sistemas meteorológicos —como frentes fríos y anticiclones que afectan las diferentes regiones del país—, los cuales han sido particularmente intensos en esta temporada y han exacerbado las condiciones frías en regiones donde no son comunes.
Costa
Las bajas temperaturas y la sensación de mayor frío en la costa peruana tienen múltiples explicaciones. Uno de los factores principales es la presencia del Fenómeno de La Niña, que ha provocado un enfriamiento del mar mayor al promedio, según informes meteorológicos. Aunque este año se espera que tenga una magnitud débil, ya está condicionando la reducción de la temperatura del aire en la región.
El contraste entre el actual enfriamiento generado por La Niña y el calentamiento anterior del océano debido al fenómeno de El Niño en 2023 es significativo, ya que ha resultado en un descenso promedio de la temperatura del agua, lo que ha incrementado la sensación de frío entre los residentes costeros.
Además, la posibilidad de que estas anomalías se consoliden y se extiendan hasta septiembre podría hacer que el invierno sea más frío de lo habitual en la costa. Otro elemento influyente es la proximidad del Anticiclón del Pacífico Sur a Sudamérica, que mantiene condiciones de aire frío y seco en la región.
En tanto, el Vórtice Costero de Niveles Bajos también contribuye a la sensación térmica más baja, lo que favorece la formación de neblina y lloviznas en diferentes momentos del día, especialmente por la noche y en la madrugada.
Sierra
El Fenómeno de La Niña y la Depresión Aislada de Niveles Altos (DANA) provocan un marcado descenso de temperaturas en la sierra peruana, especialmente en las zonas altoandinas, según un informe de la Agencia Andina.
La presencia del primero se asocia con el enfriamiento del mar más allá de lo normal, lo que exacerba las heladas en regiones por encima de los 3.800 m s. n. m. Además, la segunda, que se caracteriza por ser un sistema atmosférico frío ubicado en niveles altos y medios de la atmósfera, transporta mayor humedad desde la Amazonía hacia los Andes, lo que genera lluvias y nevadas en la sierra.
La interacción de masas de aire frío de la DANA con aire cálido y húmedo procedente de la Amazonía intensifica las precipitaciones en las zonas altoandinas. Este fenómeno atmosférico afecta principalmente a las regiones de la sierra sur —como Puno, Cusco, Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Moquegua y Tacna—, aunque también puede extenderse hasta la sierra central —hacia regiones como Junín, Huancavelica, Huánuco y Pasco—.
Las heladas meteorológicas, que bajan la temperatura por debajo de los 0°C, se registran principalmente de abril a septiembre, con picos en junio y julio. Estas condiciones climáticas afectan la salud de la población, ya que incrementan las infecciones respiratorias agudas, y las actividades económicas, especialmente la ganadería y la agricultura.
Selva
El friaje, un fenómeno meteorológico que se presenta en la selva peruana, provoca un descenso brusco de las temperaturas debido a la llegada de masas de aire frío desde la Antártida. Este evento ocurre entre seis y diez veces al año, con una duración promedio de tres a siete días.
Durante uno de dichos episodios, las temperaturas máximas descienden de 35 ºC a 22 ºC, mientras que las mínimas caen de 22 ºC a 11 ºC. Esto genera no solo un enfriamiento significativo del ambiente, sino también ráfagas de viento de hasta 40 kilómetros por hora y lluvias intensas.
Según cifras del Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), aproximadamente 1,3 millones de personas viven en zonas con alta susceptibilidad. Los departamentos de Ucayali y Junín son los más afectados, debido a que representan el 25,9% y 19,6% de la población expuesta, respectivamente.