La declaratoria de Machu Picchu como una de las nuevas maravillas del mundo en 2007 marcó un antes y un después en la historia del turismo en Perú. Desde ese momento, las visitas por parte de turistas extranjeros crecieron de manera exponencial. Atraídos por la mística y la magnificencia de la ciudadela inca, viajeros de todo el mundo comenzaron a llegar en masa a la antigua capital del imperio, Cusco, punto de partida hacia el enigmático santuario histórico.
Al llegar a Cusco, los turistas quedaban fascinados por la combinación de arquitectura colonial y restos arqueológicos que adornan la ciudad. Sin embargo, nada comparaba con el asombro que experimentaban al pisar Machu Picchu. Elevada entre montañas y envuelta en nubes, la ciudadela se revelaba como un tesoro escondido en el tiempo. Las terrazas agrícolas, los templos finamente esculpidos y el intrincado sistema de acueductos dejaban a los visitantes maravillados.
Bajo el suelo que pisan miles de turistas cada año, se escondían objetos de incalculable valor. Tras su descubrimiento, fueron llevados a la Universidad de Yale en Estados Unidos con el propósito de ser estudiados, analizados y conservados. El hallazgo de más de 46 mil piezas arqueológicas incas tuvo lugar entre 1911 y 1912, intervalo en el que el explorador estadounidense Hiram Bingham desenterró estos tesoros ocultos.
Han pasado más de un siglo, y un sector de la población peruana aún se pregunta qué ocurrió con las reliquias de gran valor o si la Universidad de Yale devolvió los preciados objetos. Algunos, más alarmistas, sugieren que quizás fueron vendidas al mejor postor. Ante tales inquietudes, es menester despejar estas dudas y esclarecer el destino de estos tesoros patrimoniales.
El destino de los más de 46 mil tesoros incas extraídos de Machu Picchu
Antes de dar a conocer el destino de las más de 46 mil piezas arqueológicas incas, es preciso relatar lo que aconteció después de la visita de Hiram Bingham a la ciudadela inca el 24 de julio de 1911. Acompañado por un miembro de la Guardia Civil peruana y guiado por un niño campesino, el explorador estadounidense recorrió la zona y, tiempo después, emprendió múltiples excavaciones en el lugar, lo que le permitió descubrir los valiosos objetos.
En 2017, Luis Lumbreras, exdirector del Instituto Nacional de Cultura de Perú, relató ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso la serie de acontecimientos que permitió la permanencia de las piezas arqueológicas en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, por tanto tiempo.
Lumbreras, destacado arqueólogo peruano, explicó que los vestigios fueron enviados a EE.UU. con una resolución suprema del Gobierno peruano, que autorizaba su estudio bajo el compromiso de ser devueltas un año después. Pese a la renovación del permiso por seis meses adicionales, Yale no devolvió los artefactos, lo que generó las primeras reclamaciones por parte de las autoridades del Perú.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha reconocido el derecho de Perú a recuperar su patrimonio cultural. En 1930, Yale publicó un catálogo completo de todas las cerámicas y otros objetos de Machu Picchu y ofreció devolver una parte de la colección, oferta que el Gobierno peruano rechazó, reclamando la totalidad de las piezas.
Finalmente, después de muchas décadas de negociaciones, la casa de estudios norteamericana decidió devolver todas las piezas arqueológicas. Entre ellos, se incluyen cerámicas, objetos líticos, artefactos metálicos, elementos orgánicos, restos animales y restos humanos que habían sido preservados en el campus de USA.
La Universidad de Yale devolvió al Perú, en tres entregas, más de 46.000 piezas de la colección de Machu Picchu. Actualmente, estas reliquias se encuentran bajo la custodia de la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cusco. Sin embargo, en el Museo Machu Picchu de la Casa Concha se pueden apreciar algunos de estos objetos prehispánicos.
Las piezas arqueológicas repatriadas de Estados Unidos
Una colección de 4.849 artefactos, principalmente fragmentarios, ha sido inventariada y categorizada. Estos objetos datan del Periodo Horizonte Tardío, una época que destaca por la amplia expansión del Imperio inca desde su capital en Cusco.
La colección incluye 3.877 piezas de cerámica y 635 de origen lítico. Asimismo, se han catalogado 167 objetos de metal, 9 de materiales orgánicos, 31 restos animales y 130 restos humanos. Los investigadores han agrupado los elementos para facilitar su estudio y preservación.
Estos son algunos de los objetos preciados repatriados de Estados Unidos, país en el que fueron exhibidos en una muestra que causó sensación en la comunidad arqueológica y cultural norteamericana.