En un rincón de San Juan de Lurigancho, el distrito más grande del país, se alza uno de los penales más poblados del Perú. Aquí, entre muros y rejas, algunos internos han encontrado una luz en el arte. “Lurigancho: El Musical” es una obra que revela la evolución del penal desde la década de los 90 hasta los 2000, narrando la historia de Omar Negrón, el personaje principal, quien transita toda una vida en el mundo carcelario.
Destacada por su capacidad de transformar vidas y promover el cambio personal y social, la obra fue creada por el exinterno Édgar Paz Ravines y comprende ocho canciones propias. La letra y la música fueron producidas por un grupo de internos del penal, que incluyó secuencias como “Los Temerarios,” “La Reyerta,” “El Batacazo,” “El Ruffo,” entre otros.
Durante semanas, una cancha dentro del establecimiento penitenciario se convirtió en un improvisado teatro. Policías resguardaban cada ensayo mientras los internos, guiados por sus maestros, daban vida a sus historias. La obra, dirigida por el guionista y director de cine y televisión Yashim Bahamonde, y enriquecida por el coro de Orquestando del penal de Anexo Mujeres, aportó una emotividad única al proyecto.
Esta iniciativa del INPE no solo reveló talentos ocultos, sino que también reafirmó el propósito de sus programas de rehabilitación: ofrecer una segunda oportunidad a quienes buscan redención a través del arte.
El camino de redención de Arturo a través del teatro
Arturo, quien interpreta a Omar Negrón, el personaje principal de la obra, es un joven cuyo vínculo con el arte ha sido una constante desde su infancia.
“Cantar, bailar, actuar es algo que me gusta muchísimo. Yo solo sabía cantar, no sabía nada de actuación, pero con el profesor Yashim logré encontrar mi pasión”, comentó a Infobae Perú.
Desde pequeño, demostró un genuino interés por el arte, un refugio y una pasión que lo acompañó a lo largo de su vida.
Los errores del pasado lo llevaron a Lurigancho, pero no pudieron apagar su llama creativa. “Sé que los errores que he cometido, ya los estoy pagando, pero estoy resocializándome”, confesó Arturo, con una mirada llena de esperanza y determinación.
En cada ensayo, daba todo de sí, motivado por el recuerdo de sus seres queridos y su deseo inquebrantable de redimirse. La oportunidad que le ofreció el INPE para participar en “Lurigancho El Musical” se convirtió en su salvavidas, una vía para redimir su pasado y construir un futuro mejor.
Juan Pablo Mejía y su segunda oportunidad artística
Aquí, entre muros y rejas, muchos internos han encontrado en el arte una vía de escape y una herramienta de transformación. Juan Pablo Mejía es un claro ejemplo de ello, un exinterno que halló la libertad en el teatro y que actualmente dedica su vida a compartir esa chispa con otros.
Hace poco tiempo cumplió su condena y salió en libertad, un momento que marcó el inicio de una nueva etapa en su vida. Ahora se dedica a realizar talleres de actuación junto al profesor Yashim Bahamonde y a apoyar en las presentaciones de sus amigos internos.
“El arte me ha liberado desde aquí adentro. Actuar me dio la libertad que en algún momento no tuve”, expresó a Infobae Perú.
Durante sus primeros días en libertad, cada paso fuera de los muros del penal le recordaba las lecciones aprendidas y las oportunidades que el teatro le había brindado.
“He aprendido que en la vida hay dos personajes: uno en el arte y otro en la misma calle. He aprendido a desenvolverme en los dos de la mejor manera, y aquí estoy, demostrando todo lo aprendido”, comentó Juan Pablo.
A pesar de los desafíos que enfrentó al adaptarse a la vida fuera del penal, su pasión por el arte sigue siendo su fuerza motriz. Cada vez que entra a un aula o un escenario, se transforma, no solo en un actor, sino en un mentor, un guía que muestra que es posible encontrar un camino diferente.
La transformación en Lurigancho
Para muchos internos, el teatro se ha convertido en una revelación de talento oculto. Hugo Velásquez, uno de los participantes, reflejó este sentimiento: “A pesar de todos los errores que he cometido, he comenzado a crecer gracias a nuestro director”.
La dirección de Yashim Bahamonde, un testigo del crecimiento de la obra desde sus inicios, ha sido esencial en este camino. Impactado por el contenido, el director decidió tomar la batuta.
“Desde el primer momento sentí que era una obra necesaria para ser contada y potenciada”, manifestó el director a Infobae Perú. Su compromiso y visión han sido faros para guiar a los internos en su proceso de redención.
El maestro Yashim ha sido testigo del crecimiento de estos jóvenes: “Ellos han tenido un compromiso muy profesional con este proyecto”.
Entre constantes ensayos, la creación de melodías y situaciones propias del teatro, los internos asumieron el reto con una seriedad y un respeto que ha dado como resultado una obra de calidad profesional.
En un entorno donde la esperanza es a menudo una rareza, estos no solo han respetado la confianza depositada en ellos, sino que también han demostrado una evolución notable.
La resocialización a través del arte
En un rincón del abarrotado penal de San Juan de Lurigancho, donde muchas vidas parecen detenidas, surge una chispa de esperanza y transformación a través del arte. El programa del INPE ha sido crucial para los internos, proporcionando una estructura y un propósito que muchos habían perdido. Al introducir el teatro como herramienta de rehabilitación, se ha demostrado su capacidad para transformar, ofreciendo una forma de catarsis y autoexploración a los participantes.
Víctor Santos Huapaya, director del Centro Penitenciario de San Juan de Lurigancho, señaló que el éxito de este proyecto ha impulsado nuevas iniciativas. Con el apoyo del Consejo Nacional Penitenciario, se están implementando más espacios y adecuando instalaciones para que estos talleres puedan crecer y multiplicarse, beneficiando a más internos.
Es así como en cada escena, los internos no solo cuentan una historia, sino que también narran su proceso de redención y su lucha por una segunda oportunidad. Bajo los focos del escenario improvisado, estas almas se liberan, transformando sus destinos y demostrando que, incluso en los lugares más oscuros, el arte puede ser la llave que abre la puerta hacia la libertad y la reinvención. En Lurigancho, el teatro no solo cambia vidas, las salva.