Los historiadores peruanos suelen destacar que estudiar y comprender los eventos y decisiones del pasado es importante para evitar repetir los mismos errores y tomar decisiones más informadas y justas en el futuro. A lo largo del tiempo, el Perú ha obtenido victorias que han llenado de orgullo a sus ciudadanos, como la batalla de Ayacucho, que aseguró la independencia del país, o la batalla de Tarapacá, donde las fuerzas peruanas bajo el mando del coronel Francisco Bolognesi lograron un destacado triunfo sobre el Ejército chileno.
No obstante, también existen derrotas que han obligado a una introspección. La guerra del Pacífico es un claro ejemplo de cómo la mala planificación puede llevar a catástrofes nacionales. Este conflicto dejó cicatrices y lecciones que obligaron a evaluar los errores del pasado. A pesar de la derrota, este acontecimiento, como tantos otros que ocurrieron en territorio peruano, dejó enseñanzas valiosas.
Durante la guerra del Pacífico, ocurrió una batalla que dejó pérdidas humanas y muchas enseñanzas, las cuales siguen siendo temas de conversación en simposios y conferencias. Antes de abordar los pormenores de este conflicto ocurrido en la sierra del Perú y los hechos que nos invitan a la reflexión, es pertinente entender lo que sucedió en la guerra con Chile.
Un vistazo a la guerra con Chile
La guerra del Pacífico se desarrolló entre 1879 y 1883, intervalo de tiempo en el que Chile se enfrentó contra la alianza de Perú y Bolivia. Las causas del conflicto están principalmente relacionadas con disputas sobre el control de la región de Atacama, una zona rica en un recurso muy valioso en esa época: el salitre.
Todo comenzó cuando Bolivia, en 1878, impuso un impuesto a las compañías chilenas que operaban en la región, violando un tratado previo. En respuesta, Chile ocupó el puerto boliviano de Antofagasta en febrero de 1879. Perú intentó mediar en el conflicto, pero la nación sudamericana descubrió que nuestro país tenía un tratado secreto de alianza defensiva con Bolivia, lo que llevó a declarar la guerra a los dos países.
El combate se desarrolló tanto en el mar como en tierra. En las primeras etapas de la guerra, las batallas navales fueron determinantes. La batalla de Iquique, en mayo de 1879, es especialmente recordada por el heroísmo del almirante peruano Miguel Grau, quien murió en una contienda.
Luego de ese suceso, las fuerzas chilenas avanzaron rápidamente, conquistando territorios importantes. En 1880, Chile ganó la batalla de Tacna y, en 1881, ocupó Lima. A pesar de la ocupación, la resistencia peruana no se detuvo, con guerrillas y batallas como la de Huamachuco en 1883.
La batalla de Huamachuco, una de las contiendas que puso fin a la guerra con Chile
La batalla de Huamachuco se realizó el 10 de julio de 1883. Este hecho marcó uno de los enfrentamientos finales de la guerra del Pacífico. Durante esta contienda, el general peruano Andrés Avelino Cáceres decidió concentrar sus fuerzas en la región montañosa de Huamachuco para enfrentar las tropas chilenas comandadas por el coronel Alejandro Gorostiaga.
Cáceres, conocido por sus tácticas de guerrilla, esperaba dar un golpe decisivo al bando enemigo a pesar de estar en desventaja en términos de número y armamento. Pero, ¿por qué teníamos pocas municiones? Para responder a esta pregunta, es preciso retroceder un poco en la historia.
Durante los años 1870, Perú cayó en una profunda crisis financiera que lo llevó a la bancarrota y a suspender el pago de la deuda externa a sus acreedores internacionales. Esta insolvencia provocó la pérdida del crédito fiscal y, como resultado, el país no pudo invertir en armamento al mismo nivel que Chile. La falta de recursos económicos impactó seriamente la capacidad militar del Perú, dejándolo en desventaja frente al bando enemigo en la guerra del Pacífico.
Cáceres, a través de sus memorias, se refirió a la escasez de armamentos, recursos que podrían haber permitido a los peruanos ganar la batalla. “Quiso la mala suerte que implacablemente nos persigue, que en el momento más preciso cuando iba a coronar la victoria la intrepidez y denuedo de nuestros soldados, se les agotara la munición, y no teniendo bayonetas, tuvieron que retroceder, causando honda impresión en todo el campo que la más horrible confusión siguió luego, e instantáneamente nuestra derrota, sin que los mayores esfuerzos fueran capaces de contenerla”, se lee en el libro de Ahumada y Moreno.
A pesar de que las fuerzas peruanas tenían pocas municiones, la batalla comenzó en las primeras horas de la mañana con un sorpresivo ataque de los combatientes de Cáceres. Este ataque inicial logró desorganizar a las tropas chilenas, infligiendo bajas y ganando terreno. Sin embargo, a medida que el conflicto se intensificaba, los peruanos comenzaron a enfrentarse a una grave escasez de municiones.
Ellos se dieron cuenta de que tenían pocas municiones cuando bajaron la artillería a la llanura. Mientras trasladaban sus armas a una zona llana y abierta, los chilenos estaban preparados para atacar. Sobre este episodio, el investigador Rafael Mellafe dijo lo siguiente:
“La orden de bajar la artillería al llano pudo haber sido mal dada o mal ejecutada, ya que todas las piezas se silenciaron al mismo tiempo. No hubo cobertura de fuego artillero mientras la artillería chilena continuó disparando. Lo más grave fue la falta de munición, que es una cuestión imperdonable”.
Aprovechando la disminución del fuego peruano, las tropas chilenas lanzaron un contraataque bajo el mando del coronel Gorostiaga. La superioridad numérica y el mejor armamento de los enemigos se hicieron evidentes, y poco a poco, comenzaron a recuperar el terreno perdido. Sin municiones y superados por las fuerzas chilenas, los soldados peruanos no tuvieron más opción que retirarse del campo de batalla.
El general Cáceres y los pocos hombres que sobrevivieron, se dispersaron en las montañas y no siguieron luchando. Nelson Manrique, sociólogo e historiador peruano, relató lo que sucedió después de la batalla: “En sus memorias, él cuenta que después de la batalla de Huamachuco, el ejército chileno se dedicó en los días siguientes a buscar a los heridos y rezagados peruanos para rematarlos; fue entonces cuando fusilaron a Leoncio Prado”, dijo en el programa “Sucedió en el Perú” de TV Perú.
“Jorge Basadre hizo un juicio duro, pero creo que contiene elementos de verdad. Dijo que solo le faltó una cosa para su consagración: morir en Huamachuco”, agregó.
Tres meses después de la batalla de Huamachuco, se firmó el Tratado de Ancón, mediante el cual Perú cedió la provincia de Tarapacá a Chile y aceptó la ocupación chilena de Arica y Tacna. Este documento puso formalmente fin al conflicto bélico, aunque las tensiones y efectos de la contienda perduraron en la región.
Como colofón de esta historia, es pertinente señalar que Cáceres emprendió una lucha contra el gobierno de Miguel Iglesias. A través de una serie de marchas y contramarchas, logró desestabilizar el régimen. Finalmente, en 1885, el destacado militar consiguió derrocarlo.