La prueba PISA nos tomó desprevenidos en pensamiento creativo, ¿podemos mejorar?

La creatividad es fundamental para administrar, comunicar, gestionar la educación, crear nuevos modelos de negocio, productos, servicios, políticas, estrategias, etc.

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Por primera vez, en 2022
Por primera vez, en 2022 los estudiantes argentinos de 15 años resolvieron la prueba PISA en formato digital.

El Perú obtuvo un resultado por debajo del promedio en la Prueba PISA 2022 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que por primera vez evaluó habilidades de pensamiento creativo en jóvenes de 15 años. En esta evaluación, Perú obtuvo un promedio de 23 de un total de 60 puntos.

La inclusión de la creatividad como categoría de evaluación confirma el interés por la creatividad en la actualidad. Solo por citar unos pocos datos, Treffinger en ya un lejano 2008, subraya al pensamiento crítico y al pensamiento creativo como determinantes para afrontar el cambio constante de la sociedad actual. Más adelante, un estudio del 2014 de La Comisión del Reino Unido para el Empleo y Habilidades al 2030, proyectaba a la creatividad e innovación como las habilidades fundamentales para la supervivencia rentable. Para el estudio, las empresas que requieran habilidades creativas basadas en el ser humano serán prósperas en este contexto. El Foro Económico Mundial, en el 2022, mencionó a la creatividad como una de las habilidades fundamentales para ser empleable al 2025.

Los estudios y reportes previos demuestran que estamos ante una realidad de competitividad creativa ineludible, sobre todo para los jóvenes que serán, en el futuro cercano, el tejido fundamental para el desarrollo. Un tanto sin caer en cuenta, la humanidad se encuentra en medio de un escenario que tiene a la creatividad como paradigma, ante un contexto altamente volátil y complejo. Por ello, cada vez más organizaciones tienen a la creatividad y el diseño como centro de decisiones, no como herramienta operativa, sino como modelo de gestión. Ante esta realidad ya no tiene sentido prepararnos, sino más bien ponernos al día. De ahí que, la buena noticia sea que podemos mejorar con una formación intensiva orientada al desarrollo del pensamiento creativo.

El Currículo Nacional peruano muestra la visión de la educación deseada para nuestros estudiantes. Si bien contiene los aprendizajes y la orientación para su formación, la creatividad no es un componente preponderante. De hecho, si visitamos las áreas de educación secundaria, no existe una de creatividad, como por ejemplo si las hay en educación para el trabajo, matemática o ciencia y tecnología.

Si revisamos las competencias declaradas, no existe una expresamente asociada a la creatividad, solo por citar algunas como: diseña y construye soluciones tecnológicas para resolver problemas, crea proyectos desde los lenguajes artísticos, gestiona proyectos de emprendimiento económico y social. Acaso para lograr las competencias antes mencionadas no es necesario el pensamiento creativo, la creatividad es fundamental para administrar, comunicar, gestionar la educación, crear nuevos modelos de negocio, productos, servicios, políticas, estrategias, etc. En todo caso, ¿no es pertinente contar con un enfoque transversal de creatividad alineado con las declaraciones del enfoque ambiental, de derechos o el de orientación al bien común que aparecen en el currículo vigente?

Más allá de la importancia de los documentos normativos, la clave está en el terreno práctico. En este escenario, uno de los actores principales es el profesorado. Si queremos contribuir con el desarrollo del pensamiento creativo, deben ser capaces de aplicar de manera intensiva modelos de integración técnica del contenido, como la aplicación creativa de la pedagogía, uso de la tecnología con fines creativos y contenidos creativos.

Si ahondamos en el tema pedagógico, podemos trabajar en tres dimensiones: la enseñanza creativa, que hace foco en la práctica diferenciada y didáctica original del docente; el enseñar para la creatividad, que promueve el desarrollo de productos creativos de parte de los estudiantes, y finalmente, el aprendizaje creativo, donde se busca despertar de manera intrínseca el aporte del estudiante en cuanto a la curiosidad, la originalidad, la experimentación y la autonomía.

Si miramos el trabajo en aula, la clave es plantear, por ejemplo, escenarios de metodología proyectual, vivir el proceso creativo hasta un producto diseñado, desde estados de divergencia para la generación de ideas de manera fluida y flexible, a estados de convergencia, de decisión selectiva de una propuesta y conceptualizarla, para luego expresarla en forma de prototipos y experimentos. De esta manera es posible evaluar el grado de novedad y utilidad de lo producido, como solución a un problema. Así, se posibilita obtener aprendizaje de manera evolutiva, donde el profesor es un estratega, que cuida los objetivos de la unidad didáctica. Por su parte, los estudiantes son actores principales, asumen el rol de desarrolladores facilitadores, que en vez de enfrentar simples tareas, enfrentan desafíos creativos.

La transformación anteriormente descrita debe contribuir a generar perfiles de jóvenes líderes creativos, capaces de generar valor original orientado a innovar, ser estratégicos, entrenados en leer el contexto, globales o conectados al mundo, y trascendentes, que generen impacto positivo en su comunidad, en el país, la región y el mundo. Prevenidos estamos.

Carlos Campos
Carlos Campos
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