Alberto Castro Antezama no se considera un director de la comunidad LGTBI pese a que tiene tres documentales que van por ese camino: Invasión Drag (2020), Salir del clóset (2023) y Arde Lima (2023); este último y el más reciente reunió a varias drag queens para saber cómo era su entorno familiar, su forma de lidiar con una sociedad machista y retrógrada, y cuáles eran sus sueños y frustraciones.
“Más que un director, me considero un realizador de la comunidad LGBTIQ+. Siento que ser integrante de la comunidad ha definido los contenidos que creo. Ahora que quiero salir del mundo documental, siento que parte de esta visión del mundo podría impregnar en las historias ficcionales”, dice a Infobae Perú.
En Arde Lima aparecen Stacy Malibú —quien falleció en 2020 durante la pandemia y a quien se le rinde un homenaje póstumo—; Georgia Hart, drag que interpretó a Coco Marusix en la película Chabuca; y el mismo Ernesto Pimentel, aunque no aparece como la reconocida Chola Chabuca, sino como Perica de los Palotes. Acompañan en el documental Tany de la Riva, Cristina Corazón, Dark Princess, La Langosta, Harmonik Minaj, Brit de Rapert (participante de Perú tiene talento en 2022) y Alezz Andro, un drag king pionero en la escena local.
En Salir del clóset, el segundo documental de Castro Antezama con testimonios de hombres homosexuales que enfrentaron la discriminación y los prejuicios, el director tuvo problemas debido a que varios que habían sido grabados en ese proceso pidieron que no estén en el corte final.
“En el caso de Arde Lima fue distinto porque las trabas vinieron de antes: conseguir que algunas de las drag queens quisieran permitirnos entrar a sus casas o conseguir que familiares y amigos quisieran hablar fue un poco complicado. En Salir del clóset, como eran testimonios tan fuertes, quizás en algunos casos había personas que contaban cosas de las que luego se arrepentían, no porque fueran malas, sino porque eran traumas o cosas muy personales”, agrega el director.
La figura paterna está ausente en el documental. No hay ningún padre que se acerque a sus hijos como drag queens. El documentalista relaciona que la mayoría de drag queens tenían mucho más cercanía con sus madres, aun cuando solo quería que salga alguien cercano.
“Digamos que con todos los personajes con los que he interactuado, hay una mayor cercanía con la mamá o con la abuela; las mujeres son las que principalmente los acompañan. Las mujeres en este país, un país tan machista y tan conservador, juegan un papel crucial y pueden identificarse un poco más con el miedo que siente una persona LGBTI al salir a la calle y ser reconocida. Un hombre heterosexual nunca va a entender la complejidad de lo que es ser mujer y salir a la calle con miedo de que te persigan o te acosen. Evidentemente, es un miedo distinto al de una persona lesbiana, pero igualmente es ese miedo de ser reconocida en la calle y que te digan algo o que pase algo. Eso hace que las mujeres sean un poco más solidarias con la comunidad LGBTI”, menciona.
Hay un momento en el documental Arde Lima en que la abuela de Tany de la Riva le dice que hubiera preferido que se dedique a otra cosa. No obstante, para el también podcaster esto es parte de la sociedad en que nuestros padres han crecido.
“Al final las madres, los padres, los abuelos siguen siendo hijos de la sociedad que los ha criado. Nuestra sociedad es muy conservadora. La abuela evidentemente daría la vida por su hijo, pero eso no quita que quizás no quiera que sea drag o que no apruebe que sea homosexual. En un momento la abuela dice que en su casa es Anthony (Tany de la Riva) y en otros lados no sabe cómo es. También hay este rollo de que son familiares que apoyan a sus hijos, que los quieren, pero hay una complejidad detrás de eso. Es una aceptación a medias que quizás ni siquiera es su culpa, es culpa de la sociedad, de cómo han sido criados y educados. Pero esa abuela, obviamente, daría la vida por ti”, argumenta.
Alberto se sorprendió que Cristina Corazón revelara en Arde Lima que es heterosexual. Ya lo había conocido en Invasión Drag, su primer documental, pero no le comentó nada. Delibera que el “drag es un arte muy vasto y grande” y que, dentro de la filmación, es una historia que le pareció muy interesante debido a que “muchos hombres heterosexuales tienen miedo a su feminidad o a probar cosas distintas”, aun cuando “esto ha ido cambiando en los últimos años”.
“El drag consiste en utilizar el maquillaje, la transformación y la ropa para exagerar o satirizar lo que nos han enseñado sobre ser hombre o mujer. Hay drag queens que ni siquiera pretenden ser antropomorfos; podrían tener rasgos alienígenas o algo similar. Esa idea de que una persona heterosexual haga drag debería tener totalmente sentido, pero estamos acostumbrados a ver hombres gays o mujeres trans que hacen drag”, sostiene.
Ernesto Pimentel en Arde Lima
Ernesto Pimentel aparece en Arde Lima. No interpreta a la Chola Chabuca, sino a Perica de los Palotes porque el personaje televisivo que todos conocemos está “contagiado de lo mediático”, algo que el director no quería. Incluso en los créditos finales se presenta con su nombre original, a diferencia de los demás, porque “no se considera una drag, se considera un actor que, por cosas de la vida, le ha tocado interpretar personajes femeninos”.
“El camino me dio la suerte de poder grabar con Ernesto Pimentel, quien para mí es un paradigma de los personajes masculinos que se visten de mujer. Ernesto ha sobrevivido 30 años haciendo un personaje femenino que es único y especial. Poder grabar con él, y además hacerlo separado de su personaje mediático, fue muy significativo para mí. Es un caso excepcional; la gente común quizás solo lo asocia con su personaje, pero para mí es importante mostrar que es un actor capaz de interpretar personajes femeninos de manera versátil”, dice Castro Antezama que prefiere no hablar acerca de la polémica en medio de la película Chabuca.
Alberto recuerda que el artista proviene del mundo de la comedia, de las épocas cuando se transmitía Risas y Salsa. Allí, Pimentel consiguió un segmento propio como la Chola Chabuca.
“El diferencial es que Ernesto era gay”, resuelve el director. “Eso hace que nosotros lo interpretemos distinto. También tiene que ver con que él no se considere una drag, sino un actor o un comediante”.
Discriminación en la comunidad LGBTIQ+
Arde Lima celebra a las drags queen, pero también pone un ojo crítico. En la película, Cristina Corazón repercute que hay discriminación en la comunidad LGBTIQ+. Castro Antezama responde que esto es “bastante natural” debido a que somos hijos de nuestros padres y abuelos.
“Si tus papás son conservadores, tus profesores son conservadores y la sociedad es conservadora, tú creces con un sistema de valores conservador, lo quieras o no. El tema es que tú eres distinto. Entonces, mucho de mi generación hacia arriba creo que ya los que tienen menos de 20 años quizás pueden ser un poco más libres, un poco más abiertos y un poco menos homofóbicos o transfóbicos. Pero a mi generación —35 años a más— nos criaron diciendo ‘no te puedes vestir así, no puedes actuar de esa forma’. Si ya eras gay, de alguna forma te condicionaba a que tenías que ser un tipo de gay que encajaba en la sociedad”, argumenta.
El documentalista entiende que a su generación le ha tocado deconstruir el tema de prejuicios que vino con las generaciones anteriores. Manifiesta que, dentro de todo es “muy doloroso” porque, lamentablemente, en la misma comunidad LGBTIQ+ hay “homofóbicos y transfóbicos” que tienen reticencia a las drags “porque son todo aquello que les han dicho que no deberían ser: escandalosas y llamativas”.
“Siento que a veces se celebra a nuestra generación por pasar desapercibidos, para que no nos ataquen, para que no nos vulneren. En un país donde no hay legislación LGBTI, es más fácil sobrevivir de esa forma, pero no es la forma correcta. Necesitamos pelear por algo. Esto es lo que hace que para gran parte de la comunidad sea tan autodiscriminadora”, formula.
Recuerda que, cuando estudió en un colegio católico, le decían que ser gay estaba mal, así como usar tatuajes o pintarse las uñas no era lo que un varón de Dios debía hacer. Muchos dudan sometiéndose a terapias de conversión debido a que “les han dicho que la única manera de salvarse es curando esto, y aceptan seguir ese camino”.
“La segunda fase para aquellos que superan la primera etapa de negación es quizás aceptarse a uno mismo, pero sin mostrarlo abiertamente. Piensan: ‘¿Qué voy a hacer siendo gay? Me doy cuenta de que no puedo cambiar esto de mí, pero voy a mantenerlo. Voy a vestirme como un hombre, especialmente en los casos de personas mayores, lo cual es peor, porque incluso planean tener una novia, casarse, tener hijos para camuflarse socialmente hasta que llegan a los 50 o 60 años que finalmente pueden aceptarse a sí mismos, se divorcian y comienzan a vivir como realmente siempre quisieron, pero lo que la sociedad no les permitió antes”, explica.
La celebración de las drag queens
Cuando Castro Antezama elaboró Arde Lima no se quiso quedar en la tristeza o el drama. Aunque hay cosas duras que suceden durante el documental —la muerte de Stacy Malibú o le gritan cosas groseras a Tany de la Riva—, la idea del director no era quedarse con esa visión.
“Gran parte de las narrativas LGBTI a lo largo de la historia han sido de tragedia. Y esto tiene mucho que ver con el hecho de que la mayoría de las historias LGBTI han sido contadas por personas heterosexuales. Claro, algunas de estas personas pueden ser aliadas con buenas intenciones, pero claramente ven a la comunidad como a pobrecitos, porque evidentemente somos personas vulnerables que tienen menos derechos. Entonces, sus historias parten desde ese punto de vista. Pero creo que la misma comunidad no se ve a sí misma como pobrecitos. Nuestra visión del mundo es diferente”, expone.
El director quería reflejar que, pese a que se vive en un país conservador, las drag queens bailan, celebran y siguen sobreviviendo. Por eso, Arde Lima, termina con una fiesta singular, sinónimo de una “protesta colorida”.
“Es curioso cómo, a veces, olvidamos que la Marcha del Orgullo es una protesta, pero una protesta muy feliz. Puedes compararla con marchas sindicales o de otro tipo. Las marchas contra gobiernos son un poco más serias, más formales, pero las marchas del orgullo son fiestas. Es como la forma en que la comunidad ha sabido defenderse y enfrentarse a los desafíos”, complementa.