A la luz de los resultados de la evaluación PISA, se evidencia un estado de alerta respecto al puntaje de 23,5 sobre el máximo de 60, obtenido por los estudiantes peruanos, ubicándolos en el nivel básico de competencia en pensamiento creativo. Los estudiantes del ámbito urbano logran mejores resultados que aquellos de zonas rurales, lo cual demuestra una vez más los pobres logros de aprendizaje y evidencia la inequidad en el país.
El gran desafío del sistema educativo peruano sigue siendo una tarea pendiente porque aún estamos lejos de generar mejores aprendizajes y reducir la desigualdad educativa. La creatividad es una capacidad inherente a todo ser humano que se manifiesta en actividades cotidianas, personales, sociales, políticas, culturales y profesionales. Al perseguir un objetivo, la persona moviliza diversas habilidades cognitivas y actitudes para crear conocimiento, resolver problemas complejos y analizar propuestas y soluciones desde diferentes perspectivas.
Recientemente, diversas publicaciones y reflexiones sobre el desarrollo de la creatividad han subrayado la importancia de potenciar el pensamiento creativo como un aspecto esencial para innovar y adaptarse de manera resiliente a un mundo cada vez más cambiante y complejo. Gardner (1983) desarrolló la teoría de las inteligencias múltiples, redefiniendo la inteligencia como la capacidad para resolver problemas complejos con creatividad. Asimismo, la UNESCO (2022) señala que la creatividad y la innovación humanas, tanto a nivel individual como colectivo, se han convertido en la verdadera riqueza de las naciones en el siglo XXI.
Estas conceptualizaciones nos deben llevar a una profunda reflexión sobre la medida en que el contexto educativo promueve el desarrollo del pensamiento creativo en los estudiantes. Es crucial fomentar la creatividad en diferentes contextos y en todos los niveles educativos a lo largo de la vida. Los ciudadanos, en sus diversos roles, estamos llamados a participar activamente en colaboración con otros para crear conocimiento y resolver problemas, encontrando soluciones innovadoras a diversas problemáticas sociales como la discriminación, el cambio climático, la desigualdad, la violencia de género y la apatía política, entre otras, mediante estrategias originales con enfoques sociales inclusivos, con equidad y con bases científicas.
Es urgente repensar y aplicar una nueva política educativa que oriente las prácticas pedagógicas para la creatividad, permitiendo el desarrollo de habilidades cognitivas y un compromiso con el aprendizaje que priorice el pensamiento crítico, la indagación, la creatividad y la innovación. La escuela debe ser el espacio por excelencia donde los estudiantes exploren y descubran su pasión por aprender y pensar fuera de la caja, desplegando sus capacidades para integrar, reflexionar, conceptualizar y demostrar formas novedosas de innovar, adecuadas a su contexto.