Lograda la independencia del Perú en 1821, las batallas para sellarlas definitivamente se dieron en Junín y Ayacucho. Es por eso que durante los días 10, 11 y 12 de febrero de 1825, el Congreso peruano decidió rendir homenaje a Simón Bolívar, agradeciéndole ambas victorias. Aunque sería el mismo Parlamento que el 18 de febrero rechazaría su renuncia a la presidencia y extendió su mandato por un año.
En abril de ese mismo año, y en el clímax de su fama, Bolívar emprendió una gira por las provincias del sur de Perú, que culminó en el Alto Perú.
A pesar de ciertas resistencias en la aristocracia limeña, los habitantes de la cordillera andina mostraban un profundo agradecimiento hacia Bolívar, reconociendo su papel en la lucha por la independencia del imperio español.
Como un rockstar
El recorrido de Bolívar fue una serie de eventos triunfales. Estuvo en Ica el 20 de abril, Nazca el 26 de abril, Yauca el 28 de abril, Acarí el 29 de abril, Caravelí el 5 de mayo, Chinchin el 7 de mayo y Arequipa el 12 de mayo. En Arequipa, el prefecto Agustín Gamarra organizó con anticipación las ceremonias y festejos para recibir al Libertador en Cuzco.
Bolívar y su comitiva partieron de Arequipa el 10 de junio, llegando a Lampa el 16 de junio, Pucará el 17 de junio y Sicuani el 21 de junio. Ese día, al llegar a La Raya, límite entre Puno y Cuzco, fue recibido por las autoridades cusqueñas, encabezadas por el prefecto Gamarra, quienes lo acompañaron las 35 leguas hasta la ciudad imperial. Todo el camino estuvo adornado con arcos florales, puntos de descanso bien provistos y gente del pueblo ofreciendo su saludo.
El 24 de junio, Bolívar llegó a Oropesa, donde fue recibido con festejos y vítores. El 25 de junio, tras un breve descanso, entró públicamente en Cuzco, acompañado por una multitud que lo recibió entre arcos triunfales, calles alfombradas y un gran gentío.
Según el investigador Horacio Villanueva Urteaga, el recorrido de Bolívar al entrar en la ciudad incluyó Limacpampa grande, Abrazos, Limacpampa chica, San Agustín, calle ancha de Santa Catalina, Plaza Mayor y Cuesta del Almirante.
Bolívar pasó entre cimientos incaicos y construcciones coloniales, ingresando luego a la Catedral, donde el obispo del Cusco, fray Calixto de Orihuela, le colocó en el pecho una cruz de oro y piedras preciosas. Este gesto fue descrito por Clorinda Matto de Turner en sus “Tradiciones cuzqueñas y leyendas”.
La coronación
Una vez que llegó al Palacio Municipal, Bolívar recibió una corona de oro, diamantes y perlas de manos de doña Francisca Zubiaga, esposa del prefecto Gamarra. También se le obsequió un caballo con arreos de oro y las llaves de la ciudad.
La larga jornada concluyó con una recepción en la Casa Municipal, seguida de fuegos artificiales mientras toda la ciudad celebraba en las calles y plazas. Finalmente, Bolívar se retiró a su alojamiento en el Colegio San Francisco de Borja.
De acuerdo con el general O’Leary, edecán de Bolívar, quien anotó en sus memorias que nada podía compararse con la magnificencia desplegada por la antigua capital de los incas cuando Bolívar entró el 25 de junio.
Al día siguiente, Bolívar escribió a Santander expresando su asombro y admiración por los monumentos y costumbres de Cusco, destacando la originalidad y grandeza de la antigua civilización incaica. Actualmente, la corona se mantiene en el Museo Nacional de Colombia, en Bogotá.
Feliz y triste a la vez
Según el historiador venezolano Fabio Puyo Vasco, Bolívar experimentó una gran emoción al conocer Cusco, aunque le entristeció ver la miseria en la que vivían los indígenas. Por ello, siguiendo el consejo de su maestro Simón Rodríguez, emitió varios decretos importantes como la abolición del servicio personal obligatorio, la mita, ordenó la entrega de tierras con títulos de propiedad a las comunidades nativas.
El 5 de julio, dispuso un montepío (ayuda económica) para las hijas del prócer Mateo Pumacahua y un decreto para proteger a la vicuña. También emitió diversos decretos relacionados con la educación y la reapertura de la Universidad de San Antonio Abad, además de crear el Colegio Nacional de Ciencias y Artes y el Colegio Educandas para señoritas.
El 10 de julio, ordenó la construcción de tres carreteras: Cusco-Arequipa, Puno-Arequipa y Puno-Alto Perú, bajo la dirección del coronel Clemente Althaus.
Durante todo el mes, hubo fiestas, misas, inauguraciones y entrega de medallas. Bolívar también visitó Sacsayhuamán, el Valle Sagrado, Yucay y Urubamba. Cerca del final de su estancia, en la madrugada del 25 de julio, se conmemoró su 42º cumpleaños con salvas de artillería y repique de campanas.
La hora de la retirada
El Libertador permaneció en Cusco hasta el 26 de julio. Antes de partir, tuvo una importante reunión con el mariscal Antonio José de Sucre sobre el futuro del Alto Perú.
En una carta a Hipólito Unanue, Bolívar pidió medidas para conservar las ruinas de Ollantaytambo, destacando la grandeza de estos monumentos. De igual manera, el diario “El Sol del Cusco” reportó sobre la partida de Bolívar el 26 de julio, describiendo el pesar de los habitantes por su partida y su esperanza en la conservación del Libertador.
Bolívar continuó su viaje hacia Tinta, Pucará y finalmente Puno, donde recibió el célebre elogio de José Domingo Choquehuanca, quien lo inmortalizó con una arenga.