El crecimiento comercial en negocios como las tiendas de conveniencia, tiendas de descuento y cadenas de restaurantes ha sido un grato resultado de la recuperación del consumo interno. Esta dinamización del sector ha expandido la estructura comercial en Lima, estableciendo la creación de nuevas calles llenas de comercios -conocidas como corredores comerciales-. Sin embargo y como una constante en todo negocio limeño, los emprendimientos se ven bajo la amenaza de la alta inseguridad ciudadana.
Crecimiento de la actividad comercial
Según datos de la consultora JLL, la recuperación del comercio a pie de calle (es decir, las tiendas cuyo acceso y sala principal se encuentra directamente conectada con la vía pública como en Tambo, Mass y demás negocios) en el primer trimestre del 2024 ha sido considerable. Entre las zonas con mejores índices de recuperación se encuentra Lima Centro (Lima Top, Lima Centro y Lima Moderna). Según la entidad, existen a la fecha más de 21 mil locales distribuidos en 52 corredores comerciales en 33 distritos limeños.
Los distritos con mayor demanda se ubican precisamente en esta parte de la ciudad, Lima Centro, destacando los corredores de Conquistadores, Chacarilla y San Luis. Esta preferencia por las zonas de Lima Top se debe a la atracción que ejercen sobre las marcas, consolidando su posición como áreas comerciales de alto valor. De igual manera y según la web de canales comerciales, Perú Retail, corredores clave en distritos de Lima Moderna como Magdalena del Mar, Pueblo Libre y Jesús María tuvieron significativas mejoras. Este dinamismo en Lima Moderna refleja una expansión en la demanda, atrayendo nuevos negocios y consolidando estas áreas como polos comerciales emergentes.
Inseguridad sobre el comercio puerta a calle
La inseguridad ciudadana representa una de las principales amenazas para los comercios puerta a calle, afectando su operatividad y rentabilidad. Robos, asaltos y actos vandálicos son riesgos recurrentes que pueden impactar negativamente tanto en los propietarios como en los clientes. La percepción de inseguridad puede disuadir a los consumidores de visitar estas áreas, reduciendo así el tráfico peatonal y las ventas. Además, los comercios se ven obligados a invertir en medidas de seguridad adicionales, como cámaras, sistemas de alarmas y personal de vigilancia, lo que incrementa los costos operativos.
En tal sentido, el medio resaltó que los comercios en Lima Norte, Lima Este y Lima Sur han corrido peor suerte que los de la zona más antigua de la ciudad. La creciente y alta percepción de inseguridad ha impactado negativamente sobre los corredores de dichas zonas, generando desocupaciones de locales y un menor rendimiento en la productividad.
Una de las grandes amenazas a estos locales es la extorsión. En San Juan de Lurigancho se registró una reducción de locales operativos debido a este tipo de acto delictivo. Incluso se ha registrado la desaparición de cuadras que funcionaban como corredores comerciales, reduciendo así el empleo y la actividad comercial en el distrito. El mismo fenómeno ha ocurrido en San Martín de Porres y Comas, en donde Perú Retail alertó que han cerrado hasta más de diez locales debido a la inseguridad.