A pesar de los esfuerzos de las autoridades por detener la ola de crimen que parece haberse apoderado de todo Lima y Callao, este todavía es un flagelo con el que todos los ciudadanos debemos vivir día a día. Lamentablemente, esta no es una situación nueva, pues esto es algo con lo que la mayoría de peruanos estamos ya casi acostumbrados a ver casos de toda índole.
En enero de 2003, después de haber sido víctima de un secuestro, el reconocido joyero Manuel Marcelo Garay Espinoza, entonces de 52 años, recuperó su libertad después de nueve días de cautiverio.
Raptado de noche
La pesadilla para el ‘Rey del Oro’, como era conocido hace más de 20 años, comenzó la noche del 9 de enero de 2003, cuando fue interceptado violentamente y secuestrado mientras transitaba por la avenida Tomás Marsano, en Surquillo.
Los responsables del secuestro, identificados como los hermanos Jacinto Aucayari Bellido y Enrique Ramos Bellido, demandaron un rescate de un millón de dólares.
Una vez que los familiares de Garay Espinoza avisaron a las autoridades, la Sección de Investigación Criminal de la Comisaría de Mateo Pumacahua de Surco inició un meticuloso operativo que culminó con el rescate en una vivienda de San Juan de Miraflores, poniendo fin a una angustiosa experiencia para el empresario.
Operación de rescate
Tras nueve días de estar retenido en contra de su voluntad, al mediodía del 19 de enero y tras una exhaustiva labor de inteligencia, la PNP localizó el paradero del joyero en la manzana G, lote 24, del asentamiento humano Jesús de Belén, en San Juan de Miraflores. La División de Secuestros (DIVISE) se movilizó rápidamente hacia el lugar.
El operativo, ejecutado con precisión y sin uso de fuerza letal, fue un rotundo éxito. No hubo heridos ni disparos durante la intervención.
“El joyero está un poco demacrado por los días en cautiverio, pero sus signos vitales están estables”, informó uno de los oficiales a un diario local.
Ningún pago se efectuó para la liberación de Garay Espinoza.
Posteriormente, el ‘Rey del Oro’ fue trasladado a la comisaría local, y luego a una clínica para los chequeos médicos, lo cual aseguró su bienestar después de la traumática experiencia.
Detenidos en el lugar de los hechos
En la vivienda, las autoridades lograron detener a cuatro personas involucradas en el secuestro. Julio Cáceres Inga, alias “30-30″, exintegrante de la banda “Los Injertos del Fundo Oquendo” fue capturado junto a Leonardo Mallma Martínez, apodado “Cholo Leo”, Federico Goycochea Castillo, conocido como “Gordo”, y Ana Narváez Jacinto, de 38 años, propietaria del inmueble y viuda de un policía fallecido en un asalto en el año 2000.
En el lugar también se halló un vehículo que presumiblemente se usó en el secuestro, identificado inicialmente con la placa AQM 941. Sin embargo, tras verificar con la Jefatura de Prevención de Robos de Vehículos de la Policía Nacional de aquel entonces, se determinó que la verdadera matrícula era AQN 652. Además, se encontró una pistola automática marca Pietro Beretta en posesión de Narváez Jacinto.
De igual manera, los medios de comunicación de la época dieron a conocer que las autoridades sospecharon que los secuestradores, al percatarse del seguimiento policial, planeaban trasladar a Garay Espinoza a otra ubicación.
La rápida acción de la policía frustró sus planes, y los detenidos fueron trasladados a la División de Secuestros para iniciar las investigaciones correspondientes.
Repercusiones del caso
El rescate de Manuel Marcelo Garay Espinoza finalizó una pesadilla de nueve días para el joyero. La eficaz intervención de la Sección de Investigación Criminal de la Comisaría de Mateo Pumacahua demostró el compromiso y la destreza de las fuerzas del orden en la lucha contra la delincuencia.
Este caso, que recuerda a otros secuestros notorios en los últimos tiempos, como el de Jackeline Salazar, subraya la importancia de la coordinación entre las distintas divisiones policiales y la aplicación de técnicas avanzadas de inteligencia para garantizar la seguridad pública en todos los distritos de Lima y de todo el Perú.
Manuel Marcelo Garay Espinoza recuperó su libertad, y los responsables de su secuestro enfrentaron a la justicia y fueron encerrados por varios años. La diligente actuación policial no solo salvó una vida, sino que reafirmó el compromiso de las fuerzas del orden con la seguridad y la paz en la sociedad.
La pronta respuesta y la ejecución sin errores del operativo de rescate fueron factores determinantes para el éxito de la misión.
Este incidente, aunque ocurrido hace más de 20 años, aún hoy sirve como recordatorio de la constante amenaza de la delincuencia y la necesidad de mantener una vigilancia continua para prevenir casos similares.