En la etapa escolar, muchos peruanos no llegaron a disfrutar plenamente de la riqueza literaria que posee el Perú, tal vez porque sus profesores no lograron encender en ellos la chispa del amor por la lectura. Obras como “La ciudad y los perros” de Mario Vargas Llosa podrían haber sido una ventana al cuestionamiento de la autoridad y la violencia, temas tan presentes en la formación de la identidad.
Asimismo, “Los ríos profundos” de José María Arguedas habría revelado a los estudiantes la conexión entre el ser humano y su entorno natural, a la vez que expone las complejidades socioculturales de nuestro país. Como es sabido, la coexistencia de diferentes culturas y la resistencia indígena son temas centrales en sus páginas.
Estas novelas se cuentan entre las obras literarias que han dejado una marcada impronta en los alumnos que tuvieron el privilegio de contar con profesores apasionados por su labor. Estos docentes inspiraron a sus estudiantes a explorar el universo de la literatura, despertando en ellos un interés voraz por los textos. Este entusiasmo, alimentado por la dedicación de sus mentores, se transformó en una búsqueda persistente del conocimiento literario.
Muchos años después de haber leído los libros icónicos de la literatura peruana, los exalumnos se reencuentran con ellos en la biblioteca de un amigo o familiar. Con solo echar un vistazo a sus páginas, recuerdan al instante al autor y el año de publicación. No obstante, a veces se topan con ejemplares que aún guardan un enigma, desconocidos en su autoría y origen.
Tal es el caso del drama “Ollantay”. Esta obra, que ronda el imaginario con su posible ascendencia incaica o prehispánica, se resiste a revelar su creador, alimentando un misterio perpetuo. El paso del tiempo no ha logrado revelar al autor de esta obra de teatro, y quizás nunca lo haga.
Durante el período prehispánico y la colonización, la represión y censura de las expresiones culturales indígenas forzaron a los autores a permanecer en el anonimato para evitar persecuciones. Así, “Ollantay” se alza como un testimonio de amor prohibido y resistencia cultural, con su autor perdido en las sombras del tiempo, protegido por el anonimato y la fuerza de una tradición perdurable.
El misterio detrás del origen del drama “Ollantay”
“Ollantay” es un drama quechua que vio su primera publicación en 1857. El manuscrito más antiguo conocido, atribuido al sacerdote Antonio Valdez, data de 1770. A pesar de su anonimato, la autoría y el origen de esta obra siguen siendo un enigma que intriga a los estudiosos. Tres teorías predominan en este debate: una sugiere una influencia española, otra defiende un origen estrictamente incaico, y una tercera propone una fusión de ambas culturas.
Ahora bien, este tema en cuestión fue abordado por Marie Elise Escalante, doctora y magíster en Literatura y Cultura Latinoamericana por Yale University. En su artículo “Ollantay: Drama del poder y la autoridad”, elaborado para la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, examina las hipótesis sobre el origen de esta obra literaria.
“Acerca de Ollantay se desconocen muchos temas importantes. Se ignora su autor; la fecha exacta en la cual fue compuesta, también es incierta y circulan muchos datos referentes a ella que no se pueden verificar, como por ejemplo, que fue escenificada en honor de Túpac Amaru II, es decir, durante la rebelión más fuerte que sufrió la metrópoli española, con lo cual se da a este texto un aire subversivo, trasgresor”, indicó.
La investigadora también señaló que algunos autores han supuesto que “Ollantay”, al ser una obra anónima y estar escrita en quechua, tendría un origen incaico, es decir, prehispánico. No obstante, aclara que, a diferencia de Mesoamérica, en Perú o en la región andina no se conservan obras dramáticas prehispánicas; todas las obras dramáticas en quechua provienen del período colonial.
Es menester señalar que aquellos que defienden el origen español de la obra de teatro, suelen alegar que la estructura, los perfiles de los personajes y ciertas características estilísticas son reminiscencias del Siglo de Oro de España.
En ese sentido, es pertinente citar a José Córdova, profesor del Centro Preuniversitario de San Marcos (Cepusm), quien en su clase virtual expuso los elementos que sustentan la teoría del origen español de la obra literaria. “El uso del drama, que es la mezcla de lo trágico y lo cómico, lo encontramos, por ejemplo, en obras de Lope de Vega y Calderón de la Barca. La división en tres actos de “Ollantay” se repite en “La vida es sueño”. En ambas obras se utiliza el verso octosílabo. Además, la presencia del personaje cómico o gracioso está presente: en “Ollantay” es Piqui Chaqui y en “La vida es sueño” es Clarín”, señaló.
En otro apartado del artículo de la investigadora Escalante, se puede leer lo siguiente: “En los últimos tiempos se ha consolidado la hipótesis contraria, y es casi un consenso sostener el origen colonial de esta obra. Pero aceptar que Ollantay fue producido o creado en tiempos de la colonia no significa negar la honda influencia andina, indígena de esta obra. Ello implica, más bien, que Ollantay es un texto polilingue, doblemente codificado, imposible de entender si no se piensa en los referentes culturales por los cuales está influenciado”.
“Ollantay está lleno de símbolos ambivalentes, ambiguos, que pueden ser interpretados de distinto modo, de acuerdo a la posición, indígena u occidental que se adopte. Así, este texto admite lecturas divergentes, que pueden llegar a ser contradictorias”, agregó.
“Ollantay”, la historia de amor prohibido en tiempos de los incas
El drama “Ollantay” es una de las obras más emblemáticas de la literatura peruana. La trama se centra en una historia de amor prohibido entre Ollantay, un valiente general del Imperio inca, y Cusi Coyllur, la hija del inca Pachacútec. Este amor enfrenta numerosos obstáculos debido a las rígidas normas sociales y políticas de la época que impiden la unión entre personas de diferente estatus social.
Ollantay, enamorado profundamente de Cusi Coyllur, se enfrenta a la férrea oposición del inca, quien se niega a aceptar su relación. Para el monarca, los lazos familiares y el prestigio de la casa real son más importantes que los sentimientos individuales. La imposibilidad de consumar su amor lleva a Ollantay a una situación de desesperación, la cual lo impulsa a desafiar la autoridad imperial, lo que marca el trasfondo de la rebelión del personaje central de la obra.
Cusi Coyllur, confinada a un templo como castigo por su amor prohibido, representa la otra cara de la tragedia. Su encierro simboliza el sufrimiento y la resignación frente a las rígidas normas sociales impuestas por el poder incaico. A través de sus escenas de dolor y añoranza, la obra destaca el sufrimiento de aquellos que se atreven a desafiar las normas establecidas en nombre del amor.
El desenlace de “Ollantay” es un reflejo de la reconciliación y el perdón, cuando finalmente Túpac Yupanqui, el hijo del inca Pachacútec, asume el trono y decide liberar a Cusi Coyllur y perdonar a Ollantay. Este final no solo marca el triunfo del amor sobre la tiranía, sino que también subraya la importancia de la compasión y la justicia en las relaciones humanas, aportando una lección duradera sobre la fuerza del amor en tiempos de adversidad.