La lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres o es algo que haya nacido hace poco en nuestro país. Esta pelea comenzó, más bien, desde el momento mismo en que se declaró la independencia del Perú y desde entonces no ha parado hasta nuestros tiempos.
Han sido muchas las peruanas que han dedicado su vida entera a lograr la tan ansiada igualdad de derechos. Pero dentro de esta historia hubo un hito que, poco a poco, lo ha ido cambiando todo.
Se trata del derecho a sufragio, de elegir y ser elegidas; que fue otorgado el 7 de septiembre de 1955, pero no fue hasta el 17 de junio de 1956 en que se hizo efectivo. Esta es parte del largo camino que se llevó a cabo esta histórica fecha.
Primeros intentos
La primera tentativa de equiparar los derechos electorales de hombres y mujeres en Perú se remonta a 1867, cuando el senador feminista Celso Bambaren Ramírez propuso una enmienda constitucional. Aunque no tuvo éxito, esta iniciativa abrió el camino para futuras luchas por la igualdad.
Más adelante, a finales del siglo XIX, emergieron las primeras sufragistas peruanas. Entre ellas, María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Adela Montesinos, Elvira García y Magda Portal se destacaron por sus esfuerzos en pro de los derechos de las mujeres.
Alvarado fue la primera en proponer la igualdad de derechos en 1911, lo que eventualmente le valió la deportación por el gobierno de Leguía.
Un contexto convulsionado
El debate sobre el voto femenino se intensificó durante el breve gobierno del comandante Luis M. Sánchez Cerro. Según el historiador Jorge Basadre, el periodo de inestabilidad política entre 1930 y 1931, con múltiples cambios en la presidencia, fue uno de los más inciertos en la historia republicana del Perú.
En este entorno, el Partido Aprista ensayó el sufragio femenino en votaciones internas, aunque este experimento no perduró en el tiempo.
Pero de todas maneras, el debate parlamentario sobre el sufragio femenino se desarrolló en siete sesiones entre diciembre de 1931 y enero de 1932. Las posiciones variaron desde el rechazo absoluto hasta la aceptación irrestricta del voto femenino.
Finalmente, el senador Víctor Manuel Arévalo propuso una solución intermedia: el voto facultativo para mujeres mayores de 20 años, casadas o madres de familia, que supieran leer y escribir. Esta propuesta se incluyó en la Constitución de 1933.
Y aunque el sufragio municipal femenino fue constitucionalmente reconocido en 1933, las mujeres no pudieron votar en elecciones municipales hasta 1963.
Durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, se realizaron por primera vez elecciones municipales directas en todo el país, permitiendo así la participación femenina.
El momento de la verdad
El contexto político durante el gobierno de Odría fue determinante para la aprobación de la ley del voto femenino. Y es que Odría buscaba el apoyo femenino para las elecciones de 1956 y, al mismo tiempo, deseaba proyectar una imagen democrática en un continente donde el sufragio femenino ya era una realidad en muchos países.
La presión internacional, especialmente de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, también influyó en esta decisión.
Aunque los movimientos sufragistas en Perú no fueron masivos, las demandas de las mujeres intelectuales, profesionales y académicas lograron un impacto significativo a través de la difusión en medios de comunicación. Semanarios, periódicos y revistas jugaron un papel crucial en sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia del sufragio femenino.
La primera vez
Fue un 17 de junio de 1956 que las mujeres votaron por primera vez en una elección presidencial en Perú. Participaron 500,000 mujeres, representando un tercio del electorado. En estas elecciones, las mujeres también se postularon como candidatas y desempeñaron roles como miembros de mesa.
Estas elecciones resultaron en la elección de Manuel Prado Ugarteche como presidente y la incorporación de ocho mujeres como diputadas y una como senadora.
Este hito marcó el inicio de una nueva era en la política peruana, con Irene Silva de Santolalla como la primera senadora y otras mujeres destacadas ocupando cargos legislativos.
Por último, el sufragio universal femenino en Perú se alcanzó en 1979, permitiendo que todas las mujeres participaran plenamente en las elecciones generales de 1980. Este logro fue el resultado de décadas de lucha y movilización por la igualdad de derechos, consolidando el papel de la mujer en la vida política del país.