A propósito de que mi hija está en las idas y venidas por su ingreso a la universidad, estoy viendo, por primera vez, en platea y en subjetiva, el instante clave de una elección para toda la vida. ¡Qué momento!
Este hito en mi vida no hace más que ratificarme que encontrar la vocación es un hallazgo mágico y privilegiado que, estoy convencida, muchos conseguimos en la vida.
Aunque no la vi venir (quiero decir que mi primer amor fue el periodismo), la vocación de publicista me llegó temprano, lo suficientemente pronto como para que mi juventud y energía me dejaran acelerar con fuerza y con el motor a full cuando despertó en mí la admiración por esos seres creadores que el destino puso en mi camino: los publicitarios.
La vocación está hecha un poco de ADN, otro poco de vivencias y mucho de “querer ser así cuando sea grande”. Esos Ídolos a los que todos aspiráramos siquiera ver trabajar eran justamente eso: GRANDES.
Elegir a la publicidad por amor es como saber que eso que estás a punto de tomar no cura y te volverá un adicto incurable. Y te sigue atrapando y te hundes cada vez más en ese vicio que, estoy segura, los que lo abandonan, lo añoran cada día.
Y me pregunto: ¿quién puede ser feliz sentado en el muro del malecón Balta a las 4 de la mañana con 10 grados de temperatura, sobrio y con una campaña que no existe aún y que es para mañana? ¡Yo! y Richi y César y Manuel y Miko y Diego y Nanny y Kurt y Giacomo y Rafa y Robby y tantos y tantos predecesores y sucesores de esa dinastía que habitaba en Trípoli y que saben de más lo que es el disfrute de la risa cansada y el peloteo de boleto.
El camino que elegí, visto desde mi perspectiva, ahora de veterana, lo entiendo como algo que solo puede recorrerse si hay valentía, deseo, pasión y aguante. Estar en la publicidad es sentirte en un parque de diversiones donde te ponen una pulserita que te permite subirte a una montaña rusa todo el día, todos los días, las veces que haga falta.
Dijo un filósofo chino: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
Díganme ustedes, queridos colegas, si eso se ajusta a nosotros, si el camino que elegimos es, cuando hay vocación, una vacación.