Uno de los personajes más destacados en la historia literaria peruana y mundial es César Vallejo, una figura central en la poesía y la narrativa. Conocido como el “poeta más triste del mundo”, su legado literario abarca diversos ámbitos como la poesía, narrativa, teatro, ensayo y traducción. Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, un pequeño pueblo de La Libertad. Fue el menor de once hermanos, hijo de Francisco de Paula Vallejo Benites y María de los Santos Mendoza Gurrionero, una familia que tenía la intención de destinarlo al sacerdocio, aunque su propósito estaba en las letras.
El escritor peruano es recordado no solo por su obra, sino también por una imagen característica que lo retrata. Una de las fotografías que más hemos visto en el colegio o en portadas de libros muestra a Vallejo reflexivo, con el puño bajo el mentón. Sin embargo, ver imágenes en movimiento de Vallejo parecía inimaginable hasta que se descubrieron unas pocas cintas donde aparece en julio de 1937. Estas fueron tomadas durante la sesión inaugural del Congreso Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia, España, y son las únicas imágenes en video que existen del poeta peruano.
Así fue captado César Vallejo
Las imágenes de Vallejo corresponden a la sesión inaugural del Congreso, titulada “Sobre los sucesos de España”, que reunió a figuras notables como Pablo Neruda, Ernest Hemingway, André Malraux y Antonio Machado. En la primera secuencia, se observa a Vallejo con los brazos cruzados, apoyado sobre ellos y sentado detrás de los escritores Ernesto More Barrionuevo y José Bergamín Gutiérrez. En la siguiente toma, se ve al poeta peruano aplaudiendo de pie, detrás de los mismos escritores; además, es el último en sentarse del grupo.
Ese año, visitó distintas ciudades de España, como Barcelona, Valencia, Jaén. De vuelta a París, fue elegido secretario de la sección peruana de la Asociación Internacional de Escritores. Entre septiembre y noviembre de ese año, escribió sus últimas composiciones líricas en “Poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”, además del drama incaico “La piedra cansada”. César Vallejo falleció nueve meses después de la filmación de estas cintas, el 15 de abril de 1938.
Vallejo y la poesía peruana
Hablar de César Vallejo es referirse al Perú. A 132 años de su nacimiento, su nombre permanece como símbolo de la identidad literaria del país. Originario de Trujillo, estudió Letras allí, pero tuvo que interrumpir su formación al trasladarse a Lima, donde inicialmente cursó medicina antes de regresar al norte del país para continuar sus estudios que dejó inconclusos en la Universidad Nacional de Trujillo. Se graduó con una tesis sobre el romanticismo en las letras castellanas.
El escritor peruano exploró casi todos los géneros literarios: poesía, narrativa, teatro y ensayo. Su prolífica labor periodística incluyó crónicas y artículos, destacándose principalmente en la poesía, donde alcanzó su plena expresión en tres etapas: modernista, vanguardista y revolucionaria.
A través de la pluma de Vallejo
La etapa modernista de Vallejo se manifiesta en su famoso poemario “Los heraldos negros”. Esta obra marca el comienzo de su búsqueda de una diferenciación expresiva que se consolidaría a lo largo de su carrera. Influido por Rubén Darío y Julio Herrera y Reissig, Vallejo trató temas indigenistas, familiares y locales con un estilo modernista y formas métricas clásicas.
La etapa vanguardista de Vallejo está marcada por “Trilce”, un libro revolucionario considerado una de las mayores obras de la poesía de vanguardia posbélica a nivel mundial. Este poemario surgió en un contexto de perplejidad ante el mundo, tras la muerte de su madre, fracasos amorosos y su tiempo en la cárcel. Estas experiencias forjaron en el poeta un sentimiento de exclusión y dolor.
La etapa revolucionaria se refleja en los poemarios póstumos “Poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”. Publicados en 1939, estos textos tratan temas recurrentes del autor, pero muestran claras diferencias respecto a su obra anterior. El poeta peruano abandonó la experimentación del lenguaje y regresó a ritmos conocidos, buscando acercarse más al pueblo.
Influenciado por el marxismo, su poesía en esta etapa expresa una fe en la unidad de todos los hombres y una esperanza en la transformación social. “España, aparta de mí este cáliz” reúne los versos más intensos sobre la guerra civil española, mostrando su compromiso con la causa.
No solo fue poeta
En narrativa, también mostró su transformación ideológica. Publicó relatos vanguardistas en “Escalas melografiadas” y exploró temas psicológicos en la novela corta “Fabla salvaje”. Su obra más conocida en este género es “El tungsteno”, una novela proletaria que critica la explotación en una mina de los Andes.
Vallejo también escribió cuentos infantiles de denuncia social, como “Paco Yunque”, y otros relatos inconclusos publicados póstumamente. Su obra teatral incluye cuatro piezas completas: “Lock-out”, “Entre las dos orillas corre el río”, “Colacho Hermanos o presidentes de América” y “La piedra cansada”. Estas obras no fueron estrenadas ni publicadas en vida del autor.
También tuvo crónicas y reflexiones sobre la Rusia soviética en “Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin” (1931) y “Rusia ante el segundo plan quinquenal”. Organizó libros de prosa ensayística y reflexión, como “Contra el secreto profesional” y “El arte y la revolución”, que no fueron publicados en vida debido a su carácter marxista.
Además, Vallejo tradujo obras del francés al castellano, incluyendo autores como Henri Barbusse y Marcel Aymé. Estas traducciones fueron compiladas en sus “Obras completas”.
Estos fueron los últimos momentos de Vallejo
A comienzos de 1938, Vallejo trabajaba como profesor de Lengua y Literatura en París, pero en marzo sufrió un agotamiento físico. El 24 de marzo fue internado por una enfermedad desconocida que resultó ser la reactivación de un antiguo paludismo. Entró en crisis el 7 y el 8 de abril, falleciendo una semana más tarde, el 15 de abril de 1938, con tuberculosis a los 46 años. Su elogio fúnebre estuvo a cargo del escritor francés Louis Aragon. Sus restos fueron trasladados al cementerio de Montrouge y, posteriormente, al cementerio de Montparnasse en 1970.
César Vallejo sigue siendo una figura central en la literatura peruana y mundial. Su obra, marcada por una profunda humanidad y compromiso social, continúa siendo estudiada y celebrada por su innovación y relevancia. A través de sus poemas, relatos, obras de teatro y ensayos, el literato peruano dejó un legado que trasciende el tiempo y sigue inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores.