Luego de la aparición de las redes sociales en nuestras vidas, muchas personas han llegado a creer que el feminismo es una lucha que nació casi al mismo tiempo y, por lo tanto es un fenómeno nuevo que vive el Perú y el mundo.
Pero nada más alejado de la realidad, pues la lucha de las mujeres por lograr la igualdad de derechos comenzó hace mucho tiempo atrás. Casi desde los inicios del siglo XX.
Y la primera figura que aparece al hacer el repaso de esta importante historia es la de María Jesús Alvarado Rivera, chinchana de nacimiento que puso los principales cimientos para esta lucha que no tiene fin. Esta es la historia de la llamada Pionera del Feminismo en Perú.
Infancia post Guerra del Pacífico
Nacida el 27 de mayo de 1878 en la haciendo Chacha Baja (Chincha) Alvarado fue hija de Cayetano Alvarado Arciniega y Jesús Rivera Martínez. Además la décima de trece hermanos. Su infancia estuvo marcada por los estragos de la Guerra del Pacífico, conflicto que obligó a su familia a vender la hacienda y trasladarse a Lima cuando Chincha Baja fue ocupada por el ejército chileno.
A pesar de las limitaciones educativas de la época, Alvarado se destacó académicamente en la escuela de la Sra. Rodó, donde estudió hasta el tercer grado de primaria, el nivel máximo permitido para las mujeres entonces.
Fue allí donde dio su primer discurso, a la edad de quince años, abogando por una educación más amplia y profesional para las mujeres, un preludio de su futura lucha por la igualdad de género.
Sus estudios continuaron de forma autodidacta, profundizando en conocimientos a través de lecturas de obras clásicas y contemporáneas. Con el apoyo de su primo Lorenzo Antonino, catedrático de geología, consiguió un empleo como columnista en el periódico “El Comercio” en 1908 y más tarde en “La Prensa”.
Comienzo de la lucha
En 1911, Alvarado pronunció una conferencia en la Sociedad Geográfica de Lima, titulada “El feminismo en la Sociedad Geográfica de Lima”. En este evento, expuso la necesidad de igualdad de derechos civiles y políticos para las mujeres, argumentando que la igualdad de capacidad mental y habilidad para el trabajo entre hombres y mujeres justificaba un trato igualitario ante la ley.
Sus demandas incluían una educación más amplia para las mujeres, acceso a empleos públicos y profesiones liberales, igualdad de derechos civiles y políticos, y la liberación de la tutela marital sobre las mujeres casadas.
Para 1913, se unió a la Asociación Pro Indígena, donde escribió artículos en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y apoyó la lucha obrera por la jornada laboral de ocho horas.
Y en 1914, cofundó la organización Evolución Femenina, centrada en la cultura y los derechos de la mujer. Esta organización promovió la creación de colegios secundarios públicos para mujeres y abogó por la igualdad de derechos civiles y la administración de los propios asuntos financieros por las mujeres casadas.
Al año siguiente, y gracias a la gestión de Evolución Femenina, se permitió el ingreso de mujeres a las Sociedades de Beneficencia Pública, un logro que se extendió al Senado en 1922.
Más tarde, Alvarado presidió el Primer Congreso Panamericano del Niño en Buenos Aires, Argentina, donde abordó temas de derecho, higiene, psicología, educación y legislación industrial.
En 1923, en el marco de una Comisión de Reforma del Código Civil del Perú, Alvarado presentó un petitorio solicitando que las mujeres adquiriesen capacidad civil, un proyecto que fue aprobado en 1936.
Este cambio permitió a las mujeres casadas administrar sus bienes y contratar, marcando un hito significativo en la historia de los derechos femeninos en Perú.
Presa y exiliada por la justicia
El activismo de Alvarado la llevó a conflictos con el gobierno de Augusto B. Leguía. En 1924, fue encarcelada por su apoyo a los campesinos y mineros en conflicto con la Ley de Conscripción Vial.
Tras seis meses de prisión, fue exiliada a Argentina, donde permaneció once años. Durante su exilio, trabajó como maestra y continuó escribiendo obras de teatro de contenido social y moral.
De regreso en Perú, Alvarado fundó la Academia de Arte Dramático Ollantay en 1937 y produjo el programa radial “Ante la vida”. Su obra “La Perricholi” fue transmitida en vivo por Radio Nacional del Perú, marcando un hito en la radiodifusión peruana.
A lo largo de los años, Alvarado continuó su activismo, participando en jornadas de eugenesia y salud pública, y promoviendo la figura de José Olaya, un héroe de la independencia peruana. En 1945, solicitó al Congreso la aprobación del voto femenino, que fue concedido en 1955.
Desengañada por la ingratitud y plagios de su obra, Alvarado se recluyó en su casa en San Isidro. A pesar de sus dificultades económicas, continuó escribiendo. Falleció en 1971 a los 92 años.
El legado de María Jesús Alvarado fue rescatado por el Centro de Documentación de la Mujer y más tarde por el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. En 2021, su archivo fue declarado patrimonio cultural de la nación, asegurando que su contribución a la igualdad y los derechos humanos no será olvidada.