A nivel mundial, el rendimiento estudiantil ha estancado o incluso ha disminuido en la última década. Esta tendencia es alarmante, especialmente en un contexto donde la automatización y la inteligencia artificial generativa aumentan la demanda de habilidades tecnológicas, socioemocionales y cognitivas. En el Perú, la situación es igualmente preocupante: muchos estudiantes no están adquiriendo las habilidades básicas necesarias. Según el Banco Mundial, siete de cada diez estudiantes en países de ingresos bajos y medianos, incluyendo Perú, no pueden leer un texto simple al finalizar la escuela primaria. Esto refleja una profunda “pobreza de aprendizaje” que afecta el desarrollo futuro de nuestros jóvenes.
El informe nos permite reflexionar sobre la centralidad de la gestión educativa y el desarrollo de capacidades, especialmente en los docentes, para cualquier esfuerzo por mejorar el sistema educativo. Los países que han logrado mejoras significativas en educación han invertido fuertemente en la formación, desarrollo y retención de sus docentes. Singapur, por ejemplo, selecciona a sus candidatos a docentes del tercio superior de sus clases y les ofrece un desarrollo profesional continuo y práctico, incluyendo 100 horas anuales de formación y sesiones de colaboración con maestros expertos.
En el Perú, es crucial mejorar la calidad de la formación docente. Esto no solo implica fortalecer los programas de formación inicial, sino también proporcionar desarrollo profesional continuo que esté alineado con las necesidades del aula. Además, debemos atraer y retener a los mejores talentos mediante incentivos adecuados y un entorno laboral estimulante.
El informe resalta que en Perú se han realizado esfuerzos para asegurar una capacidad de implementación dedicada dentro del equipo central, en el nivel medio y en las escuelas. Esto implicó establecer roles y responsabilidades claras para la toma de decisiones y la aprobación de inversiones, así como impulsar agentes de cambio en el campo para llevar a cabo las transformaciones necesarias.
Para muchos países en nuestra región, los desafíos educativos son clave. Tenemos una oportunidad única de aprender de los éxitos y fracasos de otros países para mejorar la calidad del aprendizaje a gran escala. En particular, invertir en la formación y desarrollo de los docentes es una estrategia esencial para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
Esta transformación no será fácil ni rápida, pero es una inversión crucial en el futuro de nuestra región. La calidad de la educación que ofrecemos hoy definirá el desarrollo económico, social y cultural de mañana. Es momento de actuar con decisión y compromiso para construir sistemas educativos más justos y efectivos para todos.